Nano Stern es un músico receptivo: su canción no puede escapar a lo que sucede a su alrededor. El joven compositor y multiinstrumentista chileno absorbe tanto los sonidos que aparecen en sus viajes por el mundo –de Holanda a New York– como las temáticas que preocupan a los pueblos de su región. Su guitarra abraza con igual intensidad a Violeta Parra como a la cantante y activista social Joan Baez. “La distancia permite tomar perspectiva y el ejercicio constante de irse y volver te obliga a replantearte certezas que se van sacudiendo. Leía el otro día que Violeta escribió sobre Chile mucho más estando lejos, y por lo mismo su visión ha sido tan trascendental y alejada de las contingencias pasajeras”, dice el músico. Y esa ciudad es la que inspiró el nombre del EP, Santiago, que presentará hoy en Argentina en formato trío. “Santiago es un viaje íntimo por la realidad de la vida en nuestra ciudad. Una ciudad que, como muchas metrópolis latinoamericanas, tiene muchas luces y sombras. El disco es en sí un viaje ascendente, que comienza en lo más duro con ‘Respiren Menos’, y vence la resignación para encontrar los colores, la poesía y lo sublime que esconde nuestra ciudad”, describe el chileno de 32 años antes de presentarse hoy a las 21, en Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037).
–En “Respiren menos” dice: “Hablan de crisis y desconfianza mientras negocian con la esperanza / Y nos reprimen con policías, callan la rabia con sus jaurías”. ¿Qué lo motivó a escribir esa canción?
–Es una canción áspera, y me produce sensaciones encontradas haberla creado. Siempre he pensado que la creación debe ser un aporte de buenas vibras a este mundo tan saturado de agresividad. Pero llegó un punto en el que me sentí en riesgo de convertirme en un personaje de mí mismo en ese afán de buena onda, siendo que, desde mi honestidad, vivo también procesos de mucha rabia y frustración hacia el entorno –la corrupción a tantos niveles, del sistema, las relaciones humanas, del espíritu– y me vi en la necesidad de convertirlos en canción.
–¿Qué noticias llegaron a su país de Santiago Maldonado? Usted se ha interesado en su música por el acontecer del pueblo mapuche.
–La desaparición de Maldonado es un tema que trascendió las fronteras y en Chile resuena particularmente fuerte, porque la lucha del pueblo mapuche por reivindicar su cultura y territorio es una situación que cruza Los Andes. En Chile estamos viviendo un período de crisis, en el cual se ha producido una aberrante conducción política del conflicto por parte del gobierno que generó un clima violento y militarizado. Además, Chile está ad portas de una nueva elección presidencial, por lo que el conflicto mapuche se ha intentado utilizar con fines electorales y sin intenciones reales de aportar soluciones, si no de aprovechamiento burdo.
Además de su nuevo EP, Stern repasará lo mejor de su repertorio, como “Necesito una canción”, “Un gran regalo”, “La puta esperanza”, “Casualidad” o “Nube”, que fue interpretada por Pedro Aznar. El multiinstrumentista tucumano Manu Sija abrirá la jornada y luego el chileno subirá con su trío, que completan Patricio Rojas (bajo y coros) y Cristian Carvacho (batería, cajón, charango y coros). Cuenta que en el EP “el proceso creativo fue completamente distinto” a trabajos anteriores. “Es un disco que fue grabado totalmente por mí, y al hacerme cargo de toda la interpretación instrumental surgieron sonoridades muy únicas. Me propuse el ejercicio de marginar a la guitarra, mi instrumento principal, y pude explorar la creación desde otros lugares menos familiares, como la percusión y el contrabajo. Tiene, también, una sonoridad bastante opaca, sin platillos ni metales”, se explaya este músico que toma tanto de la tradición folklórica de su país (Los Jaivas, Congreso, Inti–Illimani) como de la trova latinoamericana, el rock y el jazz. El año pasado presentó aquí Mil500 vueltas, su sexto larga duración, que gira en torno a las incertidumbres de la humanidad y la inmigración.
–En tiempos en los que ha aflorado la xenofobia en el continente y arribaron gobiernos de derecha, canciones como “Festejo de color”, que “celebra las diferencias”, se vuelven más urgentes.
–Es una sensación un tanto agridulce el sentir que canciones como esas se vayan volviendo más urgentes y contingentes a medida que pasa el tiempo. Qué ganas de que en un futuro la gente se preguntara a qué nos referíamos cuando hablábamos de la necesidad de “celebrar la diferencia”. En el marco del proceso electoral en Chile, estamos viviendo una indignante escalada de la xenofobia y el racismo a manos de gente como Sebastián Piñera (ex presidente y actual candidato), que en busca del voto rápido están siguiendo el ejemplo de (Donald) Trump (y tantos otros antes) al exaltar los miedos y grietas de nuestra sociedad. Podrán entender que, considerando que mis cuatro abuelos fueron refugiados de guerra que llegaron a Chile salvando el pellejo, éste es un tema que me mueve profundamente y frente al cual no puedo permanecer indiferente.
–La semana que viene se cumplen 100 años del nacimiento de Violeta Parra, una autora a la que usted siempre hace referencia. ¿Cómo alumbra su obra hoy y qué cosas toma de ella para su música?
–Violeta Parra nos enseñó que “la canción es un pájaro sin plan de vuelo que odia las matemáticas y ama los remolinos”. Y es ese vuelo, hermoso e impredecible, el que sigue llevando a nuestra música a nuevos lugares. Tomo de ella su enorme respeto por la tradición y su total irreverencia a la hora de crear sin ataduras ni amarras. Cada vez que la cantamos, nos recuerda que si somos “cantores que reflexionan” habremos de saber que el buen cantor no vive de vanidades, sino de una honestidad que es a la vez desgarradora y dulce.