La mayor masacre con armas de fuego ocurrida en Estados Unidos tuvo lugar el domingo por la noche en Las Vegas. Stephen Craig Paddock, un jubilado de 64 años, disparó contra las 20 mil personas que asistían en Las Vegas a un concierto de música country, asesinando al menos a 59 personas e hiriendo a más de 500 con fusiles de repetición y metralletas. Hasta el domingo a la noche –según sus familiares– Paddock era “una persona muy normal, apacible, que no tenía ninguna relación con el uso de armas”. A pesar de la descripción familiar, Paddock se adjudicó el primer lugar entre las masacres provocadas por un civil en los Estados Unidos, sin que haya existido ninguna motivación política, de acuerdo con lo informado por el FBI. Desde una habitación del piso 32 del Hotel Casino Mandalay Bay, el “apacible” jubilado asesinó a por lo menos 59 personas e hirió, en algunos casos de gravedad, a otras 527. Paddock, que vivía a 130 kilómetros de la escena del crimen, en una casa cercana a un campo de golf, solía frecuentar las salas de juego porque era un apasionado del póker. El domingo jugó a la ruleta rusa con los asistentes al show y luego se quitó la vida.

Incialmente el EI se adjudicó el atentado mediante dos comunicados de prensa difundidos por la agencia Amaq, afín al grupo yihadista, en los que aseguró que el tirador era “un soldado del Estado Islámico”. Pero poco después, el FBI desmintió que tuviera relación con un atentado terrorista y lo definió como un “lobo solitario”.

Sobrevivientes de la masacre describieron escenas de muerte y desesperación, con “balas volando por todas partes” y cadáveres “en charcos de sangre”. Un joven dijo ante los periodistas que “cuando sonó el primer disparo, parecían fuegos artificiales. Y después terminó no sonando a fuegos artificiales para nada”. El testigo dijo que “las balas volaban por todas partes y todos estaban corriendo”. Aseguró que lo vivido “fue tremendo” porque “las balas rebotaban por todos lados; estaban disparando desde un lugar alto, vaciando cargador tras cargador tras cargador”. 

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Taylor Benge, un joven de 21 años, declaró que vio “cuerpos de personas tirados en charcos de sangre”. Precisó que “a un metro y medio” de donde se encontraba “había un hombre con una herida de bala en el mentón. Estaba muerto en el suelo”. Todo ocurrió en medio de lo que describió como “un infierno de 200 a 300 disparos”. Benge señaló que él y su hermana se arrojaron al piso, antes de poder salir del lugar sanos y salvos, aunque manchados con la sangre de otros que no corrieron la misma suerte. “Mis jeans están cubiertos con la sangre de alguien. Mi remera está cubierta con la sangre de alguien, toda la pierna de mi hermana estaba cubierta de sangre”, agregó, en declaraciones a la cadena CNN.

El jugador profesional de póker, actor y celebridad de Internet Dan Bilzerian se filmó huyendo del ataque a tiros, en medio del concierto. Dijo haber visto caer herida de muerte a una joven. “La puta madre, a esta chica le dieron un disparo en la cabeza. Qué locura”, se oye decir a Blizerian en el video. Luego admite que había ido en busca de un arma y que estaba regresando a la escena del tiroteo. “Tuve que agarrar una pistola. Estoy volviendo. Esto es una locura. Vi a una chica cuando era baleada en la cara, (con) sus sesos colgando”. Como fondo de la filmación se escuchan gritos que ponen en evidencia la magnitud del desastre. 

Christine, otra asistente al recital, comentó que la magnitud de los disparos le hizo pensar que había más de un tirador. “Fueron cientos de disparos. No era que ‘sonaban como’, fueron cientos de disparos que seguían cayendo”. Cuando pudo alejarse del centro de la escena “había un hombre con un tiro que estaba todo ensangrentado y estaba inconsciente. Corrimos, y todos se estaban escondiendo por todas partes. Se escondían bajo las sillas, atrás de los pilares de las torres de luces y donde podían. Y todos nos decían que corramos, ‘¡corran rápido, corran!’”. 

Aunque su padre figuró en la lista de los delincuentes más buscados en los Estados Unidos por su afición a robar bancos, Stephen Craig Paddock no tenía antecedentes penales ni historial que indique que padecía alguna enfermedad mental. “¿Dónde diablos recibió armas automáticas? No tenía antecedentes militares ni nada de eso”, declaró a la prensa su hermano Eric. Para dar una idea respecto de lo “apacible que era su vida”, Eric dijo que su hermano vivía “en una casa en Mesquite, que iba y jugaba en Las Vegas. Hacía cosas como comer ‘burritos’”, agregó en referencia a una comida típica mexicana. Mesquite es una peque¤a ciudad ubicada cerca del límite entre Nevada y Arizona. Eric dijo también que Stephen “no tenía afiliación política ni religiosa; tampoco era un tipo de usar una pistola”. pistola”. Eric insistió en que su hermano era “apenas un tipo normal” y consideró que lo ocurrido se debe a que “algo se quebró en él; no tenemos ni idea de qué ocurrió”. 

Al referirse al impacto sufrido por su familia, Eric sostuvo que “es como si un asteroide nos hubiera impactado”. Amaq, una organización de propaganda del grupo Estado Islámico (EI), sostuvo ayer que Paddock era “un soldado” de esa organización que se había convertido al Islam “hace algunos meses”. Según esa versión, el jubilado provocó la masacre “en respuesta” a los llamados a atacar a los países involucrados en la lucha contra el EI. El FBI salió de inmediato a desestimar la afirmación: “No hemos determinado por el momento ninguna conexión con un grupo terrorista internacional”, informó el agente Aaron Rouse en rueda de prensa.

Según la policía, Paddock no registraba ningún arresto ni antecedente penal alguno. El agresor era contador público y tenía licencia de piloto y permiso para caza mayor,válido para el territorio de Alaska, lo que desmiente lo dicho por su hermano en el sentido de que nunca manejó armas de fuego. En la habitación del piso 32 del hotel desde donde se produjeron los disparos mortales, la policía encontró ocho armas de fuego, cortas y largas. Una mujer señalada como “compañera sentimental” de Paddock fue inicialmente buscada por los investigadores, pero luego se aclaró que no había ningún dato que indicara que pudo estar vinculada a los hechos. La familia dijo no tener conocimiento de esa relación. 

El FBI admitió que es “un misterio” las posibles razones de semejante masacre. El ataque contra los asistentes a un concierto de música country llama la atención, además, porque en forma intencional, o no, se eligió como blanco a uno de los segmentos estereotipados como los más conservadores de la sociedad estadounidense. 

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