Políticas, derechos, gestión y medios de comunicación fueron algunos de los ejes abordados en el 1er Encuentro de Trabajo y Cultura, particularmente en su segunda y última jornada. Este evento fue organizado por referentes de sindicatos tanto de CGT como de CTA, agrupados en un colectivo relativamente joven –de un año aproximadamente– llamado Radar de los Trabajadores, que se autodefine como “el espacio cultural del movimiento obrero”. El sábado, en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), funcionaron en paralelo cinco mesas, con la presencia de panelistas de diversos sectores, entre los que se encontraban Luis Puenzo, Liliana Mazure, Juan Falú y Alejandra Darín. Más tarde los moderadores expusieron lo tratado en cada una de las aulas.
Las dos jornadas del Encuentro de Trabajo y Cultura, el viernes y el sábado, funcionaron como corolario del Festival de Arte Trabajador, ofrecido por Radar durante todo septiembre: 51 espectáculos en diferentes salas, algunas de los mismos gremios. La única condición de la convocatoria que lanzó el colectivo para el armado de la programación era que los espectáculos tuvieran en su equipo al menos a un afiliado de alguno de los veinte sindicatos que lo componen. Una vez finalizado el festival, el encuentro aportó una cuota de debate y reflexión, el viernes con conferencias de apertura y el sábado con intensas mesas de trabajo.
En esencia, el movimiento obrero se reunió para “reflexionar, debatir y repensar” su rol, según se leía en un cuadernillo que recibían los asistentes. “Ante la complejidad del momento histórico en el que nos hallamos, planteamos la necesidad de defender y dar impulso a una cultura propia de los trabajadores, a partir de poner en discusión los modelos hegemónicos de dominación que tienden a someter cada aspecto de nuestra vida a las reglas del mercado”, explican los gremios en ese texto. También, manifiestan que se proponen delinear “una construcción a futuro” con distintos hacedores del mundo de la cultura, como colectivos, artistas, gestores y educadores.
El sábado, el grueso del encuentro se desarrolló en el sexto piso de la impoluta UMET, ubicada en Sarmiento 2037. A partir de las 10 y hasta pasado el mediodía, con café, medialunas y masitas, funcionaron en paralelo cinco mesas de trabajo: “políticas y derechos culturales”, “hacedores: la producción artístico-cultural”, “gestión: prácticas y territorios”, “cultura y trabajo: perspectivas en disputa” y “medios de comunicación”. Entre los panelistas había artistas, investigadores, referentes gremiales, periodistas y representantes de cooperativas y organizaciones. Echando un vistazo a cada una de las mesas, que se desarrollaban en diferentes salones, se podía percibir algo en común: la preocupación por el momento histórico y los ataques a la cultura. Un llamado a la unión del sector cultural para dar su respuesta ante el avance del neoliberalismo más crudo.
“Nunca se concluye, nunca se termina. Son debates abiertos. A todos nos han quedado picando cosas. En la riqueza de las intervenciones nos quedan cosas pendientes. Este espacio está abierto. Queremos que se sigan sumando otros sectores y seguir vinculándonos. La riqueza de la construcción cultural es ésa: no se puede pensar de a uno ni en solitario, se construye con todos. Es mucha la tarea, pero la alegría de compartir estas cosas y que uno no se sienta solo en estas adversidades es una de las riquezas del movimiento obrero”, expresó luego, ya en el auditorio, la secretaria de Cultura del Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop), Teresa Hernández, al lado de los moderadores de las mesas. Fue después de que todos los asistentes –unos cien– se encontraran en el segundo piso, en la terraza, y se tomaran una foto con el rostro de Santiago Maldonado. Finalizadas las mesas, los debates continuaban en todos lados. En los ascensores; en el bar. Puertas adentro de las aulas, los hubo muy candentes.
En las mesas se plantearon cuestiones tales como: vaciamiento y mercantilización, ley de acceso a la cultura, identidad, modos heredados y pluriculturalidad, la necesidad de una articulación entre sindicatos y colectivos culturales, construcción en diferentes territorios, gestión cultural en gremios, culturas dominante y obrera, relaciones laborales y contenido simbólico del proceso de trabajo, derechos laborales, el poder de los medios y su vinculación con la política partidaria y las corporaciones, medios oficiales y autogestivos y rol de las redes, entre otros.
En el auditorio, cada moderador tomó la palabra para resumir las discusiones que se dieron en el marco de su mesa. “Los sindicatos no sólo somos una herramienta reivindicativa, sino que, además, tenemos políticas culturales propias. Queremos ser un actor para el desarrollo de políticas culturales en el Estado y tenemos que dialogar con otros actores”, sugirió Cielo Chaina, responsable de la Comisión de Cultura del Sindicato de Trabajadores Judiciales (Sitraju) de la Ciudad de Buenos Aires, y contó que en su mesa (“Políticas y derechos culturales”) se debatió sobre la necesidad de una mayor “permeabilidad” en el movimiento obrero para encontrarse con otros sectores. “La cultura organizada es una herramienta fundamental para defendernos de la colonización cultural”, definió, por su parte, el director de Uocra Cultura, Lisandro Bera.
“No se les puede dejar la construcción cultural solamente al Estado y al mercado; las organizaciones de la sociedad civil podemos intervenir”, aportó Pablo Montiel, músico, director de la Licenciatura en Gestión Cultural de UMET. Federico Vocos, del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y la Unión Obrera Ladrillera, se refirió a “la importancia del trabajo en la generación de identidad”. Finalmente, Eliana Medero, del Sitraju, invitó a “apostar y defender este sindicalismo con nuevos valores, que propicia actividades culturales como hechos políticos, que dan cuenta a su pueblo de su memoria e identidad”. El Encuentro terminó por la noche, con una fiesta y un brindis que celebraron este paso dado.