El peritaje de Gendarmería que concluye que Alberto Nisman fue asesinado desacredita al que hicieron al comienzo del caso los peritos oficiales del Cuerpo Médico Forense, que depende la Corte Suprema, y que decía que no había ni un signo de homicidio. Pero en lugar de defender a sus especialistas (o de no decir nada), el máximo tribunal difundió ayer un comunicado que dice que ese órgano tiene “autonomía en su actividad profesional”, que la Corte “no ha realizado ninguna actividad pericial” y que los expertos seguían directivas de la jueza y la fiscal que estaban a cargo en ese entonces de la causa, Fabiana Palmaghini y Viviana Fein. O sea, los supremos, se despegaron del informe original y quedaron cerca de la posición del Gobierno, que a través del Ministro de Justicia, Germán Garavano, defendió ayer el nuevo peritaje y hasta dijo que había que prestarle atención a la teoría de Elisa Carrió porque “debe tener elementos” para vincular, como hizo, la muerte del fiscal con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En los hechos, los insólitos relatos que llevó Carrió al expediente fueron descartados como -por ejemplo- que un Buquebús de Montevideo a Buenos Aires trasladó a un comando de inteligencia de gente de Medio Oriente que venía a controlar la hora en que Nisman aparecía muerto.
Una posibilidad es que la Corte busque acomodarse a los nuevos vientos pero no habría que descartar que actúe en forma preventiva: si la Gendarmería, autora del peritaje que introduce el homicidio, desacredita al Cuerpo Médico ¿está todo mal el peritaje original? ¿Podrán quedar incriminados los peritos que lo hicieron? ¿Y los supremos? Apenas Nisman apareció sin vida, el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, le encomendó al ex decano de los forenses, Roberto Luis María Godoy, que coordinara la autopsia y la junta médica, en lo que trabajó con el forense Héctor Di Salvo y con el experto en autopsias y data de muerte Fernando Trezza, entre otros. Las conclusiones de aquella junta, firmadas por 13 expertos, incluidos dos médicas de la Policía Federal, con la sola disidencia de los peritos designados por la querella de Sandra Arroyo Salgado, era taxativa en que no había ningún elemento que permitiera hablar de homicidio. Lo mismo ocurrió con la junta criminalística, que por cinco votos contra uno de la querella describió que no había en la escena del baño ni en la dinámica del hecho rastros de la presencia de terceros.
Los contrastes entre una y otra evaluación son enormes. En la nueva toxicología apareció la ketamina en el hígado, pero no está cuantificada, y no había marcas en el cuerpo de Nisman de que se la hubieran inyectado; las pericias originales decían que la sangre se salpicó en distintas direcciones sin que nada se interpusiera, pero Gendarmería dice que había una persona detrás y otra al costado; si uno de esos sujetos disparó, entonces no queda claro cómo es que el fiscal tenía las manos ensangrentadas y en la mano derecha con la marca de la empuñadura del arma; ¿por dónde salieron los atacantes si la cabeza bloqueaba la puerta? La médica legista que revisó el cuerpo declaró en su momento que por la hendija que quedaba no pasaba una persona; no hay huellas de los asesinos, la Gendarmería dice que limpiaron la escena, ¿cómo hicieron para dejar intactas únicamente las huellas del fiscal y de Diego Lagomarsino en una cafetera? Los barridos electrónicos sobre la mano de Nisman habían dado resultado “negativo”, y la Gendarmería se aferra a eso, pero la realidad es que los mismos informes dicen que estaban presentes los componentes del fulminante en proporciones bajas, o sea, había pólvora en la mano.
Cuando Cambiemos llevaba un año gobernando, reapareció en el país Antonio Horacio Stiuso, ex jefe de operaciones de la ex Side que tuvo una relación estrecha con Nisman por la causa AMIA, declaró nueve horas y dijo que al fiscal lo había matado un grupo relacionado con el gobierno anterior, de lo cual no ofreció pruebas. Su regreso determinó que la causa fuera a parar a Comodoro Py el año pasado con una decisión de la Corte. Esa mudanza llevó a la entrada en escena de la Gendarmería para cambiar definitivamente el rumbo de la causa, a medida de Arroyo Salgado, Clarín y el Gobierno, que ahora aplauden.
¿Por qué se mandó a peritar todo de nuevo? ¿Cuál fue la irregularidad con las pericias oficiales? Ninguna, sólo que los resultados no le gustaban a la ex esposa de Nisman, ni al poder de turno. A menudo se invoca el hecho de que el fiscal había denunciado cuatro días antes a la ex presidenta por encubrimiento de los iraníes, pero se omite que al día siguiente de su muerte debía ir a rendir cuentas de su denuncia al Congreso mientras el ex secretario de Interpol, Ronald Noble, desmentía rotundamente que hubieran existido medidas del gobierno argentino para desvincular a los sospechosos del atentado a la AMIA (como levantar las alertas rojas).
Apenas se conoció anteayer la conclusión de Gendarmería, Carrió afirmó con aire de festejo: “Fue el gobierno de Cristina el que lo mató”. Y sugirió que se cuestiona a la fuerza para desacreditarla también por el caso de Santiago Maldonado. El ministro Garavano respaldó el nuevo peritaje: “Nos va acercando a despejar la duda inicial” (sobre suicidio u homicidio), dijo y llamó a prestar atención a Carrió, a quien atribuyó conocimiento del tema. La única vez que la diputada declaró en la causa, aportó teorías como la del comando iraní venezolano que mandó un contingente en un Buquebús a chequear la hora de la muerte, pero la fiscalía verificó que no habían viajado en ningún Buquebús ese día pasajeros iraníes ni de Medio Oriente. La diputada al final no había aportado nada. Marcos Peña dijo que hay que ser cuidadosos, pero es el juego de Cambiemos: unos atacan y otros moderan.
Hoy Gendarmería entregaría el informe, que será impugnado por la defensa de Diego Lagomarsino. Y todavía falta un reconstrucción y la pericia informática.