“Las personas que salieron de la pobreza son la crema de la clase media baja que había caído en el 2016, producto de la devaluación y el estancamiento del mercado de trabajo”, explicó el responsable del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), Agustín Salvia. Las mediciones del Indec publicadas el jueves mostraron que la pobreza alcanzó al 28,6 por ciento de la población en el primer semestre del año mientras que la indigencia llegó hasta el 6,2 por ciento. Comparados con las estimaciones para la segunda mitad del año pasado, las cifras oficiales mostraron una disminución en la pobreza y un incremento en la indigencia. Consultado por medios digitales y radios, el jefe del equipo del observatorio que depende de la Universidad Católica Argentina consideró que “la pobreza bajó porque el 2016 fue desastroso y crítico”.
Durante una entrevista con Radio Nacional, Salvia consideró que la baja en el índice de pobreza del Indec se explicó por los menores niveles de inflación comparados con el año anterior, una incipiente recuperación en el empleo global y algunas políticas sociales. “Todo esto logró llegar a la situación que teníamos en el año 2015”, indicó el sociólogo al referirse a los resultados de la política económica implementada por el Gobierno. No obstante, el investigador advirtió que los niveles de indigencia están por encima de los guarismos heredados por Mauricio Macri.
“El impacto de la devaluación, las medidas antiinflacionarias, el contexto internacional adverso y el rezago de la inversión privada y pública habrían generado un escenario crítico, aun más recesivo y adverso en materia de empleo y poder adquisitivo para amplios sectores sociales”, indicó el ODSA en marzo cuando difundió sus estimaciones para el tercer trimestre del año pasado. Los investigadores de la UCA calcularon que la pobreza pasó del 29 por ciento registrado a fines de 2015 hasta el 32,9 por ciento de la población entre junio-septiembre del año pasado. Por su parte, la indigencia llegó del 5,3 al 6,9 por ciento en ese mismo período.
La metodología y muestra utilizada por el instituto sobreestiman la magnitud de la problemática pero sus cálculos ofrecen una aproximación a la trayectoria de ambas variables. Las cifras del observatorio dependiente de la UCA están en línea con las exageradas mediciones publicadas por el Indec para el segundo trimestre. Al retomar su divulgación de esa información tras la arbitraria discontinuidad dispuesta por la gestión anterior, la autoridad estadística introdujo cambios en la metodología que inflan los resultados. “Las tasas de pobreza e indigencia retomaron los niveles de 2009, cualquiera sea la medición aplicada, pero en todos los casos, muy lejos de crisis sociales atravesadas históricamente por el país en 1988-1990 o 2001-2002”, expresa el último informe presentado por Salvia.
“Los pobres no son pobres porque no tienen trabajo, son pobres porque tienen empleos pobres”, consideró Salvia, que también dialogó con el sitio web Ambito.com donde advirtió que, a pesar de la mejoras evidenciadas por el Indec, persisten elevados niveles de indigencia. Si bien aquellos sectores de la población que el semestre anterior tenían ingresos cercanos a la línea de pobreza registraron mejoras suficientes que les permitieron superar el umbral, los individuos en la base de la pirámide distributiva, que a finales de 2016 apenas superaban la línea de indigencia, fueron los más perjudicados a lo largo del año y sus ingresos pasaron a ser inferiores a los determinados por el Indec para esa categoría.