No lo dijo Juan Gatti ni lo dijo ese rostro de mujer con aire a Barbra Streisand que aparece en la tapa de este número, fue Michel Foucault: “La sexualidad es nuestra propia creación y no el descubrimiento de un supuesto lado secreto de nuestro deseo. Tenemos que entender por fin que lo que podemos hacer con nuestros deseos es establecer nuevas formas de relaciones, nuevas formar de amor, nuevas formas de creación”. Como si respondieran a esta arenga foucaultiana que llamaba a construir una cultura gozosa de la desviación, Juan Gatti y cada una de las existencias capturadas en “Transhispania” ponen en cuerpo y arte ese gran descubrimiento moderno: “el sexo no es fatalidad sino posibilidad”. Y ya que estamos, Gatti le agrega glamour y hondura hasta no poder más.
Desde mañana se exponen en el Palais de Glace los 152 retratos de modelos (anti modelos) considerados todavía por mucha gente como la parte ningunear del deseo -en esta misma semana aquí en Buenos Aires pusieron presa a una mujer por besar a otra en el subte (ver página 13). No es una colección de freaks sino de existencias consideradas todavía parafilias y de lazos amorosos considerados todavía atentados a la familia a los que Gatti nombra con su sentido del humor como “la cosecha” o “las nuevas cosechas”.
- Bueno, yo tengo una gran informante que es mi gran amiga, la argentina Topacio Fresh. La galería de Topi en Madrid es como un gran cultivo y ella, como una gran madrina trava que recibe a chicos y chicas que vienen de los pueblos, algunos escapados de sus casas, y los va ubicando para el lado del arte. Por ejemplo, ese ‘rostro de mujer’ que vos decís, se llama Guillermo Turell Yarur, es diseñador y cantante, es uno de los jóvenes que me hicieron conocer esto del gender fluid o fluidez de género, todo un movimiento que, agarrate, porque avanza por fuera de la división hombre/mujer. A Guille lo conocimos en un concurso donde se buscaba el mejor fan de Barbara Streissand. Y te cuento que ganó.
Candy: Candidez y voluntad
Es muy difícil conseguir que Gatti hable de sí mismo sin derivar hacia la vida y obra de sus informantes, sus amigos, sus últimos descubrimientos. Pero no confundir con modestia ni falsa modestia: el contacto con los otros parece ser la fuente de su obra y de su eterna juventud. “¿Notaste que lo trans está como poniéndose un poco moda? Parecería que le han encontrado el lado vendible. Bueno, la revista Candy no tiene nada que ver con eso: empezó en 2009 cuando a nadie se le ocurría asociar travestismo con glamour, qué te digo, ni tener el menor respeto hacia ninguna diferencia. Tenés que entrevistar al editor español que viene especialmente para la muestra, se llama Luis Venegas. Es un chico que empezó solito, armó una editorial independiente y para esta revista que hoy es de culto en el mundo, tuvo esta convicción de buscar a los mejores fotógrafos, hacer las mejores producciones, consiguió tapas con Tilda Swinton, Miley Cyrus, hizo una con James Franco a la que le puso ‘Viva Franco’ y convocó en cada número a transexuales que quisieran posar. En la sección ‘Transhispania’ tratamos de cruzar travestis consagradas - que no había tantas- con las generaciones que iban llegando.”
El nombre Juan Gatti -hagan la prueba poniéndolo en Google- aparece siempre asociado al concepto de identidad. Se lo considera “el creador argentino que le dio una identidad de toda una cultura alternativa española”, “con títulos, afiches y consejos le aportó una identidad a las películas de Almodóvar”, le dicen el Miguel Angel de Alan Faena por el mural que hizo en su hotel de Miami y es uno de los cerebros junto con el fotógrafo Peter Lindbergh del Calendario Pirelli 2007 que presenta mujeres famosas mayores de 40 años sin fotoshop.
¿Cómo es darle identidad a otro que a su vez se supone que ya la tiene?
-Te juro que todo pertenece a lo mismo. ¿Sabés que te digo? Nunca hago un trabajo por fuera de mí. ¿Cómo te explico algo sencillo? Yo tengo una identidad y me gusta aportarla a la del otro. ¿Viste que trabajo siempre con diseñadores, directores de cine, de moda, y nunca para una empresa o para una institución? Además, trabajo con gente puntera, que no es lo mismo que celebrities, me refiero a gente que logra destacarse en su campo con lo que es. Trabajo con amigos. O me hago amigo trabajando. ¿Sabés qué te digo?
Creo que sí, pero si querés, decilo de nuevo y con otras palabras.
-Que nunca voy a trabajar con una loca tapada, por ejemplo. Sencillamente porque alguien que está escondiendo algo no va a poder hacer un hecho creativo, no se puede crear desde la mentira. Y esto es lo que me entusiasma especialmente de la gente que ha pasado por “Transhispania” en estos casi 10 años.
¿Qué te entusiasma?
-Me identifico mucho en ese punto con las chicas y chicos transexuales. Yo entiendo el travestismo, la transexualidad como un acto máximo de arte, comparable con la alquimia, donde lo que hay se transforma en oro.
¿Transexualidad y arte?
-Para mí es el colmo de la creatividad porque estás modificando cuerpo, cara, sexo, toda una historia heredada. Trabajás sobre vos mismo como material. Es una composición artística y también es un acto de heroísmo. El otro día un chico me dice “me estuve paseando unos días en bombacha hasta que papá lo tuvo que aceptar”. Y eso es lo más suave… Cuando los veo llegar al estudio pintadas, con unos zapatos tremendos, pienso que salen a la calle a las dos de la tarde, cruzan la ciudad, se toman un taxi o caminan. Sin disfraz. Sin red. ¿Sabés lo que te digo? Hay que tener valor para afrontar a una sociedad que es muy capaz de gritarte “puto de mierda” sin ningún problema de conciencia.
¿Cómo hacés para no terminar uniformando la rareza?
-Para empezar, nunca voy en contra del estilo de cada uno. Busco potenciar lo que traen sin sacarlos de su club. Si viene uno que es sado lo apoyo hacia el lado de sado, no es que lo pongo de victoriano. Las góticas seguirán siendo góticas. Tampoco me interesa la estética RuPaul, que va hacia la exacerbación. O el camino hacia lo trash. Para mí una forma de tratar con respeto es dar elegancia. Cuando convoco a chicos y chicas vienen corriendo porque saben que las trato exactamente igual que como trato a las estrellas. El mejor maquillaje, iluminación, trabajo con el mejor equipo. Creo, y eso me han dicho, que aporto una experiencia feliz.
Cuando hablás de arte y transexualidad ¿no estaría quedando afuera un recorte de clase?
-¿Vos viste ese video de los chicos en una favela de Brasil que bailan Lady Gaga con unas sandalias que se hicieron con ladrillo hueco? Tenés que verlo. Es la pobreza más absoluta y aun así logran sacar afuera una pose, una plasticidad, una feminidad que estaba ahí y que nadie les va a poder sacar. Me hace acordar a una vez que con unos amigos fuimos a Estambul y nos metimos en algo que se suponía que era un boliche gay en el medio de ese país que se supone que es tan machista o tan macho, pero que se las trae… Para que te des una idea: a cada rato pasaba un tipo con una palangana mojando el piso para que no se levantara la tierra. De pronto aparecen unas travas bailando. Se habían hecho guantes con mangas de camiseta, a las zapatillas las habían adornado para que parecieran plataformas. Todo el look, que era perfecto, estaba hecho con pedazos de otras cosas. No tenían nada y con esa nada habían hecho la esencia de todo. Nos tiramos al piso para adorarlas. A eso me refiero cuando digo trabajo artístico.
“Transhispania” podría leerse como un documento. ¿Notás alguna diferencia entre los primeros modelos que tomaste en 2009 y los más recientes?
-Creo que los primeros venían más castigados y que los de ahora menos. Vas a ver que al comienzo el look es más punk, más duro, más agresivo. Los más nuevos son efebos, románticos, suaves. Han sido menos heridos, no están tan a la defensiva y hay un espacio cada vez mayor para la ambigüedad. Empezaron a aparecer chicos que no se ponen tetas, que no toman hormonas y el acercamiento a lo femenino o lo masculino ya no pasa por una parte específica del cuerpo. Además, el plano de la revista también se abrió a gente que a lo mejor es hétero pero tiene una relación con el incesto o con sus gustos o deseos que se salen de lo que se entiende generalmente como normal. Hay gente que transforma su cuerpo, gente que utiliza su cuerpo como plataforma artística.
¿Por ejemplo?
-Vas a ver a dos gemelas, las hermanas Cuesta, son sobrinas de Ana Belén, donde lo que impacta es algo que va más allá, tal vez sea el modo de relacionarse como hermanas. Junto con ellas vas a ver a su hermana mayor que es lesbiana, tiene toda una actitud que se diría masculina, y que está allí protegiéndolas como en otra época actuaba un hermano mayor. Hay otros dos chiquitos gemelos, super andróginos, los dos son gays y están besándose y acariciándose todo el tiempo. Se adoran y lo expresan. Está también María Forqué, que hace obras de arte con su cuerpo, se pone brillantes en el rostro o se enchastra con sangre y vísceras. A ella le hice unas fotos atada con la técnica japonesa del shibari.
Más que transhispania es una transfusión
-Que te digo que te permite meterte en un mundo que vos no tenías idea. Por ejemplo para hacer el shibari hubo que buscar alguien que lo supiera hacer, así es como entré en al club de los shibari de Madrid donde conocí a estos tipos, la técnica, la filosofía que hay detrás. Pero atención que cuando te digo “otros mundos” no me refiero sólo a esto. Resulta que el shibari suele hacerse con soga de yute y yo quería hacer la foto con soga negra. Así que me pongo a buscar en la guía “Casas de soga” y doy con una de las más grandes que tenía un nombre como “Casa de sogas y alpargatería. Hermanos e hijos de Ramón de Castilla”, más tradicional no podía ser. Llego y efectivamente es un negocio antiguo, lo más profundo de la España profunda, llena de sogas y canastos. Le digo al muchacho que estoy buscando una soga de este tamaño, color negra. Y el tipo me pregunta: “¿Es para atar una señorita? No sabe de un tiempo a esta parte cuánta soga estoy vendiendo para atar gente con esto del shibari”.
Vivir sin miedo
Cuando le preguntan si tuvo tentaciones, dice que tuvo dos. Y cuando le preguntan cómo se deshizo de ellas, recuerda que alguna vez estuvo preso en la Argentina y que desde entonces ya nunca le tuvo miedo a nada ni a nadie. La primera tentación tenía la voz de Anna Wintour -el diablo que viste de Prada - “la legendaria jefe” que no acepta un “no” como respuesta le ofrecía la dirección de arte de Vogue América en estos términos: “Tenés que estar 24 horas a mi disposición”.
“Mire señora, yo la admiro muchísimo pero tengo que pasear personalmente a mi perro. Y además si estoy pendiente de algo, es de mí mismo.” La misma respuesta recibió la marca Calvin Klein cuando lo llamópara dirigir el arte de toda la firma.
-A veces la oferta es grande pero a cambio hay un contrato de disolución de la identidad. Probablemente no me buscaban para que yo diera lo que soy sino para poner mi talento al servicio de las reglas de otro, de una estructura comercial.
¿Estuviste preso por salir en calzoncillos al balcón durante un desfile militar de la dictadura de Lanusse cuando eras casi un niño?
-No fue una rebeldía, fue un accidente y ni siquiera estaba en calzones, estaba en malla. Tampoco era un niño, tendría 25 años. Te lo cuento como es: resulta que yo vivía en la calle Defensa justo donde está la tumba del Señor Belgrano, en el patio de la iglesia de Santo Domingo. Ese día que te digo había un desfile militar o algo por el estilo. Yo estaba pintando mi departamento cuya ventana daba a la calle. Puede ser que haya salido a fumar. Pienso que tal vez no les gustó que siguiera pintando, que no llevara pantalones… nunca lo supe.
¿Cómo fue que te llevó la policía?
-Ese mismo día había quedado en ir a comer con mi madre y una tía, así que terminé lo de la pintura y salí. Cuando vuelvo el portero me dice: “lo está esperando la policía”. Ahí mismo me llevaron de las pestañas a Villa Devoto y me encerraron en un pabellón de presos castigados por atentar contra algo llamado Seguridad Nacional. Durante tres meses que me tuvieron esperando el juicio no me dejaron salir de la celda, ni siquiera al patio. Estuve con otros 15 presos que habían caído por cuestiones políticas, o porque habían robado el Banco Nación, había uno que robaba cables en la vía pública… Yo no sabía por qué estaba…
¿De qué te acusaron concretamente?
-Menosprecio a los símbolos patrios.
Injusticia doble y torpeza militar acusar a Juan Gatti de no respetar símbolos.
-La que hizo justicia fue mi madre, que era más viva que ninguno. En la primera visita me llevó una caja de rotuladores y un block. Cuando los muchachos se enteraron de quién era, no sé si por esto o porque en la radio dirían que estaba preso un dibujante que tal y tal, me dijeron “che, ¿vos sabés dibujar?” y me empezaron a llover encargos. “¿No me hacés una tarjeta que quiero mandarle a mi mamá?”, “es el cumpleaños de mi novia, ¿me harías un dibujo con corazones?” Yo, que era y sigo siendo un gran camaleón que me adapto a cualquier cosa, te puedo decir que me monté un estudio de diseño en la cárcel. Los muchachos me adoraban y yo cambiaba dibujitos con palomitas, florcitas y corazones por saltearme los turnos de limpiar baños, para que me hicieran la cama, en fin, conseguí una serie de privilegios.
Quien los haya conservado que sepa que tiene una fortuna en sus manos.
-Y hay otros que deben valer más todavía. Porque te cuento que ese Estudio Gatti en las sombras tenía dos secciones. Las florcitas y todo el romanticismo eran productos que salían de día pero a la noche se abría la sección porno. Hacía dibujos para colaborar con la masturbación de mis compañeros. He dibujado tetonas tremendas, mujeres con piernas abiertas, conchas gigantes al aire, posiciones clásicas y no tanto.
¿Para presos y policía?
-Para la policía jamás.
Conseguiste mariconear la cárcel en el peor momento.
-Totalmente. Con otro compañero hicimos una propuesta por el tema de la comida, que era francamente asquerosa, unos guisos con pedazos de hígado. Propusimos que nos dieran la materia prima y que nosotros nos encargaríamos de cocinar. De pronto teníamos en las letrinas inmundas, una fábrica de queso. Veías las zanahorias en agua, ramilletes de verduras colgadas de las paredes, se veía muy maricón todo. Sí, enseñar a leer a alguno, armar ese estudio, son cosas que me salvaron del horror pero te estoy contando la parte de película de toda esa historia. También vi cómo en ese mismo baño de las zanahorias violaban a uno de los chicos mientras le ponían un azulejo cortado en la garganta. Vi cómo le tiraron a otro muchacho un calentador prendido. Por eso digo que fue mi escuela. Si yo pasé por esto me he dicho muchas veces, ya no le tengo miedo a nadie.
¿Ni a la hipocresía?
-Me encanta porque es súper hipócrita esta sociedad. No se acepta a las travestis pero yo, por lo que he podido averiguar conversando con la gente, creo que no hay hombre que le guste más una trava que un argento. Y los que más se la dan de que no, son los que sí. Una vez con unos amigos pasamos por Palermo a media noche, había un patrullero con dos canas y dos chicas arrodilladas… Lástima que no llevaba la cámara, me dije. Como se dice allá, ¿sabés que te digo? Estaban los tipos “como mirando a Cuenca…”
Mirando a Cuenca…
Gatti mantiene intacto su acento argento aunque está radicado en España desde los 80 de donde se le ha pegado sí este dichose dice que cuando el mujeriego de Felipe I el Hermoso deseaba mantener relaciones con alguna moza, se la llevaba al observatorio que tenía en Toledo y le decía a su esposa que iba a poner a la dama mirando para Cuenca, que que desde entonces se usa para referirse a las trampas.
- Yo volví a la Argentina más alrededor de 2003 porque amigos míos me tentaron con que volviera a la Argentina que estaba divina, y efectivamente vine y me compré esta casa. Me fascinó. Vengo unas tres veces al año pero tengo un tiempo de vencimiento, a los 21 días ya sé que me tengo que ir, los amigos empiezan a contarme la misma anécdota o a llorar por lo mismo. Tampoco es igual venir de paseo que venir a trabajar. Aunque España no es Copenhague, si venís en plan trabajo, todo se hace muy difícil. Es muy difícil trabajar con poco presupuesto, poca plata. Tiene una muletilla que podría parecer importada de España donde abundan los “¿entiendes?”, “¿sabes?” y los “¿te enteras?”, pero no. Gatti intercala a cada rato una pregunta inquietante, “¿Sabés qué te digo?”, con la que no deja de abrir incógnitas.
¿Con quiénes te gusta conversar?
-Con los jóvenes es con quienes hoy puedo mantener un diálogo. De mi edad, con mis amigos más íntimos que son Marilú Marini, Alfredo Arias y Felisa Pinto. Pero son gente de mi generación que fueron jóvenes conmigo, que siempre estuvieron por fuera de lo comercial y si bien están consagrados, siempre imponiendo una identidad y abiertos a cosas nuevas.
¿Recordás alguna escena fundante de esa época?
-Recuerdo una tarde que estaba en la galería del Este donde yo vendía algunas cositas mías en el local de Madame Frou frou de Rosita Bailón. De pronto entra Marilú Marini con un tremendo tapado. Se lo abre y ahí vemos que lleva puesta una gorra de aviador. Se mira al espejo y se dice: “Hoy va a ser un día difícil, Marilú”. Y así vestida salió a la calle. Algo de eso te digo cuando pienso en la transexualidad como composición artística y heroísmo: al mal tiempo, identidad.
Desde mañana se puede visitar de martes a viernes de 12 a 20, y sábados y domingos de 10 a 20 en el Palais de Glace, Posadas 1725.