“Fue la final del Mundial más difícil que tenido”, señaló Carlsen en el Fulton Market Building de Nueva York, sede del duelo que sostuvo y ganó 3-1 en la definición por tie break, luego de haber empatado la serie de doce partidas con ritmo clásico, ante el ruso Sergey Karjakin. “Sergey jugó muy bien”, apuntó el noruego, que en la noche del miércoles no pudo tener mejor regalo el día que cumplió 26 años que celebrar su tercer título mundial.
Karjakin tuvo opciones hasta el final para llevar a Rusia el primer título mundial desde 2007, pero finalmente acabó derrotado y felicitó a Carlsen por la corona. Después anunció: “Mi objetivo es volver a pelear por el título dentro de dos años”, agregó: “Magnus aprovechó mis errores y es justo ganador. La próxima vez intentaré conseguir un resultado mejor”, el ucraniano nacionalizado ruso, que con 12 años y 211 días entró en el libro Guiness de los récords como el Gran Maestro más joven de todos los tiempos.
El tie-break fue el último esfuerzo para los contendientes después de dos semanas y media en la que no se dieron respiro en Nueva York. Y a la definición no le faltó dramatismo. Después de firmar tablas en la primera partida rápida, Carlsen tomó la iniciativa en la segunda, pero el ruso ofreció resistencia y a pocos segundos del final logró que se firmara tablas una vez más. Cuando iban 1-1, la mayoría de los expertos veía a Karjakin mejor posicionado psicológicamente. Pero el defensor del título, que no pudo mostrar su mejor forma en las casi tres semanas del mundial, se impuso con las negras en la tercera partida y selló la victoria con un nuevo triunfo en la última, para el 3-1 final.
La definición en partidas rápidas provocó algo de polémica. Para los más críticos, la modalidad resulta una lotería, como los penales en el fútbol. En el pasado, los duelos por el título mundial duraban 24 partidas, pero fueron reducidas a 12. “En un duelo por el título mundial deberían jugarse 16 partidas bajo el formato normal para que no queden dudas sobre quién es el rey del ajedrez”, pidió el ex campeón mundial ruso Anatoli Karpov.
La regla del tie-break fue establecida por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en 2006, cuando el ruso Vladimir Kramnik venció al búlgaro Veselin Topalov en el desempate. La otra definición en tie-break fue en 2012, cuando el indio Viswanathan Anand superó al israelí Boris Gelfand. En ambas ocasiones se impuso el defensor del título.
Según la FIDE, la final fue seguida por cerca de diez millones de personas en la página web oficial. En el Fulton Market Building hubo 10.000 espectadores presenciado en directos las partidas. Además del título, Carlsen se embolsó el 60 por ciento del 1,1 millones de dólares que había de premio. Karjakin se quedó con el resto. El próximo mundial de ajedrez masculino está previsto para 2018 y el rival de Carlsen se decidirá, como siempre, en el torneo de candidatos.