El próximo viernes a las 23, FOX estrenará la segunda temporada de El exorcista. Entrega que se enfrentó a un prejuicio proporcional al mal de Pazuzu, aquel demonio que poseía a la adolescente en la película de 1973. Posiblemente no exista en el género de terror una película más venerada que la de William Friedkin. Los creadores de la serie fueron astutos ya que en vez de emular a la fuente dejaron fluir su espíritu, sobre todo en lo relativo a la narrativa de tensión permanente. La primera temporada también incluyó un exorcismo sobre una chica pero con cambio de época, nombres y alusiones al caso de Regan en los 70. Entre las referencias más directas está la de la dupla de religiosos. El cura Tomás Ortega (Alfonso Herrera) y Marcus Keane (Ben Daniels) vienen a ser los Karras–Merkin de esta historia. También apareció un enemigo dentro de la misma curia, el padre Bennet, dispuesto a velar por los intereses del Vaticano.
En estos diez nuevos episodios Ortega y Keane irán hasta Seattle para asistir a un hogar para chicos en riesgo copado por Satán. El Exorcista dialoga con su progenitora, pero también con otras producciones del género como El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005) y la serie Outcast que también emite FOX. Hay más tiempo para explorar todo ese universo y dotarlo de su propia lógica. A nivel visual se perciben texturas varias y un violento trabajo de edición. El escenario resulta menos claustrofóbico e invernal aunque cercano dado la temática. “La audiencia sabe cuándo el horror está por venir, así que tenés que premiar su paciencia contando la mejor historia posible, sin caer en el shock gratuito. Es una maldición y una bendición porque te fuerza a crear nuevos miedos y formas de asustar a la gente”, dijo su creador Jeremy Slater.