Más allá del ruido político generado en su derredor, lo que en esencia viene a hacer Roger Waters a la Argentina este martes y miércoles en el estadio de River Plate- es a presentar una gira cuyo nombre, dado lo ocurrido, resuena a afrenta: “Esto no es un simulacro” (“This is not a Drill”). Descansando en la solidez de una banda conformada por Jonathan Wilson y Dave Kilminster en guitarras, Jon Carin en teclados, Gus Seyffert en bajo y el tándem Shanay Johnson y Amanda Belair en coros, el músico británico expondrá en dos partes una ajustada y variopinta síntesis de su larga trayectoria, desde el The Dark Side of The Moon puro hasta su epónimo y “reducido” disco solista, publicado en octubre del corriente año.

Va de suyo entonces que el set -25 temas total- incluye varias piezas de esas que sabe el millón. “Comfortably Numb”, “The Happiest Days of Our Lives”, las partes II y III de “Another Brick in the Wall”, “Outside the Wall”, “In the Flesh”, y “Run Like Hell” de The Wall. “Have a cigar”, las partes VI y VII de “Shine on you Crazy Diamond”, y “Wish you were here”, del disco epónimo; la extraordinaria “Sheep”, de Animals, y “Two Suns in the Sunset”, gema melanco de The Final Cut.

En el caso puntual de Dark side of the moon, disco que abre y cierra el repertorio en sus dos variantes, su principal creador mostrará un perfil distinto al del trabajo original, y todas sus variantes en vivo. “Money”, “Us and Them”, “Any Colour You Like”, “Brain Damage” y “Eclipse”, las cinco que tiene previsto hacer de aquella obra cumbre, sonarán amigas de las que reimaginó para su último disco solista. 

Un fino trabajo sonoro que, aunque conserva los patrones de estructura originales, va hacia un más allá hecho de extrañezas, matices y preciosuras, bajo un halo austero y con efectos de sonido más “reflexivos” que antaño. Por ahí marchan y marcharán “Money”, una de las versiones que más dista de la original, más allá de su inmutable patrón rítmico; y “Any Colour You Like”, cuya fuerza psicodélica primitiva ha perdido en nombre de un concepto radicalmente diferente. Entre las más cercanas al pasado, emergen “Eclipse”, y “Us and Them” que, de seguir los pasos de su construcción reimaginada, fidelizan mejor con el pasado.

Para deleite sensorial de sus más acérrimos seguidores, Roger –que ha cumplido 80 años en septiembre- desempolvará una reliquia de un disco que no suele repasar mucho: Radio K.A.O.S, de 1987. Con el cuchillo entre los oídos se está esperando entonces la ejecución de “The Powers That Be”, un alegato acostumbrado en sus letras, en este caso contra los poderes establecidos y las fuerzas del mercado “que juegan duro y sin reglas”. 

De su universo solista sonarán también “The Bravery of Being Out of Range”, réquiem pacifista, antiarmamentista, inserto en Amused to death (1992); “Deja vu”, ese que habla de imaginarse a Dios o a un drone “patrullando cielos extranjeros”, parte intrínseca del bello y apocalíptico Is This the Life We Really Want? (2017), un nombre que por cierto liga exacto con lo que está empezando a experimentar una parte de la sociedad argentina, a la luz de los resultados electorales del domingo: ¿Es esta la vida que realmente queremos vivir? 

El repertorio solista que trae Roger en sus alforjas, se completa esta vez con “The Bar”, pieza de reciente estreno, compuesta durante la pandemia del Covid-19.

 "Si mi show nos alienta a todos a fomentar el sentido de comunidad a través de las fronteras creadas por la política y las fronteras internacionales y las naciones, entonces habré hecho mi trabajo”, dijo Waters, en los prolegómenos de esta gira, cuyos shows por supuesto no se privan de la acostumbrada grandilocuencia escenográfica, visual, sonora e iconográfica, motorizada a través de pantallas enormes, luces multicolores y efectos especiales, puestos a disposición también de la resistencia social a la que Roger llama, no solamente desde sus temas, sino también desde videos y mensajes.

Una gira esta de “This is not a Drill” que ha tenido hasta ahora momentos de alto impacto, como la tremenda tormenta eléctrica que se desató en el Estadio Centenario de Montevideo durante la parada anterior. Un estado climático que jugó en tándem con la puesta, lógico. Como era de esperar, Roger también adornó ese show –y se espera que lo haga aquí en la Argentina- con pedidos por los derechos de los palestinos, además de criticar al Comité Central Israelita del Uruguay, representado por Roby Shindler, quien había pedido “concientizar” sobre Waters, además de lobbyar para que ningún hotel le diera cobijo. 

“Roby, púdrete”, gritó a puño alto y sin simular nada –justamente- el combativo Waters, ante los 25 mil fanas celestes que lo fueron a ver, el pasado viernes. “Estoy muy entusiasmado con los shows en Buenos Aires, mis últimos shows allí son una leyenda, nueve conciertos en River Plate”, recordó en una entrevista con Eduardo Fabregat, publicada en Página 12, el 15 de noviembre pasado. “Este es un show muy político, muy frontal. Han tratado de cancelarlo a través de Alemania e Inglaterra y han fracasado. Pero cuando vayas a verlo vas a decir `¿Pero por qué tratan de cancelarlo?` Oh, porque menciono a Anna Frank y a Shireen Abu Akleh (N. de la R.: la periodista palestina que murió en 2022 en Cisjordania) en la misma canción. Bueno, ambas fueron asesinadas por regímenes despiadados, por eso están en la misma canción. En ambos casos se trata de un Estado cometiendo un crimen, sea Anna Frank o Shireen Abu Akleh. No pueden cancelar el show de una persona que señala esos crímenes porque lo haga en la misma canción. En el show también menciono a Sophie Scholl (N. de la R: activista del movimiento Rosa Blanca, guillotinada por los nazis en 1943), a quien en nuestra parada en Munich de la gira fuimos con mi esposa a dejarle rosas blancas a su tumba. Si no conocen su historia, búsquenla, edúquense”.

Es la quinta vez que Waters trae sus músicas a la Argentina. La primera fue durante aquel aciago marzo de 2002 –que no se repita, rogamos-, cuando llenó el Estadio de Vélez, pese a la crisis galopante que se vivía en el país. De hecho, fue uno de los pocos artistas internacionales que no bajaron sus shows. Luego retornó en 2007, en el marco de una gira en la que presentó The dark Side of The Moon, mediante dos formidables conciertos en River. 

La tercera ocasión fue la de los inolvidables nueve conciertos en cancha millonaria en 2012, con The Wall como bandera. Y la cuarta sucedió en pleno macrismo (dos fechas a pleno, en noviembre de 2018) en el Estadio Unico de La Plata, donde Waters se dejó acompañar por la banda mapuche Puel Kona, por León Gieco -interpretación de “La memoria” mediante-, y maravilló con tremendas visitas sobre “One of these days”, del disco Meddle; “Welcome the Machine”, perla sonora de Wish you were here, y una antológica, deslumbrante, de “Dogs”, de Animals.