Desde Esquel
Las primeras horas posteriores a cualquier situación compleja, como la represión y la desaparición forzada de personas, son claves por las pruebas y pistas frescas que puedan levantarse sobre los hechos y porque la información que circula al respecto aparece desorganizada y genuina. En el caso de Santiago Maldonado se suma que en ese momento el Gobierno no había comenzado aún a entorpecer y desviar la investigación. En el relato que realizan los propios gendarmes que participaron de la represión del 1º de agosto hay un quiebre en sus relatos que coinciden con la intromisión de Daniel Barberis, responsable del área de violencia institucional del Ministerio de Seguridad y el inicio de la injerencia dentro del expediente de Gonzalo Cané, Secretario Coordinador con los Poderes Judiciales.
Página/12 analizó el informe de los teléfonos celulares de varios gendarmes –Fabián Méndez, Pablo Escola, Daniel Gómez, Carmen Saldaño, entre otros– elaborado por la Dirección General de Inteligencia Criminal de la Policía Federal (PFA) e incorporado dentro del expediente hace diez días. En ese informe pueden verse esos quiebres, que puestos en su contexto adecuado podría permitirle a las querellas encarar nuevas preguntas y solicitar medidas de prueba sobre los hechos sucedidos el primero de agosto.
“Hay un desaparecido”, escribió en un mensaje de WhatsApp la uniformada Carmen Saldaño. El día anterior a la represión ella formó parte de la patrulla que estuvo sobre la Ruta Nacional 40 junto a Emmanuel Echazú, Daniel Gómez y Coronel González. El mensaje fue enviado a un celular con característica 3442, que es la correspondiente a Entre Ríos, agendado a nombre de Martín. Saldaño envió el mensaje el 4 de agosto a las 10.40. Según el informe entregado por la PFA, no se conoce el hilo de la conversación.
El 5 de agosto, la gendarme envió un mensaje a un celular con característica 3875, de Tartagal, donde informaba que los vehículos de su escuadrón serían peritados por “el supuesto desaparecido”. El 6 de agosto, Saldaño recibió tres mensajes de otro usuario -agendado como Vivi-, con los siguientes textos: “Che qué quilombo con lo del desaparecido”; “las noticias dicen sus versiones”; “sabés verdad que desapareció”. El informe oficial de la PFA no envió las respuestas a dichos mensajes, si es que los hubo.
Los lectores podrán inferir que no había demasiadas intenciones de Saldaño de explayarse en el tema. Aquí es donde entra a jugar el quiebre en el discurso de los uniformados, en consonancia con la bajada de línea efectuada por Barberis a partir del 8 de agosto, tal como publicó PáginaI12 en su edición del 23 de septiembre.
El 11 de agosto, los mensajes de Saldaño con sus camaradas cambiaron de tenor, fueron más enfáticos y a tono con la versión del Gobierno nacional.
“¿Pety es tu escuadrón?”, fue el mensaje que le enviaron a la uniformada desde un usuario agendado como “cordobesa”. Antes, la misma persona le había mandado una nota de TN sobre los cabellos y una soga con sangre encontrados en uno de los Escuadrones de Gendarmería.
“Sí en mi escuadrón”, respondió Saldaño y siguió: “Pero no había nada”; “todo dio negativo”, “es todo blasfemia”; “porque yo estaba presente”; “estamos cerca de las elecciones”; “los K quieren ensuciar al Gobierno”.
Saldaño pasó de decir “hay un desaparecido” a “los K quieren ensuciar” con una diferencia de días. Son los días en que el Gobierno empezó a incidir en la investigación.
Caja china
La película mexicana “La dictadura perfecta” instala la idea de que ante cualquier crisis, con la ayuda de los medios hegemónicos de comunicación, se puede desviar la atención de los hechos con el invento de alguna otra información. Es lo que llaman “caja china”.
Como ya indicó PáginaI12 en otras ediciones, el funcionario Gonzalo Cané fue quien introdujo el 15 de agosto dentro del expediente la versión del “puestero de Epuyén”. Al día siguiente, Patricia Bullrich habló de esa teoría y durante dos semanas tanto el Gobierno como los medios de comunicación hegemónicos se cerraron en esa versión. Los altos mandos de Gendarmería hicieron lo mismo. El comandante Fabián Méndez, quien un rato antes de la represión del 1º de agosto se ausentó de la zona de conflicto, les envió una orden por escrito a Pablo Escola, segundo comandante al frente del Escuadrón 36, y a todos los gendarmes que participaron de la represión: “A partir de hoy no se habla más de mapuches sino de RAM.”
El mensaje fue enviado el 16 de agosto a las 10.40, cuando Patricia Bullrich era interpelada en el Congreso. El texto coincide con la versión del supuesto ataque de la Resistencia Ancestral Mapuche al puestero de Epuyén y la construcción de la idea de “los mapuches terroristas”, también afín a la versión del Gobierno nacional. En este sentido, Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, fue el funcionario que instaló la teoría de la “flagrancia” y los “mapuches terroristas” para apresar a los integrantes de la comunidad (ver aparte).
En la reorganización del discurso y en el armado de la “versión oficial” hay otro actor que es clave: el 1º alférez Daniel Alejandro Gómez, del Escuadrón de El Bolsón, al igual que Méndez. Gómez es quien dialoga con el jefe del Escuadrón 36 de Esquel, Pablo Badie, sobre la versión de un tercero que habría visto un cuerpo flotando en el Río Chubut, pero de la secuencia completa de dicha conversación queda claro que nadie vio nada de eso. Gómez es relevante por otro aspecto: él mismo cuenta, según la conversación que mantuvo con Badie, que le estaba escribiendo los informes internos (sumarios) al resto de sus compañeros que participaron de la represión el primero de agosto.
Gómez es otro de los gendarmes que participó de la reunión con Barberis cuando el funcionario les dijo que había que tener una posición unificada. Por lo tanto, cabe la pregunta: ¿Y si Gómez arregló el discurso sobre los hechos del 1º de agosto con alguno de sus superiores? ¿Qué hizo exactamente Fabián Méndez, el jefe del Escuadrón 35 de El Bolsón, superior de Gómez, cuando se ausentó de la RN 40? ¿A qué hora se fue?
El 4 de agosto Gómez recibió una llamada de un superior a quien identifica como comandante (no queda claro su nombre). Éste le pide que explique todo lo sucedido, en un formato de línea del tiempo. Ese audio, entregado junto a todas las pericias de los teléfonos de los gendarmes, está dentro de una carpeta que dice “audios mencionados en el primer informe” del Ministerio de Seguridad. Si se aguda el oído, antes de que Gómez atienda la llamada se escucha a otra persona en el ambiente que dice ¿estamos?, como dando pie a que se estaba grabando dicha conversación de manera adrede. Gómez sostiene el relato oficial. Pero ese mismo día, la gendarme Saldaño escribió –sin titubear– “hay un desaparecido”.