Según se informa en el sitio oficial de la Secretaría de Cultura, el Quinteto Municipal de Cuerdas celebrará el año próximo sus cuarenta años. Allí se indica, también, que la formación tiene entre sus objetivos la concreción de "recitales públicos como apoyo artístico a congresos científicos, económicos y culturales, conmemoraciones, visita de personalidades". Una información tan protocolar como escueta: en los últimos cinco años, el organismo se nutrió de sus encuentros didácticos en escuelas de la ciudad y le dio forma a Pororó (2012), Cosa de chicos (2014) y Zumba, disco que acaba de concretar su edición.
Conformado por Marcelo Ajubita (viola), Leandro Curaba (primer violín), Carlos Pagura (contrabajo), Francisco Plano (segundo violín) y Leo Sturam (violoncello), el Quinteto Municipal de Cuerdas enriqueció su discografía con un trabajo que amplía el proyecto lanzado con Pororó, obra mayormente instrumental que se propuso como material de trabajo para docentes. En Cosa de chicos, la convocatoria a músicos como Fandermole, Baglietto, Popono, Caburo, Nahuel Marquet, Irene Cervera y Ethel Koffman abrió el juego a canciones cantadas, en una línea que se profundizó con Zumba, donde el protagonismo vocal recayó en niñas y niños de escuelas primarias. Compuestas por Ajubita y Pagura, las quince canciones de Zumba transitan por diversos géneros --desde el rock and roll a la "música culta", de los aires celtas a los ritmos litoraleños--, en otro elemento distintivo del disco registrado por Jorge Ojeda y Guillermo Palena de In Situ.
Un disco que, una vez más, encontró impulso en las devoluciones que sus integrantes obtienen en cada concierto pedagógico. "La motivación viene desde el contacto con los chicos, que sigue funcionando", reconoce Charli Pagura, que admite la espontaneidad que caracteriza a estos emprendimientos: "Salvo en el primero, donde sí teníamos el objetivo de presentar elementos que sirvieran a los docentes para trabajar en el aula, en los otros dos nos propusimos hacer canciones".
En esa línea, Ajubita amplía el concepto: "Por un lado, cuando uno habla de 'música para chicos', ¿qué es la música para chicos? Se piensa en cosas simples, cosas fáciles para que los pibes repitan. No es el punto que nosotros buscamos. Por otro lado, la sonoridad de cuerdas no es algo que se haga habitualmente. Y con respecto a la composición, me parece que hacemos lo que tenemos ganas".
Con el entusiasmo como motor, el Quinteto continúa produciendo desde una lógica que busca romper con los estatismos propios de la burocracia. "Creo que los organismos estatales están muy desperdiciados --analiza Ajubita--. Lo que hicimos fue tratar de hacer algo con un organismo que sino haría las cosas mínimas, tocando en algún acto. Buscamos sacarlo de ese lugar. Por un lado la institución municipal te apoya, sobre todo en la persona de Luis Alfonso. Ahora, después de éso falta un acompañamiento en el sentido de que hay lugares, incluso municipales, donde no saben que esto existe. Y llevamos tres discos editados...".
A dos años y medio de su grabación, el flamante Zumba deberá aguardar ahora para concretar su lanzamiento en vivo. "Se hace difícil acompañar esto con una presentación en vivo. Pero estamos pensando en presentar los tres discos. Y mostrar las actividades que hacemos desde el Quinteto pensadas para los chicos", anticipa Pagura. Y, como impulsado por el entusiasmo contagioso de la pibada, redobla la apuesta: "Estamos arrancádole algo a un espacio estatal, burocrático, dándole una vuelta de tuerca y un poco de sentido a lo que hacemos. Los pibes nos llenan de energía. Preferimos eso a estar tocando para las señoras que juegan al bridge en el Jockey Club. Es como robarle el tiempo a estar ensayando una sonata para generar contenidos distintos, proponiendo otras cosas. Con eso tenemos para rato".