La culpa por no ser perfecta.
La culpa por no sonreír cuando es debido.
La culpa por no ser la madre ideal.
La culpa por no querer ser madre.
La culpa por el sexo. Por el deseo. Por el amor.
La culpa por la copa de más, por el comer mucho, por el dejar de comer.
La culpa por juzgar, mirar, opinar sobre la combativa, sobre la que no lucha, la de la competencia entre aliadas, la de no escapar a culpar.
Tiro a la hoguera la culpa por ser mujer frágil, fuerte, cansada, ruidosa, callada, reflexiva, impulsiva...
Y pido perdón, por culposa, y me perdono.
*Actriz de Encerrada, unipersonal sobre los últimos días de Erzsébet Báthory. Viernes 21.30 en Espacio Templum, Ayacucho 318, CABA.