Tras dos días de reunión, la Reserva Federal de Estados Unidos anunció ayer que, en lo inmediato, mantendrá los niveles de tasas de interés vigentes, pero que a partir del 1º de octubre terminará con la política de estímulos a la economía doméstica que puso en marcha en 2008, en respuesta a la crisis de las hipotecas en Estados Unidos. Según se espera, la consecuencia será una suba paulatina de las tasas de referencia en dólares, lo cual supondrá un encarecimiento de los fondos líquidos para países emergentes. Para Argentina, cuya política económica se sostiene principalmente en el endeudamiento externo, la novedad puede entrañar un alto riesgo, dependiendo de las repercusiones que alcance en los mercados financieros. Según especialistas en análisis de mercados consultados, el país podrá sufrir las consecuencias a través de una suba de las tasas a las que le presten fondos, antes que en una menor disponibilidad de recursos prestables.
Argentina goza actualmente de la menor tasa de riesgo país prácticamente en las últimas dos décadas. Pero este beneficio, que implica pagar menor tasa internacional por los préstamos (del 6 al 6,5 por ciento), podría quedar reducido por el impacto del aumento de las tasas de referencia de Estados Unidos, a las cuales está atado el tipo de interés que paga el país en los préstamos que toma. “La carga de intereses por la deuda se duplicó en términos del PBI en un año y medio; si el aumento de tasas de los préstamos al país por el cambio de política de la FED es importante, ni siquiera el ajuste salvaje que algunos pronostican para el año que viene va a alcanzar para compensar el impacto sobre el déficit”, advirtió un economista consultado por este diario.
La nueva política de la FED, que aplicará desde el 1º de octubre, supondrá, en lo inmediato, que dejará de comprar activos financieros en el mercado desprendiéndose paulatina y parcialmente de su actual stock (que asciende a 4,5 billones de dólares, cinco veces el valor que alcanzaba antes del inicio de la crisis en 2008). Janet Yellen, titular de la FED, aseguró que se irá bajando gradualmente el stock de activos financieros de manera ordenada, sin salir a venderlos en bloque sino que se dejará que venzan sin renovarlos ni recomprar.
En principio, la FED irá reduciendo el stock de bonos en 10.000 millones de dólares por mes durante un trimestre (6000 en títulos del Tesoro y 4000 en bonos hipotecarios), 20.000 por mes durante el segundo trimestre, 30.000 mensuales en el tercero, hasta llegar a 50.000 millones de dólares por mes (30.000 en bonos del Tesoro, 20.000 en hipotecarios) como nivel máximo. Aunque Yellen trató de minimizar el impacto, se trata de una operación financiera sin precedentes, que representa la liquidación de activos por 200 mil millones de dólares el primer año y llegar a 600 mil millones anual en los siguientes.
Yellen subrayó, en tanto, que la FED no utilizará el manejo de cartera de bonos como mecanismo de política monetaria, sino que esta última seguirá recostada exclusivamente en las tasas de interés, para las que está prevista una nueva modificación antes de fin de año (la tercera de 2017) y tres más durante 2018. Según los especialistas, tras estos cambios el nivel actual de 1,00 a 1,25 por ciento, pasaría a una banda de 2,70/3,00 por ciento en un año y medio. Los deudores seriales prenden velas.