Eno compara la experiencia de visitar sus instalaciones con “ir a un parque o algo por el estilo”: “Es un lugar diferente, porque en la ciudad siempre tenés que estar alerta. Este es un lugar en el que podés dejar de ser vos mismo, podés dejar el control. Estás en un lugar seguro, no tenés que estar mirando alrededor todo el tiempo, nada va a lastimarte. Uno no va un parque sólo por la naturaleza sino porque no hay ruidos, no hay autos, no hay ladrones ni otras cosas peligrosas. Es un espacio en el que podés tener una forma de pensar diferente”.
Según el músico británico, hay pocas diferencias en el modo en que las personas reaccionan según su origen. “En Italia, a menudo iban parejas, como en una suerte de situación romántica. Quizá fuera porque no podían pagarse un departamento y ahí estaban un rato en un lugar oscuro”, se ríe. “Ahí, mientras yo estaba en la muestra, un inglés se paró frente a mí y le propuso matrimonio a su novia. ¡Y ella dijo que sí!” En cada ciudad por la que pasan sus instalaciones, Eno pide que los visitantes puedan dejar sus comentarios en un cuaderno. “Lo que más se repite es ‘me gustaría que esto esté siempre acá’. Es un lugar agradable para ir, sobre todo cuando hay poca gente. Por eso es necesario que esté bastante tiempo. Nunca lo hacemos durante menos de tres o cuatro semanas: si hay demasiada gente no es tan agradable.”