En el segundo día de las jornadas cambiarias y monetarias del Banco Central se debatió sobre el esquema macroeconómico de la Argentina. El presidente de la entidad, Federico Sturzenegger, planteó que el tipo de cambio flotante “es una pieza angular de la nueva estrategia económica”. Aseguró que existen tres factores claves para justificar el argumento. “La primera ventaja de mantener un dólar que flota es que pueden disociarse los shocks externos de lo que ocurre a nivel local. La economía se recuperó sin sobresaltos del Brexit y la inestabilidad política de Brasil gracias a nuestro esquema de tipo de cambio flotante”, planteó.
El segundo motivo que mencionó fue que permitir que el precio del dólar lo decida el mercado ayudar a sostener un crecimiento de mediano y largo plazo. Explicó que el tipo de cambio que flota permite equilibrar las cuentas externas, cuando existen por caso aumentos de las importaciones. “Hoy por ejemplo las inversiones están generando un fuerte avance de las importaciones de bienes de capital. Hacer flotar el tipo de cambio ayudará para que en forma progresiva se vayan acomodando las variables y evitar un desajuste prolongando sobre las cuentas externas”.
La tercera ventaja que mencionó Sturzenegger fue vinculada a los incentivos para que la economía se maneje en moneda local y no en moneda extranjera. “La desdolarización de la economía es otro de los beneficios. Se puede ganar o perder cuando se apuesta al dólar en un esquema de tipo de cambio flotante. La volatilidad hace que la gente termine pensando en pesos y no en dólares sus flujos para invertir o para mantener la vida cotidiana. Deja de importar qué ocurre con el dólar”, apuntó. Por el momento esta ventaja no se observa en la economía local. La fuga de divisas fue en agosto una de las más elevadas de los últimos diez años y este año se espera que sólo por formación de activos externos del sector privado (ahorro en dólares) se pierdan de la economía local unos 14 mil millones de dólares.
El tipo de cambio no fue el único elemento en que se concentró la jornada. También se discutió “el nivel de reservas óptimas” que debe mantener el país. Se trata de un debate que viene de la época de Martín Redrado al frente del Banco Central en 2005. Sturzenegger planteó que la decisión de la autoridad monetaria es llevar las reservas a un 15 por ciento del PIB, desde el 10 por ciento que hay en la actualidad. “No definimos tiempos ni nada de eso pero consideramos que, aplicando algo de inteligencia colectiva, ese es el mínimo nivel que necesitamos si se tiene en cuenta que es similar al que mantienen países exitosos de la región y el mundo”, dijo. Agregó que “para subir el nivel de las reservas estamos coordinando con el Ministerio de Hacienda y de Finanzas, puesto que ellos son los que generan los dólares que necesitamos al financiar con deuda externa los gastos del Tesoro. Se requiere coordinación porque los pesos que se emiten para comprar esos dólares deben esterilizarse (absorberse a través de Lebac)”.
Para el titular de la autoridad monetaria los costos de esta esterilización (es decir los pagos de interés por la deuda en Lebac) se sobre compensan con los beneficios para la economía de tener reservas más elevadas. Incluso planteó que el manejo de las reservas ahora permite un retorno que (traído a valores presente) superó el pago que se le hizo a los fondos buitre. La deuda de las Lebac, cuyo stock de letras ya se triplicó desde diciembre de 2015, implica un pago de interés por año equivalente al 2,5 por ciento del PIB, una cifra que representa el 50 por ciento del déficit fiscal. Y, según economistas de distintas corrientes, generan problemas de sustentabilidad y obligan al Banco Central a mantener en niveles elevados las tasas de interés.