La fiesta empieza, llega el Premio Nobel de Literatura. ¡Que viva el reino de la especulación y la arbitrariedad! ¿Quién sucederá al trovador de Minnesota? El enigma, que atraviesa al mundo de la cultura por estas horas, se resolverá mañana jueves a las 13 (a las 8 hora Argentina) en Estocolmo, cuando la secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius, anuncie quién sucederá a Bob Dylan, uno de los premios que más polémicas generó en los últimos años. Muchos celebraron el reconocimiento a Dylan porque sus canciones se inscriben “en una larga tradición que remonta a William Blake”, el legendario poeta inglés muerto en 1827. Pero hubo críticas por izquierda y por derecha. ¿No era mejor distinguir a Leonard Cohen, con casi una decena de libros de poemas y dos novelas publicados, o a Chico Buarque, con varias novelas y obras de teatro editadas? Los más reaccionarios y conservadores, custodios de un concepto de literatura que se inscribe en una especie de dudosa “pureza racial”, pusieron el grito en el cielo: ¿Un músico recibiendo un Nobel de Literatura? ¿Qué es esto? ¿A quién se le ocurrió? ¿Cómo se atrevieron? Pero si es cierto que después de la tormenta sale el sol, la Academia puede reconocer a un completo desconocido o desconocida –un hábito que practica de vez en cuando– o volver a una opción más ortodoxa, un nombre que genere mayor “consenso”, si es que alguien cree en esa palabra. ¿El nuevo Nobel podría ser el argentino César Aira, que figura en el puesto número 13 de una de las “célebres” casas de apuestas?

La casa inglesa Ladbrokes tiene sus “candidatos”, los escritores preferidos de los apostadores. Muchos se repiten año tras año. Otros suben y bajan en ese ránking; pero nadie sabe qué guía a los apostadores y cómo eligen: ¿Se dejan llevar por los rumores? ¿Tienen un poco de olfato después de varios años de apuestas sistemáticas? ¿Arriesgan de acuerdo a sus convicciones como lectores, si es que han leído algo de la obra de los autores por los que apuestan? Una sola vez acertaron. En 2015, días antes del anuncio, tenían a la bielorrusa Svetlana Alexievich como favorita. La autora de Voces de Chernóbil, efectivamente, ganó ese año el Nobel de Literatura. En el primer puesto está el Ngugi Wa Thiong’o, narrador keniata y activista político considerado uno de las voces más importantes de la literatura africana, autor de El brujo del cuervo y El diablo en la cruz, entre otros títulos. Le sigue un eterno candidato: el japonés Haruki Murakami. La tercera es la canadiense Margaret Atwood, que viene en ascenso por el éxito que está teniendo la serie basada en su novela distópica El cuento de la criada, que obtuvo ocho premios Emmy y fue la gran vencedora en el mundo de la televisión. Algunos advierten que sus chances estarían reducidas porque luego del Nobel a la cuentista Alice Munro en 2013 es difícil que otro autor canadiense lo reciba en tan poco tiempo. 

En cuarto lugar aparece el poeta y escritor surcoreano Ko Un, que es el candidato “políticamente correcto” para esta coyuntura internacional. La Guerra de Corea lo afectó física y mentalmente tras perder a su familia. Se recluyó en un monasterio budista por una década, y luego militó activamente por la apertura democrática de su país desde los años 70. En el quinto puesto está el israelí Amos Oz, otro candidato que suele estar en las apuestas y al que el Nobel parece resistirse, aunque ha ganado muchos premios, como el Príncipe de Asturias en 2007. En sexto lugar está el italiano Claudio Magris, un “muy buen candidato” porque el autor de Danubio es partidario de los relatos híbridos, donde se mezclan la crónica, el ensayo y la autobiografía. El listado se completa con el español Javier Marías, el poeta y ensayista sirio Adonis, el norteamericano Don DeLillo –”casi” descartado porque es raro que premien a otro estadounidense después de Dylan– y el escritor chino Yan Lianke, también con escasa probabilidad porque en 2012 lo ganó Mo Yan.

Pocos premios generan un culto a las suposiciones como el Nobel de Literatura. César Aira ha sido candidato para el Man Booker Prize y se podría decir que tiene como “madrina” literaria nada menos que a Patti Smith, que reseñó El cerebro musical para The New York Times. “El ojo cubista de Aira ve las cosas desde muchos ángulos al mismo tiempo”, plantea Smith en su reseña y revela que llegó a los textos del escritor argentino a través de Roberto Bolaño y que rápidamente la sedujeron tres novelas: Un episodio en la vida del pintor viajero, La Villa y La costurera y el viento. “Da la impresión de que Aira viene de un lugar llamado Pringles donde la música suena siempre y nunca pasa nada, excepto todo”, subraya la cantante y escritora. “La Academia es en realidad una sociedad muy discreta y no debemos esperar nada sensacional”, advierte Clemens Poellinger, crítico literario del diario Svenska Dagbladet. “Lo que pasó el año pasado fue verdaderamente particular. Creo que este año tendremos un novelista o un ensayista hombre, oriundo de Europa. Exactamente lo contrario de Bob Dylan”, vaticina Björn Wiman, director de las páginas de cultura del diario Dagens Nyheter, quien postula como candidatos con muchas posibilidades al portugués Antonio Lobo Antunes y al albanés Ismail Kadaré. El propietario de la gran librería Hedengrens de Estocolmo, Nicklas Björholm, refiere como potenciales premiados a Javier Marías, los estadounidenses Joan Didion o Don DeLillo, la polaca Olga Tokarczuk o el israelí David Grossmann. Su favorito es el poeta surcoreano Ko Un porque ha llegado el momento de premiar “a alguien no anglófono y asiático”, afirma el librero de Estocolmo.