Dos años después de su última actuación en Buenos Aires, el cantante Ali Campbell, el tecladista Michael Virtue, y el saxofonista y también vocalista Astro regresan hoy a las 21 al escenario que los recibió en su anterior show, el estadio Luna Park (Corrientes y Bouchard), para presentar sus nuevas canciones, al igual que el repertorio clásico del grupo con el que se dieron a conocer: UB40. No obstante, a causa de la fractura que dividió a la agrupación en dos facciones, a fines de la década pasada, la terna decidió llamarse “UB40 con Ali, Astro y Mickey”. La otra parte, comandada por el hermano del frontman, Duncan Campbell, se quedó con el nombre tradicional de la banda más importante del reggae británico. “Está todo mal entre nosotros”, afirma Astro desde los Estados Unidos, al tiempo que llevan adelante una gira por ese país. “No creo que ninguno de los tres vuelva a amigarse con ellos. Pasaron cosas en el medio y mucha agua corrió debajo del puente. Cuando esto sucede, no hay razón para volver a atrás”.
De hecho, Ali y sus secuaces preparaban el lanzamiento de un álbum acústico, Unplugged (2016), aunque la situación judicial con Duncan y los suyos casi se los impide. “El sello tuvo temor de editarlo por lo que pasó”, reconoce Astro antes de su cuarta presentación en la capital argentina (la primera data de 1993). “Pero lo llevamos a otra disquera que sí se animó a hacerlo. Luego de todos estos años de trayectoria, nos sentimos más cómodos tocando en vivo. La gente quería que volviéramos a estar juntos y lo hicimos. Es por eso que estamos experimentando una especie de renacimiento. Nosotros tres estamos muy felices así. Nos encontramos atravesando un gran momento, sin problemas ni cosas raras. Así es un placer trabajar”. Por lo que sus fans en la Argentina podrán disfrutar de esa plenitud. “Volvemos para mantener nuestra fabulosa relación con el público local. En el escenario la pasamos muy bien y queremos contagiar esa sensación”.
–Ninguna de las dos versiones de UB40 había grabado antes un Unplugged. ¿Cómo surgió la idea?
–Es una colección extraña de canciones. Lo que pasó fue que empezamos a hacer muchas sesiones de radio en Londres y en algunas de ellas tuvimos que dejar de depender de la banda. Nos resultaba muy costoso pagarle a los músicos por ese instante, además de que en muchos casos los estudios eran demasiado chicos. Entonces dijimos: “Si lo pensamos bien, tenemos un disco acústico”. Así que reunimos todas esas grabaciones y al sello que se lo presentamos le encantó la idea.
–Si bien se trata de un trabajo solista de Ali, Silhouette, que apareció previamente a ese material acústico, los firmaron los tres. ¿De qué forma encararon el proceso de grabación?
–Es el primer álbum que hicimos bajo esta nueva formación. Ali tenía 14 canciones, nos contó sobre el proyecto y nos pareció que era una estupenda manera de volver al ruedo. Durante el proceso de grabación, que se llevó a cabo a lo largo de 2014, se hizo primero la música y más tarde vinieron las letras. Una vez que estaba la canción lista, fuimos a por los arreglos. De esa manera estuvimos hilvanando el repertorio.
–Así como sucedió en otros discos de UB40, ese repertorio alterna temas propios con covers. Sin embargo, el grupo quizás es más conocido por hacer temas de otros que por los propios. ¿A qué se debió esa decisión?
–Eso sucedió a partir de Labour of Love (de los cuatro volúmenes, en el último de esta serie, de 2010, no participó Ali Campbell), en 1983. Es el que tiene “Red Red Wine” (original de Neil Diamond). La respuesta a esa pregunta tiene que ver con que crecimos en Birmingham. Si bien queríamos hacer reggae, también crecimos escuchando otro tipo de influencias, así que pensamos que estaría bueno tocar muchas canciones que nos gustan, y que en muchos casos las heredamos de nuestros padres, sobre la base de la música que amamos. A pesar de que se trató de nuestro primer álbum exitoso, tenemos otros 23 con canciones propias.
–Los dos primeros álbumes de UB40, Singing Off (1980) y Present Arms (1981), se caracterizaron por su contenido social y político. ¿Qué pasó luego?
–Ampliamos el espectro temático. Pero nunca dejamos de ser una banda con un pensamiento social o político. De hecho, una canción como “One in Ten” sigue siendo contemporánea. Cuando la escribimos, lo hicimos para reflejar el desempleo que padecía el Reino Unido. No pasamos por un buen momento. Aunque si la escuchas hoy se puede vincular con lo que podría pasar tras el Bexit.
–¿El reggae sigue siendo un movimiento musical importante y en actividad en su país?
–Sin duda. El reggae no es sólo un género importante en mi país, sino también en todo el mundo. Es tan fundamental que aún seguimos en actividad. Era una expresión juvenil en el momento en que lo tomamos, a fines de los 70, después de que el rocksteady y el ska se tornaran en un fenómeno en 1968. Pero hoy estoy convencido de que es más influyente que el EDM o la música dance en general. Además, tiene un lenguaje internacional. No tenés por qué hablar inglés para comprenderlo o sentirlo.
–A pesar ser considerados los embajadores británicos del reggae, su primer recital en Jamaica fue en 2006. ¿Cómo respondió el público local ante su sonido?
–Eso fue en el festival Reggae Sunsplash. El público reaccionó de manera fantástica. En Jamaica nos conocían, y una buena muestra fue ese show al que acudió gente de la clase media y también de los sectores más populares. Fue hermoso.
–A fines de los 70, su propuesta fue bautizada como reggae blanco. ¿Les cayó mal la etiqueta en aquel entonces?
–Fue un invento de la prensa al que no le prestamos mucha atención. Era más para artistas que no hacían reggae. Nosotros sí tomamos de ese género para expresarnos. Sin embargo, pese a que nos manejamos dentro de los códigos de ese sonido jamaiquino, pudimos desarrollar una identidad propia. Y creo que en Silhouette lo volvimos a demostrar.