El gobierno de Estados Unidos decidió retirar a todo el personal “no esencial” de su embajada en Cuba, tras lo que considera un “ataque acústico” sufrido a fines del 2016 por al menos 21 estadounidenses destinados en la isla y cuyo responsable se desconoce. La Habana consideró la medida precipitada y dijo que afectará las relaciones bilaterales y los acuerdos en marcha.
La orden fue anunciada por el Departamento de Estado de Estados Unidos y contempla también suspender la emisión de visas en la embajada en Cuba de manera indefinida y recomendar a sus ciudadanos no viajar a la isla, y el propio presidente Donald Trump advirtió que en territorio cubano pasaron cosas muy malas. El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, adelantó que su país seguirá trabajando con el gobierno cubano en la investigación sobre los ataques de naturaleza desconocida sufridos por sus diplomáticos.
Entre otros síntomas, los funcionarios sufrieron pérdida de audición, mareos, zumbidos, dolores de cabeza, fatiga, problemas cognitivos y dificultades para dormir, y el sindicato del Servicio Exterior de Estados Unidos aseguró recientemente que algunos sufrieron además lesiones cerebrales traumáticas leves. El episodio viene a alimentar la larga lista de hechos sombríos tejidos alrededor del imponente edificio que Estados Unidos tiene sobre el malecón habanero, sede además de varias batallas simbólicas entre ambos países y a menudo destino de manifestaciones antiimperialistas.
“Cuba nos ha dicho que seguirá investigando estos ataques, y seguiremos cooperando con ellos en este esfuerzo”, dijo Tillerson en un comunicado, en el que explicó que la decisión de reducir la presencia diplomática en La Habana se tomó para asegurar la seguridad del personal. Remarcó que Washington mantendrá las relaciones diplomáticas con Cuba, donde la tarea sigue estando guiada por los intereses de seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos.
Los ataques fueron definidos como “acústicos” por varios medios de comunicación, pero el Departamento de Estado no confirmó por ahora la naturaleza ni la causa o responsable de los sucesos, que, según el texto, ocurrieron en residencias de diplomáticos de Estados Unidos y hoteles frecuentados por ciudadanos estadounidenses. “Hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomáticos en Cuba, nuestra embajada quedará reducida a personal de emergencia, para minimizar el número de diplomáticos que se arriesgan a quedar expuestos a posibles ataques”, indicó Tillerson.
Debido a la reducción del personal, los servicios que proporcionará la embajada estadounidense en La Habana estarán limitados a aquellos de urgencia. “Los solicitantes cubanos de visados de no inmigrante podrán hacer sus solicitudes desde otra embajada estadounidense o consulado en el extranjero”, afirmó una funcionaria del Departamento de Estado.
El gobierno cubano negó toda responsabilidad en los hechos y dejó en claro que hasta el momento no existe evidencia alguna que confirme las denuncias de Washington. Un rato después de conocida la decisión de Washington, la directora general para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, señaló que la precipitada medida afectará las relaciones bilaterales y en particular la concreción de varios acuerdos en temas de interés mutuo, así como los intercambios entre las dos naciones. En declaraciones a la TV isleña, Vidal insistió en que el gobierno de Raúl Castro no tiene responsabilidad con esos hechos y subrayó que cumple de manera responsable con lo establecido por la Convención de Viena de 1961 acerca de la protección de la integridad física de los diplomáticos y sus familiares.