El Maestro de Ceremonias nos recibe en la puerta y nos saluda, invita con algún licor de la casa mientras esperamos en el pasillo de la pintoresca Alfred Jarry (Montevideo 2364‑PB), la señal para que comience un ritual de iniciación sexual a cargo del Grupo KlanDestino, presentado por La Compañía Sabina Beher.
El Maestro de Ceremonias es nada menos que el ya mítico Omar Serra, actor, dramaturgo y director rosarino, discípulo de otro histórico: Norberto Campos, compinche de las travesuras de Cucaño, que hace tiempo se ha atrincherado en ese espacio donde el surrealismo se da cita todas las noches, ya pasadas las 23.
¡Quién mejor que Serra para dar cuenta de Filosofía en el tocador (1795)", un texto blasfemo, aún en épocas donde toda blasfemia pareciera resultar apenas un cuento de niños. ¡Quién mejor que aquel escudriñador de la tragedia griega, que hace algunos años nos invitaba a descubrir en Layo por qué Edipo mató a su padre.
Donatien Alphonse François de Sade, el irreverente Marqués, es el autor de ese texto que espantó a la burguesía francesa y al mundo entero, tanto o más que aquel otro "libelo" que años después anunciaría la llegada de un fantasma que horrorizaría también a la burguesía: El Manifiesto Comunista (1848), escrito por otro sacrílego: Carlos Marx.
Precisamente, el programa de mano cita un texto escrito por Sade que bien podría habérsele atribuido a Marx: "La ley solo existe para los pobres, mientras los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren".
Épocas de turbulencia, de revoluciones triunfantes y traicionadas donde se estaba gestando otra moral, tanto Sade como Marx desmitificarían desde distintos lugares las hipocresías de la "virtud burguesa", desbaratando sus estrategias y la corrupción que para muchos es un hallazgo de estos tiempos.
"Un texto tan controvertido y transgresor aún en nuestros días, además de sus indiscutibles escenas desbordantes de sadismo también puede ser interpretado como una avanzada lección de educación sexual del Iluminismo del siglo XVIII para las jóvenes adolescentes", dice Serra a propósito de su versión teatral que juega entre el libertinaje y lo candoroso.
Por la disposición escénica y la espacialidad de la sala, pareciera que el público sería el primer destinatario, o bien un alumno privilegiado de esa enseñanza que se brinda puertas adentro.
La proximidad con los actores y el propio director crea un clima intimista que nunca traspone el espacio del espectador, en una puesta que si cayera en el desborde perdería la teatralidad que tanto cuida la precisa intervención de la dirección.
Es destacable el diseño del vestuario (Lorena Fenoglio) y los objetos escénicos, junto a los efectos de la iluminación a cargo de Víctor Ramos y la música de Leo De Sancti, a partir de una austera producción que muestra una aproximación a la decadencia de una clase que el texto se empeña en demostrar.
"Este producto es fruto de tres años de trabajo intenso. El primer año nos reunimos a leer la obra seleccionando textos. Cada actor elegía los que deseaba interpretar, y cuando tuvimos la dramaturgia completa nos dedicamos a desarrollarla en el espacio escénico", develó Serra.
Un grupo actoral compacto integrado por Sebastián Tiscornia, Oscar Sanabria, Julieta Ledesma, Carolina Boetti y George De Bernardis le pone el cuerpo a una escritura que desborda voluptuosidad, donde destaca la exquisita creación que hace el dúctil Oscar Sanabria de la Señora de Saint‑Ange.
Esta particular mirada de Omar Serra acerca de Filosofía en el tocador vuelve a reencontrarnos con una estética propia y que no es fácil de encontrar en las carteleras de espectáculos. Convendría hacer las reservas al 4245065 o en el sitio del grupo, ya que las entradas se agotan y la capacidad de la sala es limitada.