En el marco del estado de asamblea y movilización que vive el cine nacional, la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina anunció ayer su candidata para competir en las preselecciones de los premios Oscar a la Mejor Película en Idioma Extranjero y a la Mejor Película Iberoamericana de los Goya, que entrega la Academia del Cine de España. Y la elegida para representar al cine argentino fue la misma para ambas competencias: Zama, la nueva y aclamada película de Lucrecia Martel, que tuvo su estreno en las salas locales esta misma semana. El anuncio fue realizado sin la presencia de los miembros más representativos de la actual comisión directiva de la Academia, su vicepresidente, el cineasta Juan José Campanella, y su presidente, el productor Axel Kuschevatzky, quien sin embargo llegó poco después, demorado por cuestiones familiares. En su lugar, estuvieron a cargo de la breve ceremonia Verónica Calvo, secretaria técnica de la Academia, y Daniel Gimelberg, director de arte, quien ocupa el cargo de vocal en la actual comisión directiva de la entidad.
Calvo, que hizo las veces de maestra de ceremonia, fue la encargada de recordar antes de realizar los anuncios que la Academia es la entidad que se ocupa de seleccionar a las candidatas para ambos premios desde el año 2004. También destacó que dentro de ese período la Argentina consiguió dos nominaciones a los Oscar (El secreto de sus ojos, de Campanella, que ganó el premio en 2010, y Relatos salvajes, de Damián Szifrón, nominada en 2015), mientras que la cosecha de los Goya incluye once nominaciones, de las cuales ocho se convirtieron en triunfos, consiguiendo una marca notable que habla del lugar que el cine argentino ocupa en el mundo. Gimelberg fue el encargado de revelar el nombre de la película elegida, hecho que fue acompañado ruidosamente por sus representantes, los productores Matías Roveda en representación de Rei Cine, Juan Lovece por Patagonik y sus equipos. Lucrecia Martel, por su parte, se encuentra acompañando las presentaciones de Zama en el marco del Festival de Nueva York, donde esta noche será proyectada por primera vez.
El recorrido de Zama fue complicado ya desde su etapa de producción, que demandó más de cinco años de trabajo, una compleja ingeniería de financiamiento y sufrió no pocas e inesperadas demoras. Roveda, uno de los productores, fue el encargado de poner en palabras la satisfacción que reinaba dentro de la pequeña delegación que representó a la película en la ceremonia de anuncio. “Hacer esta película fue una empresa muy difícil que demandó poner lo mejor de nosotros. A mí me ha tocado estudiar la obra de Lucrecia en la facultad y estar hoy produciendo una de sus películas es un orgullo enorme”, confió el productor. “Por eso un reconocimiento como este nos llena el corazón, nos confirma que vamos por buen camino y que hacer películas nos permite seguir aportando a la identidad cultural de nuestro país”.
La alegría por la nominación no pudo ocultar, sin embargo, que esta llega en uno de los momentos de mayor crisis del cine argentino en los últimos veinte años. “A pesar este gran momento de Zama sabemos que hay colegas y empresas que lo están atravesando con grandes dificultades. Estamos al tanto de lo que está sucediendo y que esas voces deberían ser escuchadas. No creo que nosotros estemos en un lugar distinto, sólo que tuvimos la suerte de hacer esta película que, desde mi humilde punto de vista, es una gran obra. Por eso si a partir de esta nominación estamos en un lugar distinto, se lo debemos a lo espectacular de esa obra”, destacó Roveda.
Gimelberg, el encargado de develar el misterio de las nominaciones, también mostró preocupación. “Sin conocer en profundidad los alcances de la resolución 942/2017, es importante entender de qué forma esta afectaría a la producción. Creo endurece las condiciones en las cuales se va a filmar y que, sobre todo, no favorece a las películas de producción mediana o chica”, afirmó. También contó que puertas adentro de la Academia se ha discutido acerca de la delicada situación, aunque aún no se ha llegado a la instancia de realizar una declaración oficial que la represente en su conjunto.
PáginaI12 también logró dialogar con Kuschevatzky, presidente de la Academia, quien mostró alegría por la elección de Zama. “Creo que lo que se votó al elegirla es su naturaleza única, una película que no se parece a ninguna otra y me parece que eso está bueno”, dijo. “Las academias de cine no son bloques orgánicos unidireccionales y por eso las elecciones son impredecibles. Ninguna academia elige las películas que las van a representar pensando en las posibilidades que tengan de ganar tal o cual premio, sino que los miembros votan por aquella que creen es la mejor película”, aclaró. “Si el Oscar fuera un premio previsible sería muy difícil de explicar porque conviven películas con diferencias tan extremas como las que finalmente quedan seleccionadas”.
Consultado sobre la situación generada a partir de la publicación de la resolución 942, el productor fue cauteloso. En primer término aclaró que su mirada es personal desde su rol como productor y no representativa de la Academia que preside. “Me parece que es importante que el sector discuta las condiciones generales desde las cuales se hacen películas en la Argentina y eso no pasa por estar o no de acuerdo con una reglamentación específica. Eso incluye preguntarse cuál es el cine que se hace, qué escala tiene, para quién o para qué se hace. Para ninguna de esas preguntas hay una respuesta única”, afirmó. “En Argentina tenemos una Ley del Cine que es de avanzada, pero de 1995, y por diferentes razones nadie quiso ir nunca hacia atrás. Entre otras cosas porque era tan de avanzada que podía bancarse el paso del tiempo. Ahora podemos discutir sobre la 942 (porque hay que discutirla) y ponernos de acuerdo o no, pero no estaríamos hablando de la cuestión de fondo”, continuó. Al ser consultado sobre la circunstancia de que los alcances de esta resolución podrían dejar a mucha gente fuera de esa discusión, Kuschevatzky aceptó el argumento a medias. “La capacidad recaudatoria del Incaa es una sola y una de las cosas que se le reclama es la actualización del costo medio. Pero hay una cuestión matemática: si subís el costo medio baja el volumen de dinero en relación a la cantidad de películas que se pueden producir. Es una sábana corta y hay que hablar de eso”. Respecto de la bancarización del flujo de fondos, el productor recuerda que eso no es nuevo, sino que se encuentra en el texto de la ley de 1995, pero que si llegara a implementarse, porque nunca se hizo, generaría un “cuello de botella que ahogaría a los productores chicos”. “El asunto es que hay dos discusiones, una de fondo y la otra contextual. La contextual es si sirve esta resolución y mi sensación respecto de eso es ambigua: creo que las resoluciones deberían ser evolutivas, porque las resoluciones radicales, a riesgo de que me acusen de gradualista, lo primero que generan es mucha angustia. Y hasta ahora nadie explicó cómo piensan resolver los problemas que la resolución genera en la práctica.”