La pobreza alcanzó al 28,6 por ciento de la población en el primer semestre del año y la indigencia llegó hasta el 6,2 por ciento. Celebrados desde la Casa Rosada los datos reponen los niveles de pobreza que, según muestran las mediciones alternativas donde ofrecen series armonizadas sin interrupciones, se observaban a mediados de 2015. Contra los registros correspondientes a la segunda mitad del año pasado, las cifras publicadas ayer por el Indec representan una disminución en la pobreza y un incremento en la indigencia. El guarismo oficial de pobreza representa una reducción de 1,7 puntos porcentuales frente al 30,3 por ciento registrado en el semestre anterior. La indigencia por su parte anotó una suba de 0,1 puntos ya que en los últimos seis meses del 2016 había marcado 6,1 por ciento. El comportamiento se explica por una mayor heterogeneidad entre los pobres donde los individuos en situaciones extremas profundizan su condición mientras que quienes están justo por debajo de la línea de pobreza mejoraron su situación. Los datos dan cuenta de un incremento en la brecha de pobreza e indigencia. Entre los niños de 0 a 14 años la pobreza alcanzó al 42,5 por ciento.
Las cifras del Indec indican que entre enero y junio de 2017 en los principales centros urbanos del país hubo 7.838.005 pobres. Los datos representan 439.000 individuos menos que en el semestre anterior. El desempeño fue posible por las mejoras experimentadas por aquellas familias cuyos ingresos estaban cerca de la línea de pobreza. Con la excepción de las provincias del nordeste, la pobreza se redujo en todas las regiones. Por su parte, la indigencia afectó a 1.704.883 personas, un aumento equivalente a 47.662 individuos. El alza en los niveles de indigencia se explica fundamentalmente por el empeoramiento de la situación en el conurbano bonaerense donde el indicador trepó de 6,4 a 7,1 por ciento. La tímida mejora no da cuenta de un proceso virtuoso que redunde en una reducción significativa de la problemática. Cuando los datos se extienden al total de la población y no sólo a los aglomerados urbanos cubiertos por las encuestas, la pobreza afecta a 11,3 millones de argentinos y la indigencia impacta en 2,4 millones de personas.
Mientras que los sectores de la población que el semestre anterior tenían ingresos cercanos a la línea de pobreza registraron mejoras suficientes para superar el umbral, aquellas personas en la base de la pirámide distributiva, que a finales de 2016 apenas superaban la línea de indigencia, fueron los más perjudicados a lo largo del año y sus ingresos pasaron a ser inferiores a los determinados por el Indec para esa categoría. “La consecuencia de ello es que hay una mayor heterogeneidad al interior de la población pobre: los pobres extremos profundizan su condición de escasez, en tanto que los que están justo por debajo de la línea de pobreza mejoran su situación”, explicó el sociólogo Daniel Schteingart.
“La desigualdad de la distribución del ingreso se mantuvo constante, por lo que podemos deducir que la reducción de la pobreza se debe principalmente al aumento de los ingresos que percibieron los hogares durante este tiempo”, festejaron los colaboradores del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. La incipiente mejora en los indicadores llega después del deterioro registrado en 2016 como consecuencia de la aceleración en la inflación, los tarifazos, el alza en la desocupación y la caída en la capacidad de compra de los salarios. Vale recordar que cuando el organismo retomó la publicación de los datos que había sido interrumpida durante la gestión anterior lo hizo sobrestimando la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza, siendo más elevada en comparación a otros países de la región y a cualquier otro estudio privado.
El optimismo oficial con las mejoras que comienzan a mostrar los números del Indec eligió ignorar la profundización en las brechas de la pobreza y la indigencia. Entre el segundo semestre de 2016 y el primer semestre de 2017 la brecha de la indigencia pasó del 40,1 al 41,7 por ciento, en tanto que la de la pobreza pasó del 37 al 37,7 por ciento. “No es lo mismo una persona que está a 1 peso de salir de la pobreza, que una que está a 5000 pesos. Si medimos la tasa de pobreza ambas personas serían pobres; pero claramente, la severidad de la misma es muy distinta. Dicho de otro modo, aumenta la cantidad de dinero (descontada la inflación) necesaria para erradicar la pobreza y la indigencia”, sostuvo Schteingart de la UMET.
Entre los niños de menos de 14 años los niveles de pobreza en el primer semestre del año ascendieron hasta el 42,5 por ciento, mientras que la indigencia alcanzó al 10,6 por ciento de la población infantil. Los datos para ese segmento muestran una leve reducción de 0,3 puntos en la pobreza frente al semestre anterior y un incremento de 1,0 puntos en la indigencia.