Luego de encontrarse por segunda vez con el nuevo juez de la causa que investiga la desaparición de Santiago Maldonado, su hermano Sergio tuvo consideraciones elogiosas hacia el magistrado. “Creemos que (Guillermo Lleral) está trabajando bien y buscando a Santiago. Fue al lugar donde estuvo Santiago por última vez, sin custodia y volvió con dos testimonios, no tiene miedo, busca crear un vínculo de confianza con los mapuches, que no son enemigos”, dijo el mayor de los hermanos Maldonado sobre la visita del juez a la comunidad mapuche en Resistencia de Cushamen, a 66 días del operativo represivo de la Gendarmería en ese lugar. El magistrado interrogó en la casilla de guardia, bajo la lluvia, a Ailinco Pilquiman, que ya había declarado ante la fiscal Silvina Ávila, y a Nicolás Hernández, que había sido convocado tres veces por el juez Guido Otranto, y en todas las oportunidades su audiencia fue suspendida.

Por otra parte, Lleral recibió ayer a Ariel Garzí, el amigo de Maldonado que lo llamó al día siguiente de su desaparición, a las 15.30, y escuchó sólo 22 segundos hasta que alguien cortó. Garzí se puso a disposición porque Otranto “no le prestó atención a la prueba del teléfono” y, además, luego de escuchar el detalle de los cinco sucesos de amenazas y apremios ilegales que sufrió por parte de la policía no hizo nada para darle protección. Por eso, Otranto fue denunciado penalmente por Garzí.  

Al salir del juzgado de Lleral, Sergio Maldonado consideró que “es más profesional en la investigación” que lo que había sido el anterior juez de la causa, y explicó que su nuevo encuentro fue “parte del ida y vuelta de la información, porque lo importante es poner todo para encontrar a Santiago”. Sin dar detalle sobre los próximos pasos del magistrado, el hermano de Santiago ponderó que “son medidas contundentes para encontrarlo”. Sin embargo, dijo que la familia sufre porque “pasa el tiempo y no conseguimos resultados”. Anteayer había estado con Ávila y al salir lamentó que en la causa que lleva esta fiscal –que no son los habeas corpus de los que se ocupa Lleral sino la desaparición forzada– no hubo ningún avance.

El testimonio de Pilquiman, en sintonía con el que había dado su madre Claudina, es clave porque ambas llegaron a la Lof el 31 de julio y allí vio a Maldonado, a quien conocía de una protesta que hubo en El Bolsón por la ley de tierras. La testigo describió que en ese momento Santiago estaba haciendo chistes, reclamando un morral y nadie se lo prestaba. 

En tanto, el joven Nicolás Hernández estaba en el auto que fue detenido por los gendarmes cerca de las 10 del 1 de agosto, al salir de la comunidad, junto a Soraya Maicoño y Neri Garay. Los tres vieron pasar por la ruta al jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, quien les dijo “podemos tenerlas detenidas hasta seis horas por averiguación de antecedentes”. Poco antes, Maicoño también saludó a Maldonado en la guardia nueva, donde encontró a los comuneros y comuneras que estaban sin dormir por el hostigamiento de Gendarmería que había durado toda la noche. 

Según Pilquiman, Santiago era uno de los 7 u 8 comuneros que se encontraban en la ruta en horas de la mañana el 1. “Cuando se produce la irrupción de Gendarmería al predio, Maldonado estaba a varios metros de la tranquera principal del predio, y ante los disparos y el ingreso de los gendarmes, que los tomó por sorpresa, corre hasta el puesto de guardia nuevo toma su mochila y sale corriendo hacia el río junto a los demás. El relato de Ailinco es muy preciso. “Cuando los gendarmes se van, ingresa la gente, entre ellas una lamien (hermana) que había recibido un mensaje por celular de uno de los comuneros que había cruzado el río, que decía ‘que se habían llevado al Brujo’, al que conocíamos como Santiago Peloso. Llega el defensor oficial Fernando Machado, hace un acta por el tema de los nenes, y ahí se le solicita que también consigne que había desaparecido Santiago, eso fue tipo 8 de la noche, ya era oscuro”, dijo la mujer mapuche.