Se agrupan en el sindicato de muñecas para rodear con admiración a la que se presenta como china y bisexual. Les gusta tomar, y para ser quiénes realmente son, a la noche, salen de sus cajas. Con sus caras pintadas, y los trajes brillantes que van mutando a lo largo de los 45 minutos, la murga Modestia Aparte va desde la abierta denuncia del femicidio en el salpicón de la mujer hasta el sarcasmo en el cuplé de los piropos. Siempre con ritmos conocidos y letras propias que hacen pegadizas las canciones cantadas a coro de 18. La formación de 21 mujeres sobre el escenario y una maquilladora presenta en su espectáculo Desencantadas una montaña rusa para disfrutar, lagrimear cuando se nombra a Marita Verón, Diana Sacayán, Pepa Gaitán, Angeles Rawson o Silvia Suppo y sentirse implicadx ante la pregunta: “Che, vos, ¿qué hiciste? Yo nada”, que cantan señalando al público. Salieron del closet como murga feminista en la apertura del Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, en octubre del año pasado. Es de estilo uruguayo, sí, pero también tensionan los límites de ese género. En aquella función del Monumento a la Bandera, entre el público, estaba María del Carmen Sánchez, de 61 años, que apenas las vio supo que quería ser parte, pero tenía miedo a ser rechazada por su edad. Se puso en contacto por Facebook y se integró. Las más jóvenes están por los 17 años y no participan de la entrevista porque viajaron a Bariloche, en viaje de estudios. Al final del ensayo, una de las Modestas -como les gusta nombrarse- vuela a comprar una cerveza que corre de boca en boca mientras cuentan retazos de la historia. Se ríen en la nota y durante el ensayo. A veces, ven cómo sus espectadoras pasan del llanto a la risa y ellas mismas están a flor de piel en cada función.
Modestia Aparte nació en 2012, tuvo épocas en las que fue mixta y luego integrada sólo por mujeres pero recién llegó a definirse como feminista en el proceso previo al ENM. Su directora, Andrea Andrés, cuenta que en 2015 fue determinante haber participado del Encuentro Nacional de Murgas. Allí vio formaciones de mujeres. Entonces, estaba en otra murga, mixta, y escuchaba los prejuicios que las desestimaban diciendo que “las mujeres no pueden hacer nada juntas”. Feminista desde mucho antes, “La Negra” lo tomó casi como una invitación. “El ambiente murguero lo sigue diciendo hoy en día, porque es bastante machista y patriarcal. Entonces, yo dije, hay que hacer murga de estilo uruguaya y que sean mujeres. Y ojo, que nos hemos encontrado con reticencias”, relató.
Más allá de los obstáculos por ser todas chicas, el espectáculo original no era -todavía- feminista, aunque sí se metía con temas como la belleza y los cuentos de hadas. “Hubo un quiebre cuando la murga se declara feminista y se empieza a trabajar sobre el feminismo, se modificó el espectáculo porque había más cosas que denunciar. Obviamente, la directora se ocupa muchísimo en la estética, porque es su trabajo y lo que corresponde. Pero también se empezó a trabajar desde adentro, el feminismo en cada una de las compañeras”, contó Florencia Sallovitz, que se acercó a Modestia Aparte porque amaba el estilo pero no sabía cantar.
El trabajo de Andrea Andrés para que la murga suene bien es denodado. “Dice una amiga que soy capaz de hacer cantar a las paredes”, dijo riéndose y recordó “lo horrible” que sonaban al principio, antes de que ella tomara la dirección. Ahora, el cuidado en las voces es parte de esos ensayos larguísimos en los que cada cuerda canta hasta que a La Negra le parece que se puede escuchar. No se trata solo de dar un mensaje, sino de proponer un espectáculo.
La definición de murga feminista dejó a algunas por el camino y trajo una revisión colectiva de las letras, al punto que ahora tienen una comisión para eso, aunque todas hacen sus aportes. “El tránsito fue fuerte, la mutación nos llevó mucha energía y algunas tristezas, hubo compañeras que dejaron el proyecto, otras no se adaptaron a la intensidad y debate que vivimos en esos días, en el contexto del ENM. Para nosotras, la definición vino por la invitación a abrir el Encuentro. Nos llevó a pensarnos como parte del movimiento de mujeres. Si bien nos venían invitando a espacios de lucha y habíamos participado de las marchas de Ni una menos como murga, esa invitación nos hizo pensarnos como militantes”, indicó Verónica Correa, docente e integrante del Frente por la Educación Sexual Integral. Andrea Fernández se insertó en ese eje: “El canto ha atravesado mi vida desde muy chica, pero siempre canto sola o en grupos más chiquitos, pero para mí esto es una manera de militar. No tengo espíritu para la militancia tradicional, donde el conflicto atraviesa todo, entonces me dije que podía hacerlo desde el canto, que es un instrumento que tengo y desde esta murga que está atravesada por el feminismo”.
Y ahora que estamos juntas
En cada show pasan cosas diferentes con el público. Algunas espectadoras lloran por momentos pero la risa es catártica cuando en el cuplé de los piropos ellas les dicen a ellos que “las dejen de provocar con esos bultos y culos parados”. Para Correa, la contradicción es palpable en la murga uruguaya. “Lo que a mí más me asombraba era que siendo un género que denunciaba un montón de cuestiones de la sociedad, no podían hacer esa crítica, no podían analizar desde la perspectiva de género, ni siquiera a los que hacían murga. Aunque no me sorprendió demasiado, porque yo venía del palo del folclore. Sí nos costó un poco la relación con las otras murgas, porque lo que nosotras planteábamos, en la presentación y en la definición de quiénes éramos estaba implícita esta crítica hacia el estilo de murga uruguaya. Y aunque nosotras tratamos de apegarnos al formato tradicional, sinceramente creo que no lo podemos cumplir”, consideró.
Una de las principales preocupaciones que apareció en el tránsito a ser una murga feminista fue que Desencantadas era un espectáculo “muy heterosexual”. Y eso desmentía incluso la experiencia personal de algunas integrantes, aunque no sólo, sino sobre todo lo que querían decir. “Nos llevó mucho tiempo trabajar con discursos que puedan incluir a todas las maneras de ser mujer sin esencializar y así des-heterosexualizar el espectáculo. También nos siguen quedando cuestiones pendientes como la interrupción legal del embarazo, las identidades trans y las masculinidades, que son cosas que vamos a trabajar en nuestro próximo espectáculo”, adelantó Correa. En el actual, la alusión a Belén, la chica de Tucumán que estuvo presa por dos años, es una de las pocas alusiones al aborto en el discurso pero lo que se ve es contundente: todas salen al escenario con el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Esa homogeneidad llevó su tiempo. “Las compañeras, y eso fue lo más rico que tuvo la murga, venían de un montón de lugares diferentes y fue un aprendizaje. Fueron momentos dolorosos también porque nos implicó sacar todo afuera y pensar en quienes éramos, porque no estábamos exentas del patriarcado ni de las violencias”, dijo Correa.
Lo que reciben del público es siempre conmovedor. Desde la señora que lloraba callada mientras las veía en un centro cultural barrial, y luego fue a abrazarlas como si las conociera de toda la vida, hasta las que se hacen fanáticas y siguen a la murga en cada actuación, Modestia Aparte deja huella. “Nos han pasado cosas maravillosas que hacen que nosotras tomemos dimensión y nos hagamos esta pregunta de quienes somos, qué hacemos. Para mí, el hecho de hacerlo con humor nos permite a nosotras jugar y pensar que es posible poder dar el mensaje desde el feminismo, una crítica a la sociedad que nos permita también divertirnos”, reflexionó Correa.
De la murga participan -además de las nombradas- Carolina Rizzatto, Marina Schegtel, Daira Scheiber, Belen Mateos, Irene Moreno -que recién se integra- Soledad Méndez Facciano, Antonella Vega, Valentina Oviedo, Sofía Placente, Magdalena Cottet, Amanda Cantelore, Andrea Navoni, Mara Rodriguez, Victoria Favalli, Milena Lipp y la maquilladora, Lara Irrazábal.
Desencantadas sigue en escena y las Modestas esperan tener a la venta en octubre el DVD del espectáculo. “Hay que darle un cierre”, opinó Andrés. Mientras preparan el nuevo, que tiene como nombre provisorio Entangadas, porque usarán las melodías de tangos conocidos para plantear temas como la legalización del aborto, la violencia institucional, las identidades y las masculinidades. Todas cuestiones cruciales para estas feministas murgueras que se van haciendo al ritmo de los cuplés, los salpicones y las retiradas.