“Veinte años no es nada”, repiten Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat, los protagonistas de El gusto es nuestro. Y es que aquella aventura que comenzó dos décadas atrás, sin pensar que los llevaría por España y Latinoamérica durante dos meses, reuniendo entonces a 500 mil personas en treinta y tres conciertos, hoy tiene su segunda vuelta. En Buenos Aires, será exactamente en el mismo lugar donde comenzó todo, el Luna Park, con cuatro conciertos entre mañana y el domingo 1° de octubre. La gira seguirá por el Orfeo de Córdoba y al Metropolitano de Rosario (el 4 y 6 de octubre). Celebrando este reencuentro que aseguran impensado, y que hoy los ubica juntos en escena, los cuatro españoles vuelven a estar juntos en escena, ahora con El gusto es nuestro. 20 años.
Una que sepamos todos
Los conciertos vuelven, como es lógico, sobre aquellas canciones: “Hoy puede ser un gran día”, “España camisa blanca de mi esperanza”, “Bienvenidos”, “Solo pienso en ti”, “Cantares”, “Mediterráneo”, “La Puerta de Alcalá”, “Año 2000”, “Santa Lucia”, “Asturias”, “El hombre del piano”, “Fiesta”, “Lucía”, “Blues del autobús”, “Luna”, “Contamíname”, forman parte del repertorio. ¿Qué implica revisitar estas canciones que hoy son clásicos, veinte años después?
Víctor Manuel:–Siempre partimos de que el público quiere escuchar lo que conoce. Y eso es un hándicap para nosotros, claro. Uno siempre trata de equilibrar, de cantar lo que sabe que es imprescindible, porque si no los que van a verte se van a sentir defraudados, pero también lo que tú quieres que escuchen. Si Juanito no canta “Cantares” o “Mediterráneo’…
Ana Belén: –¡En ese caso le damos nosotros, no esperamos a que el público proteste! (risas)
V. M.: –Yo tuve una época en que me daba por no cantar cosas que habían sido éxito. Y ‘me caí del caballo’ un día viendo a Simon & Garfunkel en Madrid, ya se iban y no cantaban ‘Puente sobre aguas turbulentas’. Pensé: ¡Qué hijos de puta!
Joan Manuel Serrat: –¡A mí me pasa lo mismo con Dylan! ¡Y me pasa aunque cante las que pido, porque no las entiendo! (risas). En este caso es claro que hacemos un concierto con canciones reconocibles. Estoy de acuerdo con Víctor en que es lo que la gente espera. Pero también es curioso que cuando uno plantea un nuevo concierto, procura hacer canciones nuevas, porque si no lo haces, ustedes los periodistas, dicen: “no cantó nada, nuevo, la gente solo aplaudió las canciones de siempre...”. Luego haces todas nuevas, y la gente se queja. Tenemos que encontrar una relación público-artista que nos permita plantear el nuevo trabajo con un punto de generosidad por parte de ambos.
La relación con Argentina
J. M. S.: –Mi relación con Argentina está basada en los cinco sentidos: en la vista, en el oído, el olfato, en el gusto y en el tacto. Todos abundantemente, y todos con gran intensidad. Está basada en un tiempo largo que conforman casi cincuenta años de mi vida, 48 para no presumir. Y todo lo que en estos 48 años ha ocurrido y me ha mantenido cercano en el sentimiento: la amistad, el amor, la guerra y la paz. Es un tierra donde he dejado hilachas de mi vida.
Miguel Ríos: –Yo he trabajado con muchos músicos argentinos y he tocado muchos temas del repertorio argentino, cosas de Charly García, de Lerner. Puedo contar un poco cómo las canciones me han contado a mí Argentina. En ese sentido, Argentina es de los pocos lugares en Latinoamérica donde el rock sigue teniendo un piso, se siguen haciendo grandes canciones y se sigue teniendo una conexión con la cultura, con lo que se vive en la calle. A diferencia de ellos he venido muy poco a la Argentina, pero tengo recuerdos imborrables. Recuerdo un encuentro con Charly García en el año 92, con él grabé un tema para un disco que no ha salido aquí, Directo al corazón. Se llamaba “Hay chicas”, yo hice el texto y Charly la música. Y cuando fuimos a un pequeño estudio Charly llamó a Calamaro (¡por entonces se querían mucho!). Andrés se puso a la batería, luego al bajo, Charly al piano, luego a la guitarra… Se montaron los dos una maqueta con una facilidad increíble. Cuando volví, Joaquín Sabina, que todavía no era todo lo conocido que es ahora me preguntó: ¿qué tal Charly? Joder, si querían dejarme boquiabierto, lo ha conseguido...
Los estímulos para seguir
A. B.: –El estímulo para seguir, en mi caso, es perseguir lo que yo sé que cuando termino un concierto o una función de teatro, no he llegado a hacer perfectamente. Y siempre pienso: mañana… mañana lo voy a hacer mejor... Entonces es perseguir eso que sé que es imperfecto.
J. M. S.: –El tiempo es lo más valioso que hay en esta vida. Y cómo apurar el tiempo que tienes delante, pensar en ello y hacerlo, es obligación de quien tiene interés en vivir: escoger lo que tiene que hacer. Yo escojo hacer aquello que por una parte me hace feliz, por otra parte me hace crecer, me hace vivir en comunidad, me hace compartir. Entonces tengo muy claro lo que no pienso dejar de hacer, mientras pueda. Mientras pueda, yo seguiré estando muy cerca de la gente que amo. Seguiré buscando crecer, que mañana haya algo más en esta cosa tan corta, y a veces tan absurda, que es este tránsito por la vida.
M. R.: –Yo hace cinco años hice una gira que se llamaba Bye Bye Ríos, significaba que había dejado de cantar, y bueno…. Aquí me tienen (risas). Es que yo sé que el rock no es para viejos, salvo algunas excepciones. Porque claro, la gerontocracia llega a todas partes. Y no queremos morirnos los viejos y les estamos haciendo una vida tan jodida a los jóvenes, que nos tienen que pagar las pensiones… ¡y hay que morirse, coño! No se puede vivir para siempre... (risas) Yo estaba convencido de que una parte de mi trabajo es la energía, que es algo que no se crea, y que va mermando. Pero resulta que de pronto me llamaron éstos para esta gira, y es como volver al recreo: alguien te dice ven: ¡eh, tío, sal del asilo! ¡Y además me van a pagar!
J. M. S.: –Como dijeron los colegas, el crédito que tenemos se basa en la generosidad de la gente, quizás también en la credibilidad de nuestro trabajo, en no haber tenido concebido con la gente una relación de confianza, como suele ocurrir en cualquier ámbito de la vida, la relación perdura a través de los años.