Michel Salgado sacó la pelota hacia la zona de Zinedine Zidane y el francés, ya perfilado, se disponía al control cuando de repente lo anticipó de cabeza ese jugador alto y flaco que había ingresado hacía un par de minutos. El estadio rugió ante la determinación del chico de 19 años que acababa de entrar para custodiar el lateral izquierdo de los embates de Luis Figo.
En la tranquilidad de su casa de Balcarce, Federico Xavier Azcárate recuerda aquella experiencia inolvidable, la del asombroso triunfo de un modesto club ante el histórico equipo de los Galácticos. El recuerdo quedó materializado en la camiseta merengue de Santiago Solari, después del intercambio tras la victoria 2 a 1. En el Real Murcia disputó, entre marzo y mayo de 2004, ocho fechas en la Liga Profesional del Fútbol, en las que no solo enfrentó al Real Madrid, sino también al Barcelona, Valencia, Villarreal, Deportivo La Coruña, Real Sociedad, Espanyol y Atlético de Madrid, conjunto del que luego llegaría formar parte.
“Cuando jugué contra el Barcelona, que era mi segundo partido en primera, estaban los holandeses Cocu, Overmars y Edgar Davis y también Puyol y Xavi, pero era deslumbrante lo de Ronaldinho. Además de una habilidad tremenda, tenía mucha fuerza de piernas y una forma de poner el cuerpo que te hacía muy difícil intentar sacarle la pelota. Antes del partido lo único que pensaba era que no me tocase pasar vergüenza ante algunas de sus gambetas y después salir al otro día en todos los noticieros. Esa tarde hizo el segundo gol; en esa jugada me le tiré a los pies y terminé chocándolo, pero no pude evitar el disparo”. De aquel encuentro también se fue con la camiseta de un argentino, la número 7 de Javier Saviola.
No duda en afirmar que Ronaldinho fue el mejor jugador al que le tocó enfrentar, pero se quedó con las ganas de probarse con Juan Román Riquelme. El día que se enfrenaron Murcia y Villarreal fue reemplazado antes de que ingrese el crack de la camiseta amarilla con el número 8. “Me hubiese encanto tener la posibilidad de compartir un partido con él, o de sufrirlo”.
Además de enfrentarse con grandes estrellas, Azcárate también tuvo un compañero legendario: Rivaldo, con quien compartió plantel en el AEK de Atenas durante la temporada 2007/2008. “El día que llegué a Grecia fui a firmar el contrato y a realizar la revisión médica. Entonces se apareció en la clínica. Me saludó y me preguntó de dónde era y cómo había llegado al club. Me dejó su número de teléfono por si necesitaba algo y después me invitó a comer a la casa. Yo no podía creer que un tipo así, campeón del mundo y súper reconocido, me hubiese ido a buscar para presentarse y brindarse de esa manera. Y era muy profesional, el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse”. No fue la única estrella con la que convivió, también era parte del Atlético de Madrid cuando estaban Fernando Torres, Sergio Agüero y Maxi Rodríguez.
Con el descenso de Douglas Haig la temporada pasada no encontró ninguna propuesta que lo movilice. Empezó entonces a procesar el retiro, aunque todavía mantiene las ganas de entrar a la cancha. Espera que en enero surja alguna posibilidad que lo entusiasme, pero sabe que no será fácil. De todas maneras, no guarda reproches con su carrera. “Me tocaron vivir cosas magníficas. Ni mis compañeros, ni menos los rivales, sabían de los lugares por los que había pasado y los jugadores con los que estuve. Nunca fui de contar esas cosas, pero cuando salía el tema, muchos se quedan asombrados”.
De todas maneras, sí hay un punto en el que cree que las cosas podrían haber tomado otro rumbo. Fue cuando pasó del Real Murcia al Atlético de Madrid. Tras una temporada en el filial, el mexicano Javier Aguirre lo convocó al plantel principal. “Viajé a la pretemporada que se hizo en Alemania y China. Jugué el Memorial Jesús Gil contra el Real Madrid, pero después no lo pude hacerlo de manera oficial. Fui 22 partidos al banco sin tener la oportunidad de entrar. Tal vez haber jugado algún partido hubiese podido cambiado mi carrera”.
La que hasta ahora es la última experiencia del Real Murcia en la LFP de España tenía una marcada presencia argentina. Además de Azcárate, formaban parte del plantel Roberto Bonano, Gabriel Loeschbor, Francisco Maciel, Leonel Gancedo, José Acciari, Diego Quintana, Carlos Juárez y Juan Esnáider. “Éramos una banda bastante importante, yo era el más chico y los miraba con respeto porque siempre fui muy tímido. Pero enseguida me empezaron a tratar de la mejor manera, me sentaba con ellos en su mesa y en el micro. Me daban una mano en todo. El día que me tocó debutar, de visitante contra el Atlético de Madrid, llovía y no tenía botines de tapones altos. Entonces Loeschbor me dio unos que tenía sin estrenar”.
El entrenador de aquel Murcia era el galés John Toshack, parte del Liverpool multicampeón de los 70 y dos veces entrenador del Real Madrid. “Era un técnico cercano a los futbolistas, con un modo de hablar particular por su acento. El equipo se iba al descenso pero no resignaba el hecho de jugar por abajo y jugársela por varios chicos jóvenes. Se peleaba con los periodistas, pero con los jugadores tenía una gran relación”.
Ese jugador que anticipó a Zidane y trató de controlar la habilidad de Ronaldinho, que intercambió camisetas con Solari y Saviola en aquellos partidos contra el Real Madrid y el Barcelona, después debió pelear por un lugar primero en Santamarina de Tandil y luego en Douglas Haig de Pergamino. Pasó de cambiare en el vestuario local del Vicente Calderón a trajinar las canchas del ascenso. Ahora descansa en Balcarce, entre los recuerdos que construyen un puente entre la gran exposición mundial de la que supo ser parte y el cuarteado fútbol de los fines de semana tierra adentro.