En tiempos tan extremos se cristaliza todavía más la importancia de los medios autogestivos. No hay mejor ejemplo que el del tratamiento de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Mientras los medios hegemónicos daban cátedra de lo que no se debe hacer, creando hipótesis de lo más absurdas –Santiago se pudo haber defendido porque practicaba artes marciales– o poniendo el foco en detalles insignificantes –el pasado flogger de Jones Huala–, los independientes, carentes de los recursos de las grandes empresas, fueron los primeros en dirigirse al lugar para escuchar y difundir los testimonios de los protagonistas de la historia. “En clave de consigna, decimos que el nuestro no es alternativo. Es periodismo. ¿Qué es alternativo? ¿Estar en el lugar de los hechos, hablando con la comunidad desde el primer día? ¿O armar una operación de prensa acorde a lo que planteaba el Gobierno, sentado en una computadora en Buenos Aires?”, dispara Lucas Pedulla, redactor de Mu.
Mu es el periódico de la cooperativa Lavaca, surgida en el contexto de las protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando un equipo de periodistas cansados de la lógica de los medios comerciales comenzó a publicar crónicas en Internet. Es una de las más de 200 experiencias de periodismo autogestivo –tanto gráficas como digitales, y de todo el país– que confluyen en la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA). Un abanico de lo más variado y vital, aparecido en 2012, que desde ese mismo año realiza un foro que hace visible a este sector. A este otro periodismo posible. O, parafraseando a sus impulsores: el único posible. El que se ejerce sin patrón, desde la horizontalidad, con convicción. El que elige la calle antes que el escritorio.
“Hacemos periodismo. Hacemos autogestión. Hacemos cultura”: tal el lema de este sexto foro de AReCIA. La Asociación critica, mediante un comunicado, el ajuste económico y el vaciamiento de políticas públicas, la concentración y las operaciones mediáticas, la cacería policial en las movilizaciones, los allanamientos arbitrarios a centros culturales, organizaciones y partidos, el plan de aniquilación de lo cultural que lleva adelante el Poder Ejecutivo, entre otros factores del contexto actual. El encuentro comenzará esta tarde en la calle, con una caminata performática, seguirá con un “revistazo” en Plaza de Mayo y continuará con charlas y una feria de publicaciones en el Centro Educativo Isauro Arancibia (ver recuadro). Mañana continuarán las actividades. “Tres ejes se entrelazan en la conformación del foro, que llega en un momento álgido: la cobertura de la desaparición forzada de Maldonado, la defensa de la cultura y la de la educación pública”, resume Pedulla.
En Congreso, en una de las mesas del nuevo espacio adquirido por Mu, queda graficada la diversidad de AReCIA. El mate circula y representantes de algunas de las publicaciones que integran la entidad despliegan sus ejemplares sobre la mesa: los hay de Kiné, revista con 25 años a cuestas, cuyo tema central es el cuerpo, abordado desde múltiples aristas; de Vas, periódico porteño de distribución gratuita; y de La realidad sin chamuyo, emprendimiento productivo, revista elaborada por los estudiantes del Arancibia, centro educativo al que asisten adolescentes y adultos en situación de calle. Lamentablemente, hay que decirlo una vez más, y este foro es otra oportunidad para decirlo: la importancia de este sector, que entiende y promueve a la comunicación como derecho humano y no como mercancía, no tiene su correlato en la legislación. El Estado no reconoce estas experiencias y, por ende, las desprotege.
A nivel nacional, dos proyectos de ley han perdido estado parlamentario en los últimos seis años. Un tercero llegó a la legislatura porteña el año pasado, pero aún no se trató. “Le llamamos ley Cascioli, en homenaje a la revista Humor” y su aporte a la tradición del periodismo independiente, detalla Mariane Pécora, de Vas. Una de las intenciones es que el Estado reconozca a estos medios como patrimonio cultural. Y uno de los ítems que busca poner en debate es el destino de parte de la pauta oficial a las revistas culturales (el proyecto exige un 3 por ciento). “No estamos pidiendo una prebenda de parte del Estado ni migajas. Es un derecho”, aclara Pedulla. “A los lectores les corresponde el derecho de tener acceso a este material que mira la realidad desde otro lugar. Y los que lo hacen tienen el derecho de vivir profesionalmente de esto. Porque no es sólo una militancia: somos profesionales y éste es nuestro trabajo”, sentencia Julia Pomiés, directora de Kiné.
“Creemos que se puede vivir de esto, que es una forma digna. Que cuesta, obviamente: no está ajena a conflictos como puede tener cualquier tipo de experiencia cultural. Pero es una forma ética de llevar adelante la comunicación”, añade el periodista de Mu. La norma podría revertir otras cuestiones que los hacedores de las publicaciones afrontan, como los altos impuestos por la devolución de ejemplares, posibles juicios u obstáculos con la distribución. Y podría, por ejemplo, impulsar la compra de ejemplares para que lleguen a universidades, bibliotecas, escuelas. “Necesitamos un ajuste de impuestos en el papel, ya que no tenemos la misma reducción que tiene el de los libros. Tampoco un tratamiento especial en el correo. AReCIA consigue sostener un convenio especial con Correo Argentino, pero es una lucha”, puntualiza Pomiés. Los entrevistados coinciden en que una política pública que reconozca al sector debería, además, favorecer la aparición de nuevos medios. Aseguran que, actualmente, muchos jóvenes se interesan por el periodismo independiente.
Como Maximiliano Goldschmidt de Revista Cítrica, Pedulla estuvo hace poco en el sur, cubriendo el caso de Santiago Maldonado. Y puede decir qué es el periodismo independiente sin necesidad de caer en un discurso teórico. “Maxi fue el primero que estuvo en la comunidad. Compartimos casi los mismos días. El hizo base en El Bolsón, yo en Esquel. Lejos de competir y de pelearnos información, estábamos todos los días charlando para ver qué era lo que tenía el otro y para cuidarnos, ver cómo estábamos. Estaba heavy: un día, la Gendarmería nos filmó, por ejemplo. Teníamos que tener en cuenta ese nivel de hostigamiento para la cobertura. Muchas veces teníamos información antes que un montón de medios. Y somos cooperativas, asociaciones civiles... para nosotros es un esfuerzo muy grande. Pero no hablamos en términos de pérdida: los medios autogestivos marcaron agenda. Hay una construcción veraz de lo que sucedió gracias a las revistas culturales”.
No es casual la elección del ámbito para dar el debate. El Foro de Revistas Culturales tendrá como sede al Centro Educativo Isauro Arancibia, porque otro de los gritos es en defensa de la educación pública. Además, esta institución está atravesando un momento particular. “Es ejemplo de una situación súper conflictiva en la educación, que comprende el vaciamiento de programas, escuelas tomadas y reformas”, contextualiza Martina Matusevich, coordinadora de La realidad sin chamuyo. Y relata que el espacio tiene 19 años y que están peleando por que se lo reconozca oficialmente como una escuela. “Actualmente es un conglomerado de programas y su estabilidad depende de la voluntad de cada programa. Además, este año, la directora sufrió una intimación a la jubilación, y al ser un centro educativo no tiene un cargo de directora. Es evidente que es un proyecto incómodo. Al otorgar títulos de terminación de la escuela primaria a gente que no tiene DNI ni dirección, no lo quieren legitimar, sino socavar”, aporta Matusevich. La otra sede del foro es la calle. Como no podría ser de otra manera, y menos en estos tiempos.