"Hay un montón de chicos que cuando cumplen 18 se van a estudiar a Buenos Aires, a La Plata, a Junín, se dispersan por todos lados y quizás vuelven esporádicamente, o no logran arraigarse en ese lado ni en el otro. Muchos son del palo cinematógrafico y audiovisual, y creo que hay una mirada que falta, que no está. Toda gente que no está produciendo en su lugar de origen, o que no está volviendo a mostrar las cosas que hace allí", afirma Nicolás Melián, uno de los organizadores del primer Festival Bragado Cine, dos días de fiesta cinematográfica en un lugar que no había tenido nunca la oportunidad. A partir de la realización de un cortometraje premiado en el Festival Internacional de Mar del Plata sobre la ciudad que lo crió, Nicolás sabía que tenía que facilitarle a Bragado la experiencia de encontrarse con el placer de ser espectador. Junto con su primo, Pablo Fernandez Nese, y siguiendo los pasos de su abuela, una histórica concejal del partido, lograron articular historia familiar, cine y comunidad. Con el foco puesto en no olvidar los orígenes y reflexionar sobre el paso del tiempo a través del cine, concluyó el Festival Bragado Cine con una convocatoria que ni sus mismos organizadores esperaban. 

El disparador 

Todo empezó con la idea de un cortometraje. "Quería reflexionar acerca de mi relación con Bragado. Cada vez me cuesta más ir, cada vez mi vínculo es menor con la gente allá y cada vez me quedan menos familiares. Mis abuelos fallecieron, mis tíos y primos se fueron a vivir a Capital o a otros lados. Cada vez tengo menos excursas. Uno cuando crece deja de ir a esos lugares a los que de chico iba siempre, los tres meses de verano, todos los fines de semana. Y de grande uno se aleja", afirma Melián sobre su ciudad natal. 

El joven cineasta recibido de la ENERC realizó el cortometraje “Todo lo que recuerdo” (2021) para recuperar su relación con el municipio que lo había criado. Para hablar del pasado, fue a buscar a aquellos que más lo conocen de haberlo vivido: los viejos del pueblo. Así fue que comenzó a filmar a Marta y Norberto, una pareja de la localidad de La Limpia. Durante el rodaje, Norberto comenzó a escribir aquello que se acordaba en un cuaderno Gloria hasta que sufrió un ACV que le paralizó el brazo derecho, dejandolo imposibilitado para seguir plasmando sus recuerdos en papel. 

Nicolás junto a Marta.

En un documental ya de por sí reflexivo sobre el comportamiento del tiempo, este desgraciado hecho agregó una nueva capa de sentido a la cuestión. "Nos interesaba esa idea de que el tiempo pasa y uno no puede hacer nada por detenerlo. Al mismo tiempo, esto audiovisual que estábamos haciendo permitía detener el tiempo de alguna manera o dejar un registro de todo eso que pasó. Medio que lo vencemos", afirma Nicolás.

Quizás el festival también sea una manera de detener el tiempo, o de revivir a través de las películas aquel tiempo detenido, y apreciarlo, con sus luces y sombras. El cortometraje no fue suficiente, había que volver a pensar Bragado con el cine pero esta vez, a mostrar lo ya hecho. 

El festival

Hubo más de 40 cortometrajes y 17 largometrajes proyectados. También hubo video minutos, videoclips, y más formatos modernos. Se proyectaron películas que nunca pasaron por salas comerciales o tuvieron una ventana de exhibición mínima. Tanto películas argentinas, como Sublime, de Mariano Biasín, El silencio de los hombres, de Lucía Lubarski, como de otros lugares de Latinoamérica como de Colombia, representada por El canto del auricanturi, de Camila Rodriguez Triana, entre muchas otras. Se proyectó hasta en el Constantino, el teatro de Bragado, que es para más de mil personas, a sala llena. 

"La gente que fue a ver las películas nos decía que la curaduría de los cortos y las películas estaban muy buenas, que no eran parte del circuito que ellos encontrarían en Netflix, en el Gaumont, en el cine comercial o en el cine de Bragado", afirma Nicolás.

Para muchos, sobre todo para quienes viven en grandes centros urbanos, puede parecer que el cine es algo cercano, algo que forma parte del cotidiano de nuestras vidas. Sin embargo, para muchos continúa siendo algo a descubrir. 

Jóvenes bragadenses llegando a su primera proyección. 

La mitad de la programación del viernes estuvo enfocada también a estudiantes de las escuelas de la zona, de las que participaron varias escuelas de O'Brien, una localidad dentro del partido que se contactó con los organizadores del festival para saber si sus chicos podían ser testigos de este acontecimiento. "Les preguntamos si alguna vez habían ido a algún festival de cine y el profesor que nos contactó nos dijo, no, mirá, hay muchos chicos que nunca fueron al cine directamente. Ahí nos partió al medio. Solo por el hecho de que unos pibes vayan por primera vez al cine ya pagaba todo lo que habíamos hecho y lo que estábamos organizando", afirma Nicolás.

Hubo entre 400 y 500 chicos en sala viendo hasta documentales. "Algo se enciende, la verdad que reaccionaron, aplaudían, festejaban, fue muy lindo", afirma Nicolás. 

Una proyección.

Todo queda en la familia

El deseo humilde de Melián de que los bragadenses se acerquen al cine fue, para sorpresa de todos, la primera vez de muchos. Pero también, el hecho estaba conectado más con su propia historia de la que él mismo pensaba. 

Este viernes, Bragado le otorgará un reconocimiento a la abuela de Nicolás, María Angela Nesse, nombrando así el Centro de Investigaciones Educativas de Bragado. Además de docente, Chochi, como la conocían todos en el barrio, fue concejal del municipio. En 1995, una de sus disposiciones fue la vuelta al cine, ya que en esa década Bragado no tenía un buen acceso a als películas: no había ningún espacio INCAA y los cines comerciales se contaban con los dedos de las manos. Las películas no encontraban casa. Hoy, su nieto continuó ese legado.

"Mi abuela planteó la vuelta para que haya una reglamentación, para que el cine de Bragado funcione, sea actualizado, para que vayan películas actuales. Para que esté vivo, básicamente. Para mi hacer un festival de cine junto con mi primo, junto con amigos y con familia es obviamente muy simbólico", afirma Nicolás. 

Según sus organizadores, ya se está pensando con entusiasmo en la edición del año que viene, con aún más días y nuevos formatos, con el apoyo que ya se aseguraron tanto de la Municipalidad como de empresarios locales. Planean proyectar al aire libre en La Laguna, quizás hasta ejecutar un autocine. También actividades, talleres, y muchos más sueños para devolverle a los habitantes de Bragado la conexión con la profunda sensación de comunidad que sólo puede otorgar el cine. 

"Me parece muy importante que Bragado tenga su mirada propia, y que a la vez también se permita ver producciones de otros lados. No es solo producir y mostrar lo propio, sino también traer cosas de otros lugares", afirma Nicolás.