En las actividades industriales se destruyeron 1600 puestos de trabajo en julio. La medición sin estacionalidad arroja una contracción de 900 empleos en el sector. En la comparación contra el mismo mes del año pasado la caída alcanza a 30.300 posiciones. Los datos oficiales revelan que la ocupación manufacturera anotó bajas mensuales en dieciséis de los veinte registros publicados desde que Jorge Triaca y Francisco Cabrera se hicieron cargo de las carteras de Trabajo y Producción, respectivamente. Cuando se analiza la evolución desde el comienzo del nuevo Gobierno las pérdidas afectaron a 66.400 asalariados industriales, lo que representa alrededor del 5,5 por ciento del empleo manufacturero total.
Existe un vínculo estrecho entre el crecimiento de las importaciones de bienes de consumo con la destrucción de puestos de trabajo en sectores industriales como el textil, confecciones, cuero y calzado y automotores. Pero la apertura comercial no es el único factor que afecta el desempeño de la ocupación sectorial. Los aumentos de tarifas, la política monetaria contractiva, los nuevos mecanismos de intervención estatal en los conflictos laborales y la caída en la demanda interna son otros de los factores que explican el desempeño de la ocupación manufacturera desde finales de 2015.
A pesar del sostenido deterioro industrial, los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) muestran una paulatina mejora en el empleo asalariado del sector privado total. Los datos publicados ayer por la cartera laboral evidenciaron en julio una mejora mensual de 9300 empleos, que en la medición desestacionalizada ascienden a 11.500 puestos. En la comparación contra el mismo mes de 2016 se observa la creación neta de 65.000 empleos en relación de dependencia en la actividad privada. De la mano del relanzamiento de la obra pública, la construcción es el sector que más puestos creó en los últimos doce meses. Fueron 41.500 empleos. Lo siguen las actividades comerciales y el sector salud con 12.500 y 9800 posiciones nuevas en julio pasado, respectivamente. Durante el mismo período el aporte al empleo del agro fue escaso: apenas 5300 empleos más.
Sin embargo, la mejora interanual para el sector privado asalariado no logra compensar la caída registrada desde que Mauricio Macri asumió la presidencia. Entre noviembre de 2015 (el registro previo al cambio de gobierno) y julio de 2017 la actividad privada destruyó 66.400 puestos. En ese lapso a la caída industrial se suma una contracción en la construcción. O sea, aunque se observan mejoras en algunos sectores, ni siquiera el sector más dinámico del último año alcanzó los registros que mostraba antes del desembarco de Cambiemos. Las variaciones no dan cuenta de un proceso de destrucción masiva de empleo ya que la caída en el sector privado acumulada en los veinte meses de gobierno representa el 1 por ciento del total.
Los datos correspondientes a la totalidad del empleo registrado -incluye monotributistas, estatales, autónomos y casas particulares- muestran la creación de 126.000 empleos y, en la comparación interanual, la mejora asciende a 209.500 puestos. “Los datos de empleo no están volando pero son relativamente satisfactorios”, indicó ayer el subsecretario de Estudios Laborales de Trabajo, José de Anchorena a Cronista.com.
Celebrada por el Ministerio de Trabajo, la información referida a los veinte meses cubiertos por las bases oficiales evidencia la incipiente transformación de la estructura laboral: la destrucción de puestos calificados con remuneraciones por encima de la media es compensada por la creación de ocupaciones precarias con ingresos por debajo del promedio como monotributistas, municipales, casas particulares y monotributistas sociales. En el caso del último sector no se trata de creación de nuevos empleos sino de un proceso de regularización de la situación laboral a través de esa modalidad. El fenómeno responde a la extensión de la Asignación Universal por Hijo a ese universo de trabajadores en abril del año pasado.