El cierre de una etapa creativa: así define Marco Sanguinetti a 9, el disco que presentará hoy a las 23.50 en Thelonious, el club de jazz de Salguero 1884. Se trata del trabajo más reciente del pianista y compositor, uno de los nombres más interesantes de esa música que se produce en Buenos Aires y que, a la espera de rótulos más precisos, descansa en el término “jazz”. “9 es la continuación natural del disco anterior, 8, y de alguna manera viene a cerrar un proyecto. Es muy posible que mi próximo disco de música original pase por otro lado, pero antes me pareció importante profundizar sobre esas ideas que había comenzado a trabajar en 8, desarrollar las posibilidades del quinteto, que es uno de los factores que hermanan estos dos discos”, explica Sanguinetti a PáginaI12. Jerónimo Carmona en contrabajo, Belén Echveste en violoncello, Fermín Merlo en batería y Migma (Miguel Masllorens) en bandeja de vinilos, además de Sanguinetti en piano y armonio, integran un quinteto poderoso y original, capaz de múltiples soluciones tímbricas, que en este concierto tendrá al guitarrista Pablo Butelman como invitado.
Con dirección de arte y diseño de esquemas de Laura Varsky y Christian Montenegro, 9, el sexto disco en la producción de Sanguinetti, está editado por Exiles Records y, como sucedió también con 8, cuenta con edición en CD y en vinilo, caso poco frecuente todavía para el jazz local. “Mi vida musical también fue y es muy discográfica, soy oyente de vinilos desde siempre; ahora que hay un renacer de ese soporte, necesitaba sacar un disco en vinilo. Lo necesitaba para sentir que realmente sacaba un disco: cuando uno edita en CD, la sensación es de inmediatez; el vinilo es otra cosa. Recién cuando puse el disco en el plato, apoyé la púa y escuché el piano, sentí que había grabado un disco. Nunca hasta ese momento había sentido una emoción tan profunda”, asegura Sanguinetti.
Ni jazz, ni tango, ni folklore. Pero todo junto. Entre lo móvil de las búsquedas y lo inmóvil de las tradiciones, la música de Sanguinetti persigue una identidad propia, busca rasgos que de alguna manera la reconduzcan al lugar donde fue concebida, por eso al compositor le gusta hablar de “música instrumental urbana hecha en Buenos Aires”. “La música es una forma de identidad poderosa y me gustaría que en la mía se percibiera algún rasgo identitario. Creo que lo que compongo suena argentino, en algunos casos de manera espontánea y en otros porque lo busco. Hay cuestiones rítmicas, pero también se trata de una música oscura, nostálgica, melancólica, que atraviesa ciertos parámetros del tango. Entre el tango y mi música está la tradición europea que nos alimentó a ambos. La identidad porteña de 9 viene por ese lado”, busca definir.
“Cuando armo un proyecto lo que sostiene la idea es la música, y para 9 pensé una música que me pedía la formación de quinteto. Y aunque la música que hago va más allá del concepto tímbrico, como compositor me interesa cambiar”, dice Sanguinetti y cita un disco de Dave Douglas, A Thousand Evening, en el que el trompetista dialoga con violín, acordeón y contrabajo. “Me inspira que un músico muy ligado al jazz busque en otros lugares”, agrega el pianista. Parte de su identidad como compositor está también en las elaboraciones que realizó de temas de Radiohead en Cómo desaparecer completamente, el disco entre 8 y 9, donde más que la obsesión por versionar se hace fuerte una preocupación por reelaborar.
–¿Cómo son los procesos de elaboración? ¿Cómo pasa de la idea al sonido?
–Cada caso es diferente. No creo en fórmulas. Un compositor no puede pensar en términos de recetas sino de invención. En 9 fue como volver a aprender a componer y me gustó que fuese así. No quiero descansar en el confort de lo que ya se sabe hacer, porque se corre el riego de repetirse.
–¿Cómo se equilibran en 9 composición e improvisación?
–La mía es una música escrita, si bien es receptiva de la individualidad de los intérpretes. Mantener el mismo quinteto que en el disco anterior me permitió explotarlo mejor y encuadrar espacios de libertad para cada uno, en los que se producen cosas muy interesantes en función de los arreglos y la improvisación. De todos modos, aún en las pautas de la improvisación, está la mirada del compositor.
–En 9 suena fuertemente un trabajo de postproducción. ¿Cómo rinde en vivo?
–Al igual que en 8, convoqué a Mariano “Manza” Esain, pensando en un concepto de producción y posproducción más cercano al rock. Hay mucho trabajo de mezcla. Sin embargo, cuando tocamos esta música en vivo se generan los climas del disco. En esa dinámica, la presencia de la bandeja es importante para generar esa idea. En el vivo se mantiene el espíritu original del disco y eso tiene que ver con las diversidades tímbricas. Esa riqueza es la que sostiene el sonido.