Ofelia Fernández, la presidenta del Centro de Estudiantes del Carlos Pellegrini, es la voz de los estudiantes en la toma de ese colegio contra la reforma educativa que impulsa el gobierno porteño. En las últimas horas, su rostro se volvió familiar en las pantallas de TV y se viralizó por un episodio en un magazine.
La joven estudiante discutía desde un móvil con Javier Tarulla, el Subsecretario de Carrera Docente del ministerio de Educación de la Ciudad, que estaba en el estudio del canal América. Fernández le retrucó sus argumentos, hasta que le preguntaron por su filiación política (“Izquierda Popular”, respondió ella), y el periodista Carlos Monti le inquirió qué se ganaba con la toma del Pellegrini.
La chica comenzó a explayarse cuando Monti la cortó y le dijo “Chiquita”. Entonces, Fernández se puso firme: “Chiquita no me digas”, frenando así al periodista.
En rigor, la joven ya es noticia hace rato por sus convicciones. En 2016 fue parte de una nota que armaron Flor Monfort, Luciana Peker y Roxana Sandá para el suplemento Las 12 de Página/12 en ocasión de cumplirse el primer aniversario de la histórica convocatoria de Ni Una Menos. Un grupo de chicas adolescentes prestó su testimonio, y allí figuró Ofelia Fernández, que en ese momento tenía 16 años y cursaba cuarto año del Pellgrini.
Peker recordó en Facebook el texto sobre la presidenta del centro de estudiantes, publicado el 10 de junio del año pasado:
Su pelo rubio es tan personal como sus convicciones y su decisión de no estar detrás de sus banderas, sino ser ella quien las lleva. Ofelia Fernández, de 16 años, es la presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini que, este año, llevó adelante una toma para reclamar contra la violencia de género puertas adentro del colegio. “Somos la primera fórmula compuesta por mujeres (junto con la secretaria general Victoria Camino) y no es casualidad que se dé una lucha tan grande de género, tal vez por como lo transmitíamos nosotras. Hubo funcionarios que nos dijeron robots, manipuladas, incapaces y nenas. Yo no soy una nena a la que hay que cumplirle el caprichito infantil, sino una adolescente que representa al Centro de Estudiantes”
El 3 de junio de 2015 fue un antes y después para que el reclamo contra el maltrato y el acoso -por parte de dos preceptores- pudiera escucharse. “Hubo un conflicto que tenía nueve años, pero que cambió con Ni Una Menos. Antes, cuando se hacía una toma nos decían que éramos vagxs y, en cambio, en esta toma los medios de comunicación y las familias nos dieron su apoyo. Sin el precedente que sentó esta movilización esto no podía blanquearse de esta manera. Cuando toda la sociedad se levanta contra la violencia de género no podés tolerar la violencia de género en una institución. Por eso nos ayudó mucho”, remarca Ofelia.
Ella no quiere que la pelea en el Pellegrini quede puertas adentro del colegio dependiente de la UBA, sino que se extienda a los colegios del sur de la Ciudad y del Bajo Flores, donde también hay denuncias por violencia de género. Además, pide que se cumpla la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en todas las escuelas y que se apliquen protocolos contra la violencia de género e institucional (similares a los que ya existe en la UBA) en escuelas medias.
Ni Una Menos creció con las más chicas. Y ellas lo hacen más grande. “El año pasado había una crítica a la convocatoria porque no estaba claro quién era el enemigo. Y creo que lo importante es que incita a cuestionarse a una misma el micromachismo. ¿Por qué una chica que está con muchos chicos es una puta y un chico que está con muchas chicas es un campeón? ¿Por qué si nosotras lloramos nos tienen que venir a consolar y si los chicos lloran son unos maricones? Mi mayor cambio es cuestionarme”, enfatiza.