La marina mexicana desmintió ayer la existencia de una menor con vida, identificada como Frida Sofía, entre los escombros del Colegio Enrique Rébsamen, un caso que durante más de 36 horas acaparó los reflectores. Frente a decenas de periodistas reunidos en el colegio colapsado, Aurelio Nuño, secretario de Educación, dijo que están “seguros de que no fue una realidad” la existencia de la menor.
Cámaras, micrófonos, drones y rescatistas se trasladaron hasta la escuela para observar “el milagro del rescate de la niña”. Los canales televisivos, sobre todo Televisa, durante nueve horas continuas transmitieron el rescate, que se fue transformando en un reality show que terminó como un ejercicio de desmesura mediática. Frida fue la heroína que el rating exigía. Para los medios dominantes, se volvió “el símbolo de la esperanza de México” y hubo periodistas que intensificaron el show al punto de “respetar” en el estudio el silencio que los rescatistas pedían en la zona del desastre. Al filo de la medianoche surgieron versiones de que no había ninguna menor con vida bajo esos escombros.
La reacción muy dura contra los medios, en especial Televisa, porque todo sonaba “perverso”. Una niña que se movía, una niña que recibió agua, una niña que se comunicó, una niña que no existió. Pese a todo, La Razón tituló: “El país contiene aliento ante el largo rescate de la niña Frida”. Y El Universal se hizo eco: “La esperanza se llama Frida”.