Cerveza Mmmhops de los hermanos Hanson, tequila Sauza 901 de Justin Timberlake, varietales de la one-hit wonder Train, absenta Mansinthe del gótico Marilyn Manson o, por caso, añejo whisky del señor country Willie Nelson; apenas algunos -más y menos inesperados- ejemplos que demuestran cómo, en cantidad de ocasiones, artistas de la canción devienen dueños de alguna forma de alcohol. Petite y caprichosa lista a la que, en las pasadas semanas, se ha sumado oficialmente Lykke Li. Sí, sí, la estrella indie pop sueca que, desde que en 2008 editase su álbum debut “Youth Novels”, no ha parado de conquistar el globo con sus beats pulsantes, sus ritmos hipnóticos. Y desde noviembre, con un mezcal de ensueños -según la dosis, claro- llamado Yola, que produce en colaboración con dos amiguísimas: Gina Correll Aglietti, chef y estilista de Los Ángeles, y Yola Jiménez, entrepreneuse mejicana, de familia oaxaqueña con una larga tradición en la elaboración de la susodicha bebida.
Así, en el mes en que su flamante supergrupo Liv (integrado por Andrew Wyatt y Pontus Winnberg, Björn Yttling y el productor Jeff Bhasker) lanzase flamante segundo single (“Dream Awake”), la damisela nórdica lanza también un mezcal 100% artesanal que parte de la receta original heredada por Jiménez de su abuelo. Abuelo que 1971 comprara un rancho de agave en San Juan del Río, sitio elegido por la tríada para sentar bases operativas y rendir homenaje a un proceso tradicional de destilado con más de 300 años de existencia. Además de proponer benefactor bonus track, en tanto todas las bebidas son embotelladas exclusivamente por mujeres oaxaqueñas, amén de promover la intención adicional de la marca; léase, la independencia económica femenina, empezando por aquellas involucradas en el proceso de hacer tan potente alcohol. Más sobre el producto y sobre los sitios donde puede degustarse en Yolamezcal.com. Con musiquita de Wounded Rhymes o I Never Learn, ciertamente mejor.