La comunidad del Instituto Isauro Arancibia, el centro educativo al sur de la Ciudad que alberga a más de 300 personas en situación de calle o vulnerabilidad extrema, festejó el día del estudiante con un nuevo pedido al gobierno porteño para que firme la normativa que designa al Isauro como escuela estatal. Alumnos, coordinadores, docentes y vecinos de la zona participaron de una kermés que mostró todas las facetas del instituto: no faltaron los shows musicales, lectura de poesía, clases abiertas y talleres de formación profesional. “Celebramos que en este espacio, pibes y pibas de la calle puedan construir un futuro con una sociedad que los estigmatiza. Sin embargo, el festejo nunca es completo porque todavía falta la firma del Ministerio de Educación”, explicó, en diálogo con PáginaI12, la directora de este establecimiento educativo popular, Susana Reyes.
A las 15.01 del miércoles, la esquina de Cochabamba y Paseo Colón se transformó en un oasis en medio de la ciudad. Es que decenas de chicos –y no tan chicos– disfrutaban que, en lugar de autos y colectivos, en la calle sobraban juegos, talleres artísticos y música. El Isauro volvía a abrir sus puertas. “La idea fue celebrar y reclamar con la misma vehemencia. Porque, por un lado, no podemos dejar de reconocer este proyecto educativo, único e innovador, que hacemos entre todos y a la vez, no dejamos de reclamar para que desde el Ministerio de Educación se apruebe la propuesta educativa –dispuesta desde 2007– y el instituto se convierta en una escuela con todas las de la ley”, sostuvo una de las maestras del primario para adultos.
Ni bien empezó el acto, el sentido de pertenencia y comunidad se observó en todos los rincones de este instituto que limita con el ex centro de detención clandestina Club Atlético. Los alumnos servían pizzas y bebidas, los profesores acomodaban los bancos para organizar los talleres y los chicos del jardín repartían aviones de cartón hechos en el espacio de pintura. “Con estas cosas te das cuenta que somos una familia. Hay días que sólo te encontrás con un profesor en el comedor, o alguno de los chicos no pudo venir porque tuvo quilombos en la calle. Hoy somos uno. Hoy somos el Isauro”, agregó Ezequiel, un alumno de tercer ciclo de secundario.
El Isauro Arancibia –bautizado con el nombre del docente fundador del sindicato Ctera, asesinado en la última dictadura cívico-militar– comenzó a funcionar hace 17 años, con sólo una docente (Reyes) y doce chicos en situación de calle. Desde su fundación, lo único que se mantuvo constante fue su directora y los continuos palos en la rueda para el desarrollo de este centro educativo popular. En un breve repaso se destacan los reclamos, durante años, por el pésimo estado de la institución, luego, una vez llegadas las remodelaciones, el propio gobierno porteño intentó demoler el Isauro para continuar la traza del Metrobús, e incluso, en abril de este año, aparecieron carteles intimidatorios con la firma de la “Triple A”. La última presión llegó con el inicio de las últimas vacaciones de invierno, cuando Reyes recibió una intimación del Ministerio que conduce Soledad Acuña para jubilarse, el mismo método que se utilizó en el Mariano Acosta para expulsar a su directora, Raquel Papalardo. La directora del Isauro se tomó unos segundos para responder por qué el Isauro sigue siendo el blanco de los ataques. “Nosotros mostramos lo que desde el gobierno quieren tapar. Los chicos que vienen acá fueron expulsados del sistema. Chicos que no se imaginaban más allá de los treinta años. Que ahora puedan pensar en un futuro es algo que molesta”, estableció Reyes.
En el acto también hubo tiempo para que cada uno de los talleres de formación profesional y artística, elaborado por los propios estudiantes del Isauro, diera a conocer su material. Así pasaron el grupo de teatro Los Caminantes –dirigido por la actriz Rita Cortese–, bicicletería, fotografía, serigrafía e ingles, entre otros. También, por unos pocos billetes, los chicos de la revista La realidad sin chamuyos ofrecían sus números, que incluye entrevistas al periodista Víctor Hugo Morales y a los músicos Ricardo Mollo y Miss Bolivia. “Escribimos lo que nos sucede en la calle. Los problemas que tenemos con la policía, las continuas discriminaciones y todo lo que pasa por nuestra cabeza”, explicó Teresa, una estudiante de tercer año que también participa en el taller de periodismo.
El cierre del festejo/reclamo fue a pura orquesta. El cantante de Las Manos de Filippi, Hernán de Vega, se solidarizó con el centro educativo al traer su guitarra y dar un show acústico para todos los presentes. “Este día es para todos los chicos que usan el arte para superar injusticias”, comentó y dio paso para una nueva banda, esta vez, compuesta por los propios estudiantes. Los chicos cerraron con un tema homenaje a su escuela. “Tirando para el mismo lado/ al Isauro defendemos/ luchamos, luchamos/ por nuestra educación”, cantaron.
Informe: Jeremías Batagelj.