“Vengan y hagan lo que quieran, lo que no pueden hacer en otros espacios”: con ese planteo, el pianista y compositor Marcelo Lodigiani convocó a más de 60 artistas para la primera edición del Festival Nuevo Baires Tango, que comienza hoy a las 20 en Al Escenario (Lamadrid 1001) y se extenderá hasta el lunes, con la sala del sur porteño como sede central y con actividades en el Parque Lezama y la sede palermitana de la Alianza Francesa (la programación completa, en la página de Facebook del encuentro). Todos los conciertos y actividades serán con entrada libre y gratuita. El lema del festival es “tango nuevo y experimental”, entendiendo esto último desde múltiples perspectivas, como se desprende de la charla que PáginaI12 mantuvo con su organizador, con la cantante y guitarrista Cintia Trigo y con el cantor Black Rodríguez Méndez, del colectivo Araca París.
Además, durante el festival también subirán al escenario artistas como Diego Schissi, Nicolás Gueschberg, Sonia Possetti, Ramiro Gallo, Pablo Mainetti, Nazarena Anahí Cáceres, Jorge Retamoza, el dúo Bertero-Pereiro, Damián Bolotin, Cesar Angeleri, Agustín Guerrero, Juan Martín Scalerandi. Habrá noches temáticas, una dedicada a cantores (con Hernán Fernández, Trigo con La Vagabunda, Mariano Pini y Nicolás Abosky) y una tarde de bandoneonistas con Rodolfo Daluisio, Amijai Shalev y Julio Coviello. La falta de espacios, explica Lodigiani, es otro motivo que lo impulsó a organizar el festival. Porque si bien hay lugares, la necesidad de nuevas salas supera lo disponible.
–¿Por dónde encara el festival la idea de “experimental”?
Marcelo Lodigiani: –Mi idea era buscar cosas de vanguardia. Y empecé a ver la cantidad de cosas que tienen vanguardia en el tango además de lo musical: la poética tiene vanguardia, ellos (señala a Black) vienen haciendo vanguardia desde hace muchísimos años en otro sentido. Ahí me di cuenta, primero, de que no hay referentes. Y segundo, de que no tenemos claro cuál es el panorama. Por eso también va a haber una mesa de debate. Antes podías decir dos o tres nombres y por ahí pasaba. Ahora es tan extenso el panorama que no podés cerrarlo. Entonces pusimos “experimental y actual” para decir “vengan y hagan lo que quieran, tengan un espacio para expresar lo que no pueden en otros lados”.
–¿En Araca París cómo perciben este movimiento?
Black Rodríguez Méndez: –Hay mucha movida, mucha renovación. Lo que tiene esa renovación es una fuerza muy particular. Nosotros hacemos rock, por decirlo de alguna manera, porque con el rock podés hacer lo que quieras. La otra vez escuchaba a alguien que decía que la fuerza que tuvo el rock en la juventud de hace tiempo, ahora había que buscarlo en el tango. Por la energía que se desarrolla en las milongas, por la camaradería, la amistad. Y está muy variado, hay gente de todas las generaciones. Eso es esperanzador. Durante muchos años, el tango durmió una siesta larga, como dijo el poeta. Nosotros empezamos a finales de los ‘80. Hacíamos rock y música latinoamericana, pero tratando de encontrar lo ciudadano. Porque si bien el tango es una expresión musical y tiene su parte erudita, queríamos encontrar las letras, el nuevo lunfardo. Esa expresión cultural profunda nos llevó a experimentar con el tango y con el rock. Pero ya no con postura. Fue como un ejercicio espiritual. Liberarse y dejar que fluya, ver qué sale solo. Y lo que nos sale solo es tango.
Cintia Trigo: –El otro día cuando tuvimos esta charla con Limón García; él planteaba una cosa que me pareció muy interesante: cuando muere papá, el hijo mayor se hace cargo de la casa y tiene que ordenar, organizar. Entonces pensábamos en los popes, en los que en algún momento eran los encargados de decir qué pertenecía y qué no al género. Pero a medida que esa gente va falleciendo y dejando vacío ese espacio de autoridad, hay una sensación de liberación en relación a poder explorar el género sin un preconcepto. Quizás esa falta de límites sobre lo que el tango debe ser hace que uno se libere y surjan nuevas cosas, no sólo en la música. También nuevos tópicos. Algo que está apareciendo en la nueva forma de pensar el tango canción es la postura ideológica y política del tango. Y empezar a opinar y posicionarse con respecto a determinados conflictos sociales. Eso creo que también es una pata experimental. En eso estamos en un proyecto que se llama la Trova Tanguera, de composición colectiva, donde invitamos a letristas y músicos a componer una canción inédita sugiriendo temáticas que nos interesan que sean tratadas. Planteamos por ejemplo la comunidad LGTB, la violencia contra la infancia, contra la mujer, el gatillo fácil, violencia institucional.
R. M.: –Hace un ratito pensaba que hace un tiempo el tango era cosa de viejos. De pibe, yo no escuchaba tango, lo escuchaba mi tío. Por eso nos involucramos con el tango desde el rock, pero ya treintañeros largos, con la necesidad cultural de sentirnos identificados con la música de acá.
C. T.: –Tengo 33, mis papás escuchaban rock. Y de alguna manera ya cuando las generaciones del rock se relacionaban con sus padres, quizá necesitaban romper con otro género. A mí me pasó eso. Al tango lo agarré de vuelta, no lo conocí a través de las orquestas tradicionales sino a partir de las bandas nuevas, de ver a la (Orquesta Típica Fernández) Fierro en vivo. Y me llegó la cola del tango nuevo.
–Que además es una orquesta que piensa el tango desde el rock.
C. T.: –Sí, pero a veces no es una cuestión del género sino de la energía. Por ejemplo, desde las letras, el Tape Rubín tiene cosas muy rockeras en el modo de decir. Las letras de Guyot tienen imágenes muy ricoteras. Como generación, es la música que nos formó, y el tango que hacemos es el que podemos con el bagaje que tenemos. Nosotros no necesariamente nos criamos escuchando tango, entonces el modo en que lo interpretamos tiene todas esas otras músicas que escuchamos.
M. L.: –A mí me pegó desde otro lado. Yo venía de una formación académica muy fuerte y llegar al tango es encontrar otro mundo. Encontré elementos absolutamente nuevos, sin explorar. Y le pasa a mucha gente eso. Me quedé colgado con lo que decía él, eso de que el tango se veía como cosa de viejos. Y uno tiene que pensar cuáles fueron los mecanismos para que eso fuera así.
C. T.: –Para mí era como una cosa de museo, de lo que tenía que permanecer. Esto es tango, esto no es tango. La idea de si algo es, o suena, no suena a tango.
R. M.: –Ah, eso lo escuché también. Mi viejo era de los que decían “Piazzolla no es tango”.
M. L.: –Pero eso existe todavía. Los festivales oficiales son pensados para atrás, en lugar de estar pensados para adelante. Acá traté de que no fuera así. ¿Querés hacer esto? Miremos para adelante, es lo que hace falta, el síntoma es este.
C. T.: –En una época, los cantantes reproducían modos de cantar típicos de otras figuras conocidas, clásicas. O mismo los toques, los marcattos de orquestas famosas de la historia. Creo que cuando se empezó a romper con la necesidad de “sonar a” es que empezó a surgir lo interesante.