Dos hechos clave en la vida de Pablo Porcelli, hoy. Uno, la publicación de un disco destinado a tender puentes entre sus dos pasiones, el jazz y el tango, con su saxo como vehículo esencial. El otro, no solo talonear sino también conocer y conversar con uno de sus referentes, Maceo Parker, antes del concierto que éste dio en el Coliseo, a principios de septiembre. “No me puedo quejar, se me cumplió el sueño del pibe”, se ríe este hombre al que, pese al entusiasmo, no se le han cumplido pocos sueños en la vida. Por un lado, grabar seis discos (el flamante, llamado Lo nuevo y lo viejo, es el que presentará hoy a las 21 en Clásica y Moderna, Callao 892). Por otros, escribir varios libros; ofrecer clínicas del instrumento por todas partes; tocar en Estados Unidos, China, Francia o Bolivia; o componer músicas para televisión, cine, radio y teatro. Pero lo de estar cara a cara con Parker lo pudo. “Lo escucho desde que soy chico. Me gustan mucho James Brown y Prince, y él fue saxofonista de ambos. Cuando me dijeron que podía ser telonero suyo, fue un golazo”, contextualiza Porcelli, que no solo cumplió el sueño de tocar, sino de conocerlo y charlar con él entre set y set. “Ha sido una cosa muy linda, un regalito”, insiste.

–¿Se puede saber qué pasó en ese “cónclave” con Maceo?

–(Risas) Sí, sí, claro. Su inglés es muy cerrado y el mío no es muy claro que digamos; entonces, lo que pasó, pese a la dificultad, fue que me preguntó mi nombre para decirlo durante su recital y después yo le hablé de Piazzolla, a quien no conocía.

–¿Parker no conocía a Piazzolla? 

–No. Me dijo que nunca lo había escuchado. Ahí mismo le toqué un pedacito de “Adiós Nonino” y otro de “Libertango”, y se copó mucho. Después le pregunté quiénes habían sido los tres músicos con los que más le había gustado tocar, y me respondió “con Brown, Prince y Ray Charles”. Luego cruzamos algunas palabras sobre las músicas que hicimos, que tuvieron que ver con sonidos latinos.

La experiencia con Parker va en un yunta temporal con la publicación de su sexto disco que, además de la participación estelar de Pirotti en piano y dirección, cuenta con los aportes de Eva Wolff y Leandro Ragusa en bandoneón, Javier Weintraub y Guillermo Olguín en violín, y Germán Rudnisky en contrabajo. “Si hay que encontrarle una referencia a la música de este disco, esa es Astor”, refrenda el músico, que incluyó dos piezas del genio marplatense entre las ocho que pueblan el disco: “Invierno porteño” y “Oblivion”. “Son los dos temas que más me gustan del disco, los más logrados”, refiere Porcelli, que también versionó “El día que me quieras”, de Gardel-Lepera; “Los mareados”, de Cobián-Cadícamo; “Fuimos”, de Dames y Manzi; y “Afiches”, escrito por Homero Espósito y Atilio Stampone. Entre los suyos, están “Acompañado”, cuya composición comparte con Christian Fabbri, y la pieza que da nombre al disco. “Le puse Lo nuevo y lo viejo, porque la idea central era que la banda sea como de aquellos tiempos, pero con un sonido de ahora, con un instrumento de ahora. Una sonoridad actual, pero encarada de una manera antigua”.

–Inevitablemente, ese instrumento “nuevo” que nombra es el saxo.

–Seguro, sí. Igual, a mí me resulta difícil pensarlo así porque hace rato que vengo indagando e insistiendo con el saxo en el tango. De todas formas, si tengo que pensarlo en contexto, entiendo que es una sonoridad nueva aunque no extraña, porque el principal instrumento del tango es el bandoneón, que es de viento, con diafragma y muy expresivo. Y el saxofón tiene las mismas cualidades, con la diferencia de que se sopla. Ambos instrumentos son muy expresivos y en este sentido se asimilan. 

–De todas formas, siempre que se piensa en la relación saxo-tango, hay que ablandar un sentido común muy arraigado, que no asocia al instrumento con el género. El saxo es del jazz, del ska, del reggae, pero no del tango. ¿Lo entiende así?

–En algún punto, sí. Pero, de todas formas, no somos pocos los que estamos incluyendo el saxo en el tango, y creo que ese sentido común se va a ir diluyendo, principalmente por lo que se logra con la gente. Es cierto que una parte del público tanguero niega el saxo, pero en general la respuesta del público es buena. Es más, cuando tocamos antes que Maceo, el último tema que hicimos fue “Libertango” y la gente se puso de pie para aplaudir.