Ariel Garzí, amigo de Santiago Maldonado, se presentó ante la fiscalía federal de Bariloche para declarar sobre los apremios ilegales que sufrió a manos de las fuerzas policiales de Río Negro. La fiscal Sylvia Little lo convocó a una declaración testimonial porque el joven artesano, de 26 años que vive en El Bolsón, fue víctima de cinco episodios de intimidaciones y hostigamiento por parte de policías rionegrinos por ser parte de la Red de Apoyo a la Lof en Resistencia Cushamen. En uno de los episodios fue secuestrado, golpeado y le pusieron un arma en la cabeza, mientas le decían que deje de apoyar a los mapuches.
Garzí es uno de los tres procesados por la Justicia federal de Esquel, que el 10 de enero ordenó un desalojo, y desde ese momento fue perseguido y sufrió apremios ilegales. Cuando desapareció su amigo se presentó ante el defensor oficial Fernando Machado porque el día 2 de agosto había marcado el número de Maldonado y alguien atendió la llamada durante 22 segundos. Juntos acudieron el 7 de agosto al juzgado de Guido Otranto para dar testimonio de esto. “Vos venís por la plata”, le dijo Otranto a Garzí. “No, vengo porque quiero que aparezca mi amigo”, respondió el joven.
Por derecho propio, Garzí también presentó una denuncia contra Otranto, el ex juez del caso Maldonado, por no haber actuado ante las pruebas que él presentó y respecto de “de hechos delictivos” cometidos contra su persona “por miembros de las fuerzas de seguridad de la Provincia de Río Negro”. De hecho, Otranto nunca implementó la protección al testigo.