El Comité Central Confederal (CCC) de la CGT resolvió, en apenas un par de horas de debate, apostar al diálogo reabierto con el Gobierno y sólo si no hubiese avances, el Consejo Directivo tendrá la facultad de resucitar el plan de lucha que podría incluir un paro nacional. Será una decisión que estará supeditada a lo que suceda en los comicios legislativos del próximo 22 de octubre y por eso no se le puso una fecha límite a las conversaciones con la Casa Rosada. Para que no quedaran dudas, el triunviro Juan Carlos Schmid fue tajante: “Llevaremos adelante medidas de protesta de no prosperar el diálogo, pero es una resolución que va a ir madurando. Agradecería que no empecemos a poner fechas o establecer límites”.

El triunvirato caracterizó la reunión como “tranquila” y fue así porque la mayoría de las asperezas se limaron en diferentes reuniones previas e incluso durante la mañana de ayer. Por caso, los integrantes de la mesa chica del Consejo Directivo se vieron las caras lunes y martes para evitar sorpresas. En ese marco, la decisión de mantener el diálogo con el Gobierno y dejar para otro momento cualquier medida de fuerza terminó por definir el clima del Confederal. Uno de los triunviros lo justificó de la siguiente manera. “Hay momentos para avanzar y otros para resistir y no perder. Hoy tenemos que evitar que nos ganen. Tenemos que ganar tiempo”, aseguró.

La forma que los pesos pesados de la CGT encontraron para obtener ese “tiempo necesario” fue a través de las conversaciones que se iniciaron con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Ayer, el Confederal aprobó esta estrategia que, al decir de Héctor Daer, se resume en la implementación de la formación profesional “que todavía queda por profundizar y donde hacemos la advertencia que no vamos a tolerar que se transforme en un mercado laboral de pasantes”. El segundo punto es el denominado proceso de blanqueo de trabajadores que, según Daer, “no está todavía muy claro qué significa y “por eso para nosotros es fundamental poder compartir la potestad de fiscalizar aquellos nichos y actividades que tienen trabajadores en la informalidad”. El tercer tema es el “monitoreo de la situación de las organizaciones sindicales que están intervenidas”. Estos tres puntos son, para el triunvirato, “un límite innegociable”.

Estos tres ítems que forman parte del menú de negociación con el Gobierno carecen, según lo que aprobó el Confederal, de un plazo máximo y, por lo tanto, justifica el pedido de Schmid a la prensa cuando dijo “no empecemos a poner fechas o establecer límites”.

Los discursos se sucedieron y sólo el del bancario Sergio Palazzo generó un pequeño cortocircuito. El referente de La Bancaria realizó un detallado análisis de estos dos años de gobierno de Cambiemos, las consecuencias del plan económico y señaló que si bien las condiciones objetivas para convocar a una medida de fuerza existen, realizarla antes de los comicios legislativos solo beneficiaría al presidente Mauricio Macri. En ese sentido acompañó el proceso de diálogo pero advirtió que debe tener respuestas “porque este gobierno hizo para sí el manifiesto de reclamos de los empresarios porque es parte de esa clase reaccionaria de la Argentina” y propuso que “si no hay resultado después del 22 de octubre, el Consejo Directivo convoque a un paro nacional como inicio de plan de lucha para que este gobierno cambie la política económica y respete a los trabajadores”. Lo aplaudieron muchos salvo el titular de Centro de Patrones y Oficiales Fluviales de Cabotaje Marítimo y Pesca, Julio González Insfrán, quien lo acusó de kirchnerista. No pasó a mayores el cruce pero el planteo de Palazzo sirvió para que en la cabeza de algunos se constituya un posible tiempo límite al diálogo con Triaca.

El tema de las intervenciones a los sindicatos también fue parte del debate. En ese sentido Daer dijo durante la conferencia de prensa que “hay una sobreactuación de hechos que son utilizados intencionalmente para deslegitimar una representación”.

El Confederal tuvo un par de ausencias notorias: las de Hugo y Pablo Moyano. Schmid las minimizó. “La delegación de Camioneros estuvo presente y acompañó orgánicamente la resolución que tomó el Confederal”, dijo. En rigor, en las planillas de asistencia al Confederal no figura ningún representante de Camioneros. En todo caso sí estuvieron dirigentes gremiales muy cercanos al moyanismo, como Abel Frutos (panaderos), Juan Pablo Brey (aeronavegantes), Julio Piumato (judiciales), Mártires de Jesús (madereros) y Jorge Sola (seguros), entre otros. Pero también hubo presencias que hacía tiempo no se las veía, como la del gastronómico Luis Barrionuevo quien llegó y se retiró en silencio. Y también estuvieron aquellas agrupaciones que integran la CGT pero no la conducción, como la Corriente Federal de Trabajadores, cuyo principal referente es Palazzo, y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que conduce el taxista Omar Viviani, quien propuso pasar el Confederal a un cuarto intermedio hasta tanto avance el proceso abierto con el Gobierno.