Lucas Llach, vicepresidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), despertó una polémica en Twitter al expresarse a favor de la reventa de entradas para espectáculos masivos: “Qué ridícula es la prohibición de reventa en espectáculos. Hay pocas cosas más eficientes que la reventa”.
El tuit generó una catarata de críticas y respuestas, algunas a favor, pero sobre todo recordándole a Llach que es un funcionario y que, como tal, debe defender la legalidad de los actos. El vice de la entidad que preside Federico Sturzenegger llegó a comparar la reventa de entradas con la compra y venta libre de dólares. “Salvo para la Fed, que los fabrica, todo dólar que se vende es un dólar que se revende”, le contestó a un usuario de la red social.
Llach parece desconocer que un aliado de Cambiemos, el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, hizo un importante lobby en 2014 para que la Legislatura porteña aprobara un proyecto que considera a la reventa de entradas como un delito contravencional. Desde ese año, revender entradas oficiales está penado con multa de entre 10 y 20 mil pesos, y de 20 a 30 días de arresto. Las penas se agravan cuando el delito sea cometido por los organizadores de los eventos.
La reventa de entradas está desregulada en varios países pero sin duda es en Estados Unidos donde se hizo escuela. En el país modelo de los funcionarios de Cambiemos funcionan diversas plataformas, como Súper Boletería, SturHubs y TicketBis, donde se creó un mercado paralelo de tickets para espectáculos de todo tipo. Las plataformas están regidas por el libre comercio a todo trapo: cuando hay poca demanda, el precio baja, pero si la demanda crece, los precios se van por las nubes.
Un caso más que llamativo allí fue la visita del papa Francisco: se ofrecieron 80.000 entradas gratuitas y la mayor parte acabaron vendiéndose a miles de dólares en las webs de reventa.