Las ondas gravitacionales son el resultado de violentos eventos galácticos, como el choque de agujeros negros o la explosión de estrellas masivas, y pueden revelar eventos que ocurrieron millones de años atrás. La primera detección directa de ondas gravitacionales tuvo lugar en septiembre de 2015 en el LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser, en español) donde trabajaban los tres laureados.
El hallazgo, divulgado en febrero de 2016, fue celebrado como la culminación de décadas de investigación. En 1984, Thorne y Weiss crearon el LIGO en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), que ha recibido 18 premios Nobel desde la creación del galardón en 1901. Barish se unió a ellos en 1994 y ayudó a finalizar el proyecto del observatorio, donde hoy en día colaboran más de 1000 investigadores de 20 países.
La primera observación directa de las ondas gravitacionales fue el resultado del choque de dos agujeros negros ocurrido a unos 1300 millones de años luz de distancia. "Aunque la señal era extremadamente débil cuando llegó a la Tierra, ya prometía una revolución en la astrofísica. Las ondas gravitacionales son una forma completamente nueva de seguir los eventos más violentos en el espacio y probar los límites de nuestro conocimiento", dijo la Academia Sueca.
En una entrevista publicada en la página web de los Premios Nobel, Thorne aseguró que este descubrimiento permitirá que los científicos vean "un enorme número de cosas" en las próximas décadas. "Veremos cómo chocan estrellas de neutrones, cómo se destruyen, veremos agujeros negros destruyendo estrellas de neutrones, veremos estrellas de neutrones giratorias, púlsares (...) Exploraremos básicamente el nacimiento del universo", destacó.
Las ondas gravitaciones son minúsculas y casi indetectables, ya que interactúan de forma muy débil con la materia y viajan a través del universo a la velocidad de la luz, sin que nada las detenga.
Las ondas afectaron la dimensión de los aparatos de detección en una diezmilésima parte del núcleo de un átomo de hidrógeno. Desde 2015 esas enigmáticas ondas han sido detectadas tres veces más: dos por el LIGO, y una por el detector Virgo situado en el Observatorio Gravitacional Europeo (EGO), en la ciudad italiana de Cascina.
"Einstein estaba convencido de que nunca sería posible medirlos", afirmó el comité Nobel. "El logro del proyecto LIGO fue utilizar un par de gigantescos interferómetros láser para medir un cambio miles de veces menor que el núcleo de un átomo, mientras las ondas gravitacionales atravesaban la Tierra", añadió.
Los agujeros negros no emiten luz, y sólo pueden ser observados mediante las ondas que surgen cuando éstos chocan y fusionan de forma violenta, ofreciendo a los científicos una manera de estudiarlos. "Si pudiéramos oír todas las ondas y no sólo las más fuertes, el universo entero estaría lleno de música, como pájaros gorjeando en un bosque, con más ruido aquí y menos allá", explicó la Academia de Ciencias.
Rainer Weiss recibirá la mitad del premio de nueve millones de coronas suecas (unos 940.000 euros, 1,1 millones de dólares), mientras que Barry Barish y Kip Thorne se reparten en partes iguales la otra mitad. "Es realmente maravilloso. Esto lo considero sobre todo como algo que reconoce el trabajo de cerca de 1000 personas", declaró Weiss poco después de que se anunciara el premio. "Nos llevó mucho tiempo (...) dos meses (...) convencernos de que habíamos visto [algo] que venía de fuera y era realmente una onda gravitacional", agregó.
Thorne confesó que esperaba que el hallazgo recibiera el Nobel algún día. "No esperaba recibirlo personalmente, esperaba que lo recibieran todos los colaboradores (...) que diseñaron, construyeron y perfeccionaron el detector de ondas gravitacionales que hizo (posible) el descubrimiento", declaró.
Ayer fue el turno del Premio Nobel de Medicina, atribuido a tres genetistas especializados en el estudio del reloj biológico, y mañana se anunciará el de Química. El jueves el de Literatura, el viernes el de la Paz y el lunes próximo el de Economía.