La reivindicación de la trova, como movimiento artístico antes que como género, es lo primero que guía a La Trovuntivitis, un movimiento de quince trovadores cubanos que está cumpliendo veinte años de actividad, y que llega a la Argentina a celebrar ese aniversario. Otra marca fuerte es su carácter de colectivo: como tal, y con una identidad que curiosamente aparece a partir de la heterogeneidad, de lo que tienen de diverso cada uno de sus integrantes, se presentan siempre estos artistas, ya sea que lo hagan todos juntos, o en tríos, dúos o solistas. Y aunque según los casos cada uno se sitúa más cerca de la música campesina o del rock, más cerca del jazz o de la canción de autor, del reggae o de los ritmos caribeños, de todas esas influencias e intereses resulta un sonido que logra su color propio, y es el de La Trovuntivitis. Hoy a las 21 (¡desafiando a Argentina–Perú!) los cubanos mostrarán cómo suena en Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037), y repetirán la función allí el próximo jueves 26. Tienen además una intensa agenda de conciertos y talleres que los llevará el sábado 14 por el Centro Cultural CPC Argüello, en Córdoba, y más tarde por Rosario, entre muchos otros escenarios del país.
Yordán Romero, Karel Fleites, Roly Berrío, Alain Garrido, Yaíma Orozco –la única mujer en este grupo, que en su carrera solista muestra un hermoso y sutil estilo propio–, Leonardo García, Yatsel Rodríguez, Mitchel Portela (radicado desde hace un tiempo en Buenos Aires) y Reynel “El Timba” Rodríguez –el único que no es trovador sino “solamente” percusionista, según lo cargan sus compañeros– forman el equipo de La Trovuntivitis que actuará aquí, al que se sumará el guitarrista argentino Darío Niccolini. Y si el complicado nombre del grupo nació como una broma, tras un brote de conjuntivitis que se vivió en Santa Clara, con el tiempo terminó siendo toda una marca, “que ya no podemos quitarnos, aunque sea tan difícil de pronunciar”, dicen ellos entre risas.
La Trovuntivitis se presenta desde 1997 todos los jueves por la noche, “religiosamente”, en el centro cultural El Mejunje de Santa Clara, ciudad que además de ser aquella donde combatió el Che, tiene dos marcas identitarias que la definen: la de ciudad universitaria, y la de una población grande “del interior”, desde donde estos músicos dicen que quieren seguir haciendo su trabajo. El grupo resultó ganador el año pasado de Ibermúsicas, y es gracias a este auspicio –que los músicos agradecen especialmente– que pudieron concretar esta gira por la Argentina.
Tienen otros agradecimientos: en primer lugar a El Mejunje, faro cultural “donde todo empezó” y donde en estos momentos otro grupo de trovadores sigue cumpliendo el ritual de los jueves, dando talleres y organizando actividades. “Es un lugar único en Cuba”, lo pintan ellos. “Aunque los trovadores siempre hemos trabajado en gremios, en conjunto, en estos momentos esa tradición se va perdiendo. Nosotros la defendemos con un trabajo sostenido y sistemático, desde hace veinte años”, dicen con orgullo. También agradecen al Centro Pablo de la Torriente Brau de La Habana, a la labor de intercambio con Argentina que llevan adeante María Santucho y Víctor Casaus. Y a otros “espacios amigos” como la CTA –que propició la primera llegada del grupo al país, cuando cumplieron quince años–, o al documentalista argentino Osvaldo Daicich, de la productora El Buey Solo, que está siguiendo al grupo para contar su historia. O al abogado Pablo Kleiman “que hace veinte años conocimos en una visita suya a Cuba, y que desde entonces, y sólo por amor, gestiona nuestros viajes por aquí. ¡Es nuestro Brian Epstein!” se ríen.
Dicen que se sienten cerca, por afinidad y por haber compartido escenario con ellos, aquí y en La Habana, de una cantidad de colegas argentinos que también los definen: Teresa Parodi, Liliana Herrero, el Dúo Copanacu, Jorge Fandermole, Raly Barrionuevo, Peteco Carabajal, Luis Gurevich, Julia Zenko. También de uruguayos como Rubén Rada o Jaime Roos. “Con todos ellos no sólo hemos hecho intercambios muy ricos, también significan influencias artísticas. En la obra de todos nosotros está muy presente la música argentina, desde el folklore hasta el rock”, aseguran.
–¿Por qué la trova como punto de partida?
Yaíma Orozco: –Es un modo de entender la canción, como un bien que es necesariamente colectivo, porque no puede ser de otra manera. Todos hacemos canciones pero siempre estamos atentos a defender la canción del otro, porque en definitiva es lo que nos enriquece.
Alain Garrido: –Como marca principal de la trova está la guitarra, que tiene mucha presencia popular, en las calles, en la bohemia universitaria. Y nosotros decimos que somos herederos de esa tradición, en la medida en que la asumimos como una raíz.
Mitchel Portela: –Y si bien dentro de la trova están los grandes referentes –Silvio y Pablo, o para una generación como la nuestra Santiago Feliú, Carlos Varela– siguen surgiendo nuevos trovadores todo el tiempo.
Roly Berrío: –Seguir la herencia trovadoresca también significa enfocarnos en nuestras particularidades como creadores. Eso es algo que nos distingue de otros movimientos: no sólo somos muy diferentes entre nosotros, también celebramos y alentamos esa diferencia.
Leonardo García: –Ya los fundadores nos alentaron a buscar la originalidad en nuestras canciones. Cada uno tiene una historia de vida diferente, y también gustos y elecciones diferentes. Está el que se siente más cercano a la música campesina, por ser de Villa Clara, en las afueras de Santa Clara. Otros se ubiacan más cerca del rock o el funk; otros, como Mitchel, ya empiezan a enamorarse de la música argentina y están haciendo un “bolero–zamba”... (risas).
Yordan Romero: –Las diferencias, al final, nos llevan a ser lo que somos.