“Este Nobel significa el reconocimiento del trabajo de décadas de muchísima gente detrás de estos fundadores del proyecto –destacó ayer la prestigiosa física Gabriela González, que coordinó el proyecto que desembocó en la detección de las ondas cuya existencia postuló Einstein– . Es un reconocimiento de un descubrimiento fundamental, el descubrimiento de las ondas gravitacionales, pero no solo la primera detección, sino el hecho de que esto inicie una nueva manera de hacer astronomía con estos observatorios.”
La científica cordobesa explicó a radio Universidad de esa provincia que “las ondas gravitacionales fueron una predicción de Einstein, pero él mismo cuando publicó la teoría pensó que eran tan pequeñas que no se iban a poder medir”. Y destacó que ahora “se inventó la manera de poder medirlas”. “Las ondas gravitacionales son producidas por objetos masivos que se mueven muy rápido. Las primeras que hemos descubierto, y hemos descubierto cuatro ya, fueron producidas por agujeros negros que estaban colisionando casi a la velocidad de la luz. Esto genera ondas en el espacio-tiempo: no son ondas de agua, no son ondas de sonido, son ondas del espacio-tiempo que cambian las distancias”, señaló.
Por su trabajo en este proyecto, González fue reconocida en 2016 como una de los diez científicos más destacados del mundo por la revista académica Nature y además, a partir de 2018, formará parte de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, una institución de máximo prestigio internacional.
En oportunidad de este último reconocimiento, PáginaI12 la entrevistó el 28 de junio pasado. En aquel diálogo, la investigadora detalló la importancia del hallazgo y trazó un panorama del estado actual de la ciencia en el país: “En la Argentina, la ciencia ha progresado muchísimo, sobre todo durante las últimas décadas. A la distancia, me había entusiasmado al observar cómo se desarrollaban planes de largo plazo. La planificación en ciencia y educación resulta fundamental, por ello, siempre fue tan importante la mantención de cierta continuidad porque los cambios drásticos son nocivos. Me entristeció el conflicto con los investigadores de Conicet y, en general, los ajustes presupuestarios en ciencia, sobre todo por la falta de diálogo. Además, es deprimente pensar, por ejemplo, en las chicas que actualmente cursan el colegio secundario: ¿quién se arriesgará a ser científica tras observar las condiciones de un sistema local que no brinda posibilidades?