Sus libros anteriores hablan del embarazo y tienen como lectores a mujeres y varones que quieren o están transitando el camino hacia la maternidad/paternidad. El que acaba de publicar, en cambio, aborda la contracara de esa escena y otros destinatarios. El médico tocoginecólogo Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano, habla en #Aborto legal y seguro (Paidós), a decisores políticos, legisladores y autoridades de gobierno, que sostienen la criminalización de la interrupción legal del embarazo sin impulsar cambios, o se oponen a debatir su legalización. “Argentina tiene entre tres y cinco veces más abortos que los países que lo han despenalizado” porque “la prohibición no evita que las mujeres aborten”, argumenta Sebastiani, con estadísticas internacionales, en una entrevista con PáginaI12. Y advierte que ese marco legal empuja a las mujeres a la clandestinidad con los riesgos para la vida y la salud que acarrea. La ignorancia frente al tema de quienes dicen defender “la vida” del embrión, para negar la discusión parlamentaria, lo enoja.
Esta semana presentó su libro en la Facultad de Medicina de la UBA, donde se está armando una cátedra libre sobre aborto como problema de salud pública, en la misma línea que la que se abrió este año en la Universidad Nacional de Rosario.
–Viene de publicar varios libros sobre el embarazo. ¿Por qué tuvo la necesidad de escribir ahora este sobre el aborto?
–Hace 35 años escribí una primera carta de lectores en el diario La Nación pidiendo por la despenalización del aborto porque se tornó una cosa absolutamente obvia para mí y desde entonces vengo aportando mi pequeño granito de arena en este tema.
–¿Qué es lo que se le hizo tan obvio?
–Había visto en mi época de practicante en el Hospital de San Miguel como morían las mujeres por abortos inseguros. Esto en el Hospital Italiano no sucedía, pero cuando empecé también a viajar por la Argentina, por las distintas provincias, vi que esa era una problemática absolutamente común. ¿Cómo puede ser que algo que es tan claro, para nosotros, no sea claro para los demás? Y es que la despenalización y la legalización del aborto en los países trajeron exactamente lo que no sucede acá. Uno podría decir: tenemos el aborto prohibido entonces lo que tiene que pasar es que haya menos y si está prohibido no tiene que haber problemas, habrá más niños que nacen. ¿Cuál es la resultante? De tres a cinco veces más abortos en relación a los países en los que está despenalizado. Nosotros tenemos tres veces más abortos que Estados Unidos, cinco veces más que Suecia. Y, sin embargo, que curioso es el discurso “pro vida”… pero me preocupa sobre todo si quienes lo enarbolan y dicen que están a favor de la vida, tienen gestión, si son gobernadores, presidentes, vicepresidentes, legisladores, presidentes de sociedades científicas.
–En su formación como médico no recibió esa perspectiva que hoy defiende sobre la interrupción del embarazo. ¿Qué lo ayudó a darse cuenta?
–El hospital público te enseña eso, mejor dicho, diría, la pobreza te enseña eso, el ver morir mujeres jóvenes por este caos que significa la clandestinidad y la peligrosidad del aborto que no es hecho en un escenario de seguridad. En mis viajes, cuando visité Estados Unidos y Europa vi que esa problemática no existe. Me volví un enojado de este discurso falaz, absoluto, que es llamado “pro vida”, de la defensa de embrión, que me parece un muy buen valor, pero que de esta manera no está funcionando.
–El Colectivo Ni Una Menos difundió esta semana, en el marco de la Campaña por un Grito Global por el Derecho al Aborto, un video con la consigna “El aborto es vida”, recordando el caso de Ana María Acevedo, la adolescente con cáncer a la que médicos “pro vida” le negaron tratamiento porque estaba embarazada y también un aborto en un hospital de Santa Fe para defender supuestamente la vida del embrión, y ella y la criatura terminaron muertas. ¿Qué les dice a quienes tienen esa postura?
–Al ciudadano común, al hombre o la mujer, que defienden esa posición lo respeto pero le marco que si su defensa de la vida del embrión implica la penalización del aborto el resultado es este: y le muestro la fotografía de lo que sucede en nuestro país. Y trato de que reflexione al respecto. Porque nadie es totalmente dogmático. Después tengo un cierto encono contra los legisladores. Ya pasaron 34 años de democracia: o están distraídos o tienen cierta ignorancia, o los compromisos asumidos son terribles. Y no me gusta para nada. ¿Sabe por qué? Porque si alguien dice que está a favor de la vida, debe dejar sus creencias y valores en su casa cuando está en la función pública. La función pública implica políticas públicas, buscar el bien común. Hay un gran ejemplo, que es el de Valéry Giscard d’Estaing, católico, que siendo presidente de Francia, en 1974, va a despenalizar el aborto, y el Papa lo increpa y le dice “cómo me estás haciendo esto vos, como católico”. Y Giscar d´Estaing le responde: “Yo como católico te comprendo, entiendo que la Iglesia le pida a sus fieles este tipo de revisión de su conducta, pero como presidente de Francia no puedo promover una ley que le haga mal a las mujeres y que no las proteja, motivo por el cual, como católico estoy en contra del aborto pero como presidente de Francia estoy a favor de la despenalización del aborto”.
–¿Qué impacto tuvo en su vida personal y como médico sostener esta posición públicamente?
–Debo admitir, como aspecto absolutamente positivo, que nunca me ha pasado nada. No tuve discriminaciones en la Universidad, de hecho presenté en la UBA mi libro esta semana. Tampoco sufrí discriminaciones en las sociedades científicas. Sin embargo, lo curioso es que veo pocos que me acompañan y esto realmente me preocupa, porque cuando se despenalizó el aborto en otros países, las sociedades científicas estuvieron muy cerca de las mujeres. Tener buenos médicos, pero tener mujeres enfermas no puede ser un objetivo para una Academia de Medicina. Esquivar las consecuencias de la criminalización del aborto en el país es muy complejo.