Lo traumático no esperó al psicoanálisis para su aparición; sin embargo, Freud no sólo le dio una nueva dimensión, sino también revolucionó la manera de tratarlo, tanto en relación a su estructura como a sus diversas manifestaciones y efectos. Las resonancias en el cuerpo, en su pluralidad, los ubican a cielo abierto.
Abordar el estatuto estructural de lo traumático con Lacan, lo ubica en un "vale para todos", ya que el nacimiento mismo implica el malentendido en relación al trauma. Nacemos con un organismo y en su encuentro con el lenguaje conformamos un cuerpo hablante y hablado, adquiriendo, si así podemos expresarnos, lo enigmático del trauma sexual. La anatomía es el destino, dirá Freud. Destino: efecto de azares y contingencias con las cuales tenemos que arreglarnos y que nos empuja en la búsqueda de una verdad hecha enigma y que llama a un saber.
La verdad nos habla con palabras y en el cuerpo, con sus lapsus señalando sus tropiezos, con sus actos fallidos, en la vida cotidiana. La verdad habla, pero lo real nos plantea una certeza que nos muestra a la verdad variable en su carácter de semblante. Y ubica al cuerpo como enfermo de la verdad, transformando la relación con el mundo y con lo real; valga como ejemplo la histeria, o el pensamiento impuesto de la obsesión. El significante tiene efecto sobre el cuerpo, efecto de afecto, entendido éste como lo que perturba, lo que marca, lo que deja huellas. Efecto de afecto que nombramos síntoma y que ubicamos como acontecimiento del cuerpo que determina justamente las huellas del afecto y que llamamos trauma. Por lo tanto, el traumatismo es la manifestación del fracaso del principio del placer por regularlo. "El nudo del acontecimiento traumático, no remite a un accidente, pero la posibilidad misma del accidente contingente (...) que deja huellas de afecto, (...) descubre la incidencia de la lengua en el ser hablante y, con más precisión, en su cuerpo", plantea J. A. Miller en La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica.
Cuerpo y civilización. Es difícil caracterizar lo contemporáneo ya que vivimos inmersos en sus efectos y consecuencias. Caída de Ideales que nos presenta un mundo en metamorfosis donde la inserción social es producto del consumo, bajo el estilo adictivo y la rectificación subjetiva de masas destinada a una supuesta armonización del hombre con el mundo. Un fin clasificatorio, bajo la promesa de felicidad y con la nueva definición de la OMS que ya no define la salud como la ausencia de enfermedad sino "como un estado de completo bienestar físico, mental y social".
La presencia del trauma en la urgencia subjetiva, es decir cuando el acontecimiento supera lo funcional, es obstáculo que nos lleva a diferenciar ocasión de repetición, en la ruptura de sentido que ocasiona el trauma. Encuentro con lo real en sus manifestaciones de tyche y de sorpresa. Particularidades que se enmarcan en la época del trauma generalizado y en la ausencia de relatos que otorguen sentido y la promesa científica que implica que todo puede ser considerado traumático.
Lo traumático, como hechos que no encuentran su sentido, que se ubican en los síntomas en la infancia, en su retroacción puberal, en la elección amorosa, en los padecimientos del pensamiento y en el cuerpo, que nos lleva a urgencias, que nos atraviesa en los malestares de época. Lo traumático y las soluciones fallidas. Lo traumático y su destino en la cura analítica, ya que la práctica del psicoanálisis es en todo caso la exploración de lo traumático por el malentendido mismo, teniendo en la mira una revelación, pero no la del sentido, sino la del fantasma y/o la del síntoma. Una revelación sobre lo traumático donde resuenan los ecos del destino y el silencio de las sirenas.
*Miembro EOL y AMP. Adelanto del tema de la XIX Jornada de la EOL Sección Rosario.