A esta altura debería quedar en claro para todos que la política se toma muchas veces en joda y con mucha liviandad debates que son serios y dramáticos para la gente. Cómo se explica si no el desembarco de Elisa Carrió esta semana en la provincia de Santa Fe a donde llegó esta vez para demoler al ganador de las PASO, Agustín Rossi. Antes de las primarias, cuando no estaba claro el resultado, Carrió llegó para ocuparse del socialismo a quien creía el rival directo de Cambiemos en el territorio. Con ese objetivo bajó a Santa Fe para decir que el ex gobernador Antonio Bonfatti había "protegido al Rey de la Efedrina", Mario Segovia y que los socialistas en general eran responsables del desarrollo del narcotráfico en esta provincia. En esta oportunidad, como el Frente Progresista salió tercero cómodo en los comicios, viró sus dardos envenenados hacia el candidato peronista. "En Santa Fe hay dos opciones: Cambiemos o Rossi, que estafó a todos los santafesinos cuando fue la cuestión del campo", dijo la irascible diputada. Convengamos que habla muy bien de Rossi que eso sea todo lo que encontró la diputada para lastimarlo electoralmente. Rossi defendió como jefe de bloque de los diputados del oficialismo la postura de su gobierno respecto de las retenciones que disparó la indignación de los chacareros. Puede haber allí imputaciones políticas, pero nadie jamás habló de algún hecho de corrupción ligado a este asunto.

El candidato a diputado nacional del Frente Justicialista no tardó en responder que Carrió debería explicarle a los santafesinos cómo es que Cambiemos trabaja por ellos "cuando en realidad multiplicaron las importaciones de bienes que se fabrican en esta provincia, cómo se ayuda a los santafesinos destruyendo fuentes de trabajo y atacando al mercado interno del que viven los miles y miles de comercios santafesinos", se preguntó Rossi y sumó los tarifazos que transformaron en inviables cientos de emprendimientos productivos y comerciales en toda la provincia.

Contra todos los pronósticos, el peronismo se alzó con las primarias en Santa Fe. En esa dirección, Rossi y Alejandra Rodenas se movieron sin fisuras, alimentando la unidad que logró el justicialismo provincial y en una clara estrategia destinada a retener los votos que juntos alcanzaron el 13 de agosto, no sólo para las generales del 22 de este mes, sino también de cara al 2019.

Rossi sabe a la perfección en qué sectores no tiene simpatías y se mueve en la provincia con esa prudencia. Sabe en detalle qué representan y piensan los senadores, para dónde apuntan las actitudes del máximo elector del PJ Omar Perotti y qué le espera con los jefes comunales en cada rincón del extenso territorio provincial. El discurso es contra Macri sin ambages, eso se espera del candidato y él tiene en claro que no hay ninguna otra posibilidad. El sendero está marcado y sólo hay que recorrerlo hasta el final. Si hay algo que hizo a la perfección el ex diputado nacional es no alimentar los enconos internos. Por el contrario, se mostró más contemplativo que nunca y no respondió a las agresiones. Salvo las que le puedan generar algún rédito, como los ataques de Carrió por ejemplo.

 

Alberto Gentilcore

 

En cambio, el Frente Progresista la tiene más complicada porque precisamente tiene que saltar por encima de la grieta y explicar demasiado. "No lo queremos a Macri, pero Cristina tampoco nos trataba bien", parecen decir a cada paso y es una pérdida de tiempo, esfuerzo y recursos. La fuerza de gobierno, que además enfrenta el desgaste político de todos estos años de gestión, intentará ahora darle una vuelta positiva a la campaña. Con muchos recursos, inauguración de obras y los candidatos al frente de cada acción positiva; es posible que logre recuperar en parte las posiciones perdidas en las primarias.

El propio gobernador Miguel Lifschitz pule esta ambigüedad que no ha dado réditos salientes hasta el momento, más bien todo lo contrario. Entonces en el cumpleaños de la Bolsa de Comercio de Rosario, Lifschitz festeja haber dejado atrás "más de una década de populismo". Mientras que la apertura de un congreso sindical en Santa Fe esta semana apuntó directamente al presidente ‑aunque sin nombrarlo‑ como el "representante directo" de "los grupos concentrados del capitalismo global con presencia en el país". Y destacó también, al lado de conocidos dirigentes gremiales de la provincia y a nivel nacional, que si el Estado no está para defender el derecho de los ciudadanos y los trabajadores "¿para qué está?". Es una especie de Doctor Jekill y Mister Hyde que quiere juntar de un lado y de otro, pero la cosecha sigue siendo magra.

El PS tiene al menos dos problemas a la vista: su otrora poderosa estructura de cuadros y militantes se ha transformado en una estructura de funcionarios a los que les cuesta mucho más movilizarse. Y además tiene arriba y abajo ‑para diputado y concejal‑ a dos extrapartidarios como Luis Contigiani y Pablo Javkin que no despiertan en las bases las mismas expectativas que los dirigentes de su propio partido. Escollos que en los días que quedan para el 22 tratarán de revertir desde la nueva jefatura de campaña que ejerce el diputado provincial Rubén Galassi.

A los que se les terminó la ambigüedad es a los radicales santafesinos. Ya no hay lugar para tener un pié en cada bote. La navegación a dos aguas comenzó a peligrar desde que el gobernador decidió unificar los comicios nacionales con los provinciales. Ahora hay radicales de un lado y del otro, los que pasaron en masa a Cambiemos y los que se quedaron en el Frente Progresista.

Por el lado de Frente Renovador, el achicamiento del espacio en la provincia de Buenos Aires y el ambiente de recálculo que hay en torno de su lider Sergio Massa, se vislumbra también en Santa Fe donde Diego Giuliano tratará de juntar algunos votos que puedan caérsele al peronismo y donde la candidata a concejala Daniela León confía desde el comienzo más en su propia suerte que en otros factores. Su máximo exponente en la provincia, el diputado Alejandro Grandinetti se maneja sin urgencias pero a sabiendas de que en un futuro no muy lejano deberá tomar alguna decisión.