“Estamos en el mejor momento económico de nuestro mandato”. Así definió el panorama de la economía el ministro de Finanzas, Luis Caputo. El funcionario expuso en la conferencia anual de FIEL, uno de los centros de estudio conservador más importantes de la región, y planteó que la recuperación ya se siente en la calle, que el consumo empieza a acompañar en el dinamismo del mercado interno y que las metas de equilibrio fiscal no son un número exótico sino que van a cumplirse, con el objetivo de garantizar mayor financiamiento externo para consolidar el modelo.
La recuperación de los últimos meses, con un nivel de actividad económica que avanza a ritmos por encima del 4 por ciento, no genera optimismo para todos los sectores. El Tesoro planificó 2018 con un crecimiento del 3,5 por ciento del PIB, pero muchos consultores del mercado aseguran que se trata de una cifra inflada. En las jornadas monetarias y cambiarias del Banco Central este suplemento consultó a distintos economistas de la city perspectivas para los próximos meses y en la mayoría de los casos la respuesta fue de estancamiento.
Martín Redrado, al frente de la Fundación Capital, fue uno de los más escépticos respecto de la recuperación económica del país. “Este año estamos viendo un rebote después de las caídas notables del año pasado. Pero en 2018 vas a tener una situación de crecimiento leve y ni de casualidad van a registrarse estas cifras de expansión de 4 por ciento”, apuntó. Dijo que no hay inversiones genuinas que motoricen el crecimiento de la economía y que siguen acumulándose distorsiones macro en distintos frentes. “La visión del Gobierno acerca de que la inflación depende sólo de la tasa de interés no es criteriosa. Se necesita hacer política monetaria pero también política de ingresos y una convergencia de todas las variables para lograr poner bajo control el proceso inflacionario”, sostuvo.
Redrado no fue el único que planteó dudas respecto de la posibilidad de sostener la ritmo de recuperación de la economía. El ex ministro de Economía, José Luis Machinea, mencionó que el PIB de 2018 va a ser menor porque no habrá impulso fiscal y las exportaciones no están creciendo. Algunos de sus colegas como Daniel Marx y Miguel Bein agregaron que el país esta caro en la comparación regional y que veinte provincias con economías regionales ya pagan los costos del dólar a 17 pesos. Bein, al igual que Miguel Ángel Broda, plantearon además que un país con 4 puntos del PIB déficit de cuenta corriente, 6 puntos de rojo fiscal y 22 por ciento de inflación no tiene una macroeconomía sólida para sostener el crecimiento.
Más allá de los comentarios de los consultores del mercado, los datos duros adelantan una economía mucho más fría para el próximo año. La ejecución del presupuesto es uno de los principales elementos para anticipar la desaceleración. Los gastos de capital del sector público avanzaron en agosto a un ritmo del 2 por ciento interanual, es decir un 20 por ciento de caída en términos reales (al descontar el efecto de la inflación). En los primeros meses de este año, lejos del freno de agosto, las inversiones estatales habían crecido a un ritmo promedio del 30 por ciento, con algunos meses en que se anotaron picos de expansión de casi 70 por ciento interanual.
La obra pública no será el único elemento de recorte si el Gobierno está dispuesto a cumplir con sus metas fiscales. Los gastos primarios ascienden a 110 mil millones de dólares al año y la obra pública sólo representa el 10 por ciento. Para bajar el déficit fiscal primario que promete el equipo económico, el gobierno requerirá avanzar en ajustes sobre el resto de los rubros del gasto: jubilaciones, asignaciones, subsidios y remuneraciones.