El jueves la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el presupuesto para el año 2017 y, en ese sentido, el vinculado al área de la salud mental. Si bien no estipula una partida económica específica para crear un Polo de Neurociencias entre los hospitales Borda, Moyano, Tobar García y Alvear, catalogados como monovalentes, el proyecto diseñado por el ejecutivo porteño y aprobado anteayer, al mencionar el monto presupuestario asignado al Borda y al Moyano señala en cada caso: “El hospital se encuentra en la tarea de confeccionar una propuesta de nueva estructura para ajustar su perfil como parte de un polo de neurociencias”. No aporta mayores precisiones sobre la manera en que se implementaría, pero la intención queda explícita en el escrito. Y en los fundamentos del presupuesto habla abiertamente de la necesidad de “reconversión de hospitales neuropsiquiátricos en hospitales de neurociencias”.

La Ley Nacional de Salud Mental (26.657) establece la prohibición de crear nuevos neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalente ya sean públicas o privadas. También establece el año 2020 como plazo máximo para la sustitución de las instituciones de este tipo existentes. Desde el paradigma en el que se enmarca la Ley Nacional se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implican una dinámica de construcción social vinculada con la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona. La idea de reducir la complejidad de lo humano al orden de las neurociencias pone de manifiesto una mirada reduccionista y biologicista que va contra los avances científicos que pretende legitimar. El PRO se venía negando a cumplir con la legislación sancionada en 2010, y reglamentada en 2013, y también con la norma local (Ley 448). Para oponerse al espíritu legal vigente ideó proyectos en los que habla de “reconversión” de los hospitales monovalentes dependientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El abordaje desde las neurociencias anularía la posibilidad de cualquier trabajo interdisciplinario entre la psicología o el psicoanálisis y la psiquiatría para tratar de encontrar la fuente de los padecimientos mentales en una cuestión puramente orgánica sin tener en cuenta las historias individuales y el entorno social, por ejemplo.

“El intento del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta de reconvertir los hospitales monovalentes en institutos de neurociencias supone una visión que identifica la salud mental desde un fuerte sesgo biologicista, abordándola como una enfermedad localizada en el cerebro y un estado crónico”, expresó a PáginaI12 el legislador porteño por el Frente para la Victoria-Nuevo Encuentro José Cruz Campagnoli. “El objetivo último de esta avanzada es acrecentar los negocios de los laboratorios privados y de la gran industria farmacéutica”, denunció Campagnoli. “Esta orientación mercantilista no sólo desconoce los determinantes sociales, culturales y familiares que están detrás de esta problemática. También se contradice con la Ley Nacional de Salud Mental que, desde un enfoque de derechos humanos, promueve abordajes social-comunitarios centrados en la prevención y promoción de la salud”, agregó el legislador.

Según se detalla en los considerandos del presupuesto, el Borda es el hospital de referencia para los trastornos graves de salud mental en la ciudad y en gran parte del área metropolitana. Mantiene una relación de ingresos y egresos en internación cercana a los 900 pacientes anuales, acompañado de más de 220 mil consultas entre todos sus servicios ambulatorios. Actualmente, el perfil de la población atendida en el ámbito del establecimiento corresponde predominantemente a adultos varones en internación y adultos de ambos sexos en consultorios externos.

En cuanto al Moyano, subraya que la población atendida en ese establecimiento es de características heterogéneas en lo referente al trastorno mental que padecen: se atienden pacientes con trastornos mentales agudos y crónicos, de ansiedad graves, psicóticos agudos y crónicos para los cuales “el hospital tiene los espacios adecuados y los equipos interdisciplinarios entrenados en la atención y rehabilitación de estas patologías”.

En diálogo con PáginaI12, el médico psiquiatra Carlos Paz, también secretario general de la Asociación Gremial Interdisciplinaria del Hospital Moyano, señaló: “En particular yo pero también los compañeros profesionales no nos oponemos a que haya un desarrollo de lo neurocientífico pero sí nos oponemos a que esto prime por sobre el resto de las disciplinas. En segundo lugar, este es un proyecto en el que no hubo participación de ninguno de los trabajadores ni de los gremios del hospital. Por otro lado, tiene la visión de un modelo médico hegemónico y deja abiertas las puertas a las investigaciones e iniciativas privadas”. Paz considera un retroceso centralizar la salud mental en las neurociencias. “La ley de salud mental contempla dispositivos alternativos fuera del hospital, un trabajo interdisciplinario con las distintas disciplinas, el desarrollo de la musicoterapia, terapias ocupacionales. Esta es la forma de tratar el padecimiento mental. De nada va a servir una tomografía que no nos va a aportar elementos en función de una patología mental”, ejemplificó el psiquiatra del Moyano.

El psicólogo social y fundador del Frente de Artistas de Borda, Alberto Sava, impulsor en la Argentina de la teoría de la desmanicomialización, considera que la intención de crear un Polo de Neurociencias en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires tiene correlato con “la misma política que está teniendo el gobierno con destruir la Ley Nacional de Salud Mental”. Para Sava, el Polo de Neurociencias “viene a reemplazar el proyecto del Centro Cívico; o sea, los hospitales psiquiátricos como el Borda y el Moyano se van a convertir en espacios de investigación y estudio sobre las neurociencias y eso implicaría negocios para las empresas farmacéuticas y clínicas privadas”. También advierte que esta iniciativa implica “incrementar la ideología de la medicina convencional llevada a instancias de mejor calidad en el sentido de mejor negocio; es decir, hacer una medicina elitista que no tiene nada que ver con lo que la Ley Nacional dice ni tiene nada que ver con todas las experiencias desmanicomializadoras o de desintitucionalización de la locura que es un trabajo más comunitario y más social y que entiende al sufrimiento mental en relación a la sociedad o a un sistema determinado. Este proyecto es reafirmar la ideología que tiene que ver con la psiquiatría convencional”.

Para Sava, detrás de esto está también la intención de “destruir la ley nacional” que, desde su punto de vista, “es revolucionaria porque habla del cierre de los manicomios en 2020 para reemplazarlos por un sistema más comunitario y social, con internaciones cortas en hospitales generales, con tratamientos ambulatorios, teniendo en cuenta el trabajo, la vivienda, la educación y los afectos de las personas con sufrimiento mental”. El fundador del Frente de Artistas del Borda explica por qué no hay que caer en la trampa de que el Polo de Neurociencias sea algo relacionado con la teoría de la desmanicomialización. “La desmanicomialización bien entendida considera que los manicomios son lugares violatorios de los derechos humanos. Ahí se violentan los derechos humanos por la mala calidad de vida, por la sobremedicación, por la falta de libertad, por los electroshocks, por el abuso de los fármacos. Hay toda una ideología que hace que los manicomios no sean lugares de salud sino de enfermedad”, explica. “Eso no lo contempla este proyecto. Este viene a dar un elemento de estilización al tratamiento del sufrimiento mental, quizás con mejor condiciones hoteleras, pero no contempla la cuestión del proyecto desmanicomializador. Es como llevar a los hospitales psiquiátricos el estilo de una clínica privada. Es casi como una privatización de la salud mental”, argumenta Sava. Y como conclusión deja una frase del psicólogo social Alfredo Moffatt: “Las pastillas no sólo tranquilizan a los pacientes sino también a los dueños de los laboratorios porque si se cerraran los manicomios dejarían de percibir millones de dólares. Entonces, esto está pensado desde una visión de negocio capitalista de la salud”.