El billón Lebac. Los 100 mil millones de dólares de deuda externa. Los 5 puntos de déficit fiscal. La inflación de dos dígitos. Los 700 millones de dólares mensuales de déficit comercial. Esta lista de desequilibrios de la Argentina es un festín para cualquier profesor de macroeconomía avanzada de las principales universidades del mundo. Y falta mencionar uno de los más relevantes: la fuga de capitales de los últimos 20 meses. El Banco Central publicó la semana pasada su informe de balance cambiario y dejó en claro que la dolarización estructural del país alcanzó uno de sus niveles más importantes en décadas. El sector privado fugó en agosto unos 3 mil millones de dólares netos y fue la tercera compra mensual más importante en 20 años.

La incertidumbre de las elecciones hasta mediados de agosto influyó para acelerar la compra de divisas pero no es el único elemento que explica la salida de moneda extranjera. A partir de diciembre de 2015 ya se fugaron unos 30 mil millones de dólares, de los cuales 8 mil millones se registraron en los primeros ocho meses de este año. La dolarización en la Argentina es un elemento estructural.

La cifra de individuos que compraron divisa el mes pasado superó el millón de personas y viene creciendo a paso firme en los últimos meses. La autoridad monetaria informó que una parte importante de estas compras las hicieron sectores de la clase media con alta propensión a dolarizar sus ahorros. “Si se desagrega la información teniendo en cuenta el monto de las compras mensuales por cliente, se observa que el 42 por ciento de las operaciones de billetes fueron realizadas por importes menores a los 10 mil dólares por cliente”, indicó el Central. Agregó que el 20 por ciento fueron compras de entre 10 y 20 mil dólares, mientras que el 22 por ciento estuvo en el rango de 50 a 500 mil dólares y el 15 restante por encima de esos montos.

La dolarización no fue el único elemento de desequilibrio registrado en el balance cambiario de la autoridad monetaria. El documento también permite observar la salida de divisas de los diferentes sectores de la actividad económica. En agosto la industria automotriz registró una compra neta de divisas (fuga comercial) de 713 millones de dólares, en tanto que la de maquinarias y equipos fue de 546 millones, la de industria química, caucho y plástico de 508 millones, la del rubro comercio de 452 millones, la transporte de 329 millones y la del sector comunicaciones de 245 millones. El conjunto de las actividades que generan valor agregado fueron deficitarias en el frente externo (es decir, compraron más dólares para importar de los que generaron por exportación). Los sectores que compensaron parte de este rojo fueron los primarios (en donde se genera menor valor agregado pero sobre todo se demanda menos mano de obra). El complejo de oleaginosas y cereales registró una venta neta de moneda extranjera de 2579 millones de dólares, al tiempo que el rubro de alimentos y tabaco se ubicó en 297 millones, el de minería en 238 millones y el de agricultura, ganadería y otras actividades primarias en 225 millones.

Estas cifras muestran las distorsiones estructurales de la economía local. Los sectores productivos son deficitarios en divisas (y las actividades primarias de la economía que exportan no alcanzan para compensar ese rojo). Las presiones en materia de divisas se multiplican para adquirir moneda extranjera. La deuda externa por el momento alcanza para sostener este desequilibrio pero la mayoría de los economistas (de derecha a izquierda, de progresista a conservador) piense que esta lógica no es sostenible.