“La historia argentina –anotó Ricardo Piglia– es una lucha cuyo escenario privilegiado es la escritura de Sarmiento.” ¿Por qué esa figura pervive como nudo de controversias e interpretaciones disidentes? Quizá, entre tantas razones, porque el mismo pensamiento de Sarmiento era un nudo de corrientes adversas, incluso lo eran las ideas que dieron origen al sistema educativo nacional. Como observó Pablo Pineau, en su propuesta de educación popular hay una contradicción fundante: “Para Sarmiento, ‘civilizar al bárbaro’ y ‘educar al soberano’ constituían el mismo proceso social, por lo que el triunfo de los procesos democratizadores tenía como contracara la erradicación de los sujetos sociales previos”. La paradoja de una inclusión excluyente.
Alrededor de esa sombra terrible, partiendo de ella y volviendo a ella, Adriana Puiggrós propone en su último libro, Adiós, Sarmiento. Educación pública, Iglesia y mercado (Ediciones Colihue), un recorrido histórico por las políticas educativas que se ha dado el país, desde 1880 hasta la actualidad. Doctora en Pedagogía y profesora consulta de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), ex diputada y ex directora general de Educación de la Provincia de Buenos Aires, Puiggrós reflexiona sobre los alcances y los efectos del proceso global de mercantilización de la educación, en plena expansión en Argentina, con el propósito último de mostrar que “la hegemonía de los mercaderes desencarnados de nuestra época” no es la única salida para las sociedades latinoamericanas, que hay alternativas posibles a la espera de ser imaginadas y realizadas.