“Las historietas no son una puerta de entrada a la literatura, son literatura”, insistió el guionista Luciano Saracino ante un auditorio repleto de dibujantes, guionistas y editores. La consigna se repite cada año en la entrega de los Premios Banda Dibujada, en la que Saracino oficia invariablemente de anfitrión. La noche del miércoles, con la sexta edición del reconocimiento, no fue la excepción. Fue una noche de fiesta para la historieta, quizás el único momento fuerte en el calendario comiquero que no es un festival. Pero también fue una noche atravesada por la situación social y política que atraviesa el país. Un dato sintomático al respecto: los momentos de mayor ebullición en el auditorio fueron los planteos por Santiago Maldonado y la referencia a la reciente detención de una mujer por besarse con su esposa en una plaza de Constitución.
El movimiento cultural Banda Dibujada otorga sus premios a lo mejor de la historieta infantil y juvenil publicada durante el año anterior. El colectivo, de alcance nacional, sostiene el valor artístico y cultural de la historieta, su importancia en la educación y la necesidad de verla publicada en libros, por su durabilidad, antes que en revistas. Desde esos criterios convoca a un jurado, que este año estuvo conformado por Germán Cáceres (escritor y periodista especializado), Eduardo Maicas (humorista gráfico) y María Inés Gómez Gallo (especialista en literatura infantil y juvenil y mediadora de lectura). Fue Gómez Gallo quien destacó la importancia de los premios en uno de los discursos de jurado más claros que se pronunciaron hasta ahora en estas ceremonias. “Los mediadores necesitamos saber qué ofrecerles a los chicos y estos premios ayudan muchísimo (...) Alentamos la inclusión de historieta en todos los niveles educativos, para muchos lectores; la escuela es el único lugar para acceder a la historieta porque no son compradores autónomos”, advirtió. Otro dato de fuerte contenido, si se considera que el Ministerio de Educación discontinuó los envíos de libros a las bibliotecas de las escuelas públicas.
Los Premios BD tienen dos galardones destacados. Uno es el premio a la trayectoria. El otro, la categoría de Historieta para chicos de autor nacional, en línea con los preceptos del movimiento. El primero se lo llevó el dibujante Carlos Vogt, conocido por trabajos como Almejas o Mi novia y yo. El otro fue para el primer volumen de Max Hell (el segundo acaba de salir de imprenta), de Guillermo Höhn y Pablo Tambuscio. Además, el jurado premió a Cinema Panopticum (de Thomas Ott en libro para jóvenes de autor extranjero), Malvinas (compilado por las editoriales universitarias de la UN de Río Negro y la de Villa María, en la categoría de temas históricos y sociales), Viejos canallas (de Carlos Trillo y Domingo Mandrafina, en “clásicos”), Tumor gráfico (de Gustavo Sala, en humor gráfico), Hounds (de varios autores, en la categoría “Adaptaciones”), Cobalto (de Juan Sáenz Valiente y Pablo de Santis en “Nueva historieta”), Martha Barnes (de Marcelo Bukavec y Felipe Ávila como libro de difusión/teórico), y Super Ninja Kururo (del chileno Marko Torres, en historieta para chicos de autor extranjero). Además, hubo menciones para el Hotel de las Ideas por rescatar el Patito Saubón, de Carlos Nine, para El manuscrito (de Marcelo Pulido y José Massarolli) por retomar la figura de Héctor Germán Oesterheld, y para El circo de siempre, surgido de los alumnos de la escuela de Claudio Kappel, por animar a los estudiantes en el camino de la autogestión.
Entre los agradecimientos de rigor destacó el de la representante de la Universidad de Villa María, Victoria Robles, quien resaltó la importancia del reconocimiento para las editoriales universitarias. Malvinas, que UNVM coeditó con su par de Río Negro, fue la primera incursión del sello en el mundo de la historieta. “Como espacios editoriales de la universidad pública es un honor recibir el premio y es un gran impulso para nosotros”, señaló.
Otro momento intenso sucedió cuando la dupla de El manuscrito recibió la mención del jurado. Su guionista destacó que Oesterheld “además de comprometerse con la obra y la palabra le puso el cuerpo” y aseguró que el libro también “es un homenaje a los que ya no están, y eso hoy está más vigente que nunca”. Por si la alusión no alcanzaba, fue su dibujante quien puso en blanco sobre negro la necesidad de conocer el paradero de Santiago Maldonado, desaparecido después de un operativo de Gendermería. Massarolli estaba dibujando una historieta de Oesterheld cuando la última dictadura cívico militar desapareció al guionista.
Saracino cerró la ceremonia en esa misma línea: “En 2017 siguen pasando cosas que recontrajuramos que nunca más. En nombre de todo Banda Dibujada y de cientos de artistas, tras dos meses de triste silencio seguimos preguntando: ¿Dónde está Santiago Maldonado? ¿Dónde está?”