Susana González, de la Comisión de Cultura y Patrimonio del Consejo Consultivo Comuna 7, mandó estas fotos sobre la notable campaña antigrafitti que lleva adelante el gobierno porteño. Lo de notable es por cómo se hace, no que estén en contra de las pintadas, que son plaga y en general tags pavotes de chicos que se quieren hacer notar. Lo relevante en este caso es que se hacen a pintura gris, sobre cualquier superficie y en cualquier edificio. Con lo que la Ciudad, institucionalmente, completa el vandalismo del graffitero, pintando lo que no se debe pintar, como los tantos frentes de piedra París ahora arruinados. González aporta un detalle más, que los apurados pintores municipales pintan encima de carteles pegados. Con lo que la pintura dura lo que un suspiro y el efecto final es otra mugre.
Dicho esto, una reflexión: ¿por qué tantos dejan sus frentes caerse de esta manera? Muchos apelan al argumento de la falta de fondos para mantener edificios, casas particulares o PH, pero esto suele ser desmentido por los splits flamantes o por el brillo de las pantallas gigantes de las HDTV. Y en tantísimos casos, el que deja caer los frentes es el dueño que abandona a sus inquilinos a su suerte, confiado en que si su propiedad se derrumba el negocio estará en el terreno a vender para demoler. Nuevamente, la lógica económica es de hierro y va en una sola dirección. Además de la costumbre argentina, tan difundida, de sólo cuidar y lavar el auto.